Superarse sin límites, pieza a pieza

Manuel López y Mario Ruiz, de la “José López Barneo”, hacen puzles por encargo

31 dic 2017 / 00:26 H.

La culpa la tiene Manuel”, dice Mario Ruiz Martínez, de cuarenta años y nacido en Arroyo del Ojanco. En su acusación se refiere a Manuel López González, de cincuenta y tres y “capitalino”. Ambos se conocieron en el centro residencial José López Barneo, de la Diputación Provincial, y desde entonces comparten una misma afición: hacer puzles. Los dos tienen una discapacidad física que, en el caso de Mario Ruiz le limita el movimiento de las manos y, para llevar a cabo su pasión, utiliza los pies. Puede parecer poco común, pero ya es toda una celebridad en la residencia. Su “tope” está en dos mil piezas que, para darles forma tarda seis meses. Explica que cuantos más colores tiene, más difícil es terminarlo. “Lo normal”, apuntan trabajadores del centro que muestran su admiración hacia su metódica labor. “Lo único que hacemos es darle los recipientes de plástico para que él separe por colores, nada más”, señala Sebastián Ruiz Medina, educador especialista, que resalta los valores de superación y autoestima que genera en el resto de sus compañeros.

Manuel López, por su parte, prefiere los de mil piezas, con paisajes, a ser posible. Sus trabajos son “por encargo”. Los trabajadores, voluntarios, amigos y familiares les regalan las cajas para que ellos, con mimo y paciencia, unan las piezas y formen la imagen. Sus tardes se encuentran perdidas en ese cuarto de la residencia, con las paredes llenas de logros que todavía no han sido recogidos o que hicieron por puro placer. Mario Ruiz es del Athtletic de Bilbao, pero está con un puzle del Barça, “por un amigo”. Su compañero termina otro de un almendro. A veces “se pican”, a ver quién acaba antes o cual de los dos escoge la música que escuchan. Tanto Ruiz como López recomiendan a sus compañeros de la “José López Barneo” hacer puzles, “que no se queden quietos, sin hacer nada”. Porque Manuel tendrá la culpa, pero “es un vicio genial”.