Seis desapariciones inquietantes

La Policía y la Guardia Civil no se olvidan de media docena de personas en paradero desconocido

18 dic 2018 / 12:08 H.

La Policía y la Guardia Civil reciben, cada año, decenas de denuncias por la desaparición de personas en la provincia. La mayoría aparece tarde o temprano y, afortunadamente, con vida. Pero hay seis personas en la provincia fichadas en la base de datos policial dentro de una carpeta titulada “desapariciones inquietantes”. Seis familias que están incompletas porque alguno de sus miembros se esfumó un día sin dejar rastro.

El último en unirse a esta terrible lista de la incertidumbre es Cristian Foronda Serrano, un joven granadino 18 años al que se le perdió el rastro en Cortijos Nuevos hace ahora quince días. Acudió al municipio segureño, en el que reside su madre, para pasar el fin de semana y trabajar en los trabajos de recogida de aceituna. El viernes 30 de noviembre, alrededor de las siete de la tarde, envió un mensaje de texto a un amigo en el que le comunicaba que se marchaba al monte. No obstante, no especificó zona alguna. Durante varios días, familiares y voluntarios “peinaron” los alrededores del pueblo sin resultados. Todas las hipótesis siguen abiertas.

También es desconcertante la desaparición de Miguel Ángel López Restrepo, un ciudadano de origen colombiano que está en paradero desconocido desde el pasado 14 de octubre. Esa noche acudió a la Feria de San Lucas. Sin embargo, no regresó al piso de alquiler que compartía con otros inmigrantes en el barrio de Peñamefécit. “Es como si se lo hubiera tragado la tierra”, explica Claudia Taimal, su exmujer y madre de sus dos hijos pequeños. Miguel Ángel no hizo equipaje y no se han detectado movimientos en sus cuentas bancarias en los últimos dos meses días. Su teléfono tampoco da señal. El hombre, de 32 años, llevaba en Jaén desde hace más de un año, una ciudad en la que ya había residido en su juventud. No obstante, regresó a Colombia en 2011 y allí permaneció seis años. Regresó en 2017 y, desde entonces, residía en la capital jiennense. Nadie lo echó en falta en los primeros días. Las personas con las que compartía domicilio pensaron que se había ido a casa de algún amigo o pariente y que no tardaría en regresar. Sin embargo, fueron pasando las jornadas y nadie sabía nada de Miguel Ángel. Finalmente, contactaron con su expareja y con otros amigos. Presentaron la denuncia el 14 de noviembre, un mes después. Desde entonces, la investigación apenas ha avanzado.

Tampoco se sabe nada de Jesús Muñoz Armenteros desde hace aproximadamente dos años y medio. Este vecino de la capital, de 61 años y celador del Hospital, fue visto por última vez en la noche del 28 de mayo de 2016. Estaba de baja laboral por enfermedad. Desde entonces, nada se sabe de él. La Policía Nacional mantiene abierta una investigación para tratar de dar con su paradero. Se organizaron batidas por los montes cercanos a la capital, donde Jesús solía pasear. “La esperanza es lo último que se pierde”, asegura su hija, Lidia Muñoz.

Ayer, precisamente, se cumplieron cinco años de la desaparición del temporero maliense Tidiany Coulibaly. Lo último que se sabe de él es que mantuvo una acalorada discusión con un vecino de Villacarrillo que lo tenía empleado en la aceituna. Ese hombre fue detenido y juzgado por estos hechos de los que, finalmente, resultó absuelto.

Algo similar ocurrió con el caso de Juan Carrillo, un vecino de Linares que está en paradero desconocido desde el 13 de junio de 2013. La Comisaría, que trabaja con la hipótesis de que el hombre está fallecido, llegó detener a siete personas a lo largo de la investigación. La tesis que en el juicio mantuvo la familia fue que Carrillo fue víctima de un plan orquestado por uno de sus enemigos y ejecutado por otras personas. Dos de ellas se sentaron en el banquillo y también fueron absueltas.

Antonio Moreno Moreno, “El Tostao”, fue visto por última vez una noche de octubre de 2006 en un club de alterne. Días después, su familia, del clan de los “Pikikis”, denunció su desaparición en la Comisaría de Úbeda, donde se habían afincado meses antes para escapar de la venganza del clan rival de los Mallarines. El desaparecido era hermano y tío carnal de los autores materiales del asesinato de “Antonio el mallarín”, ocurrido en febrero de 2006. La Policía trabajó con la hipótesis de que lo habían quitado de en medio por venganza. No obstante, nada se pudo probar y, oficialmente, “El Tostao” está desaparecido.