Los criadores de toros piden otro plan contra la tuberculosis

Las grandes ganaderías se unen y califican como un fracaso la norma actual

13 dic 2017 / 08:47 H.

Ni un solo ganadero de toros bravos quiere un caso de tuberculosis en su finca. Por eso, su control es algo tan prioritario como alimentar a las reses. En cambio, existe una enorme discrepancia con la Consejería de Agricultura respecto a la manera de controlarla y erradicarla. El lunes —por la noche—, once criadores jiennenses de reses de lidia mantuvieron una reunión para analizar la situación y tomar decisiones. Muchos llevaban representación de otros, por lo que, al final, 25 ganaderos de toros bravos sellaron un documento en el que llegan a una conclusión rotunda: El Plan para la Erradicación de la Tuberculosis Bovina es un fracaso. Creen que hacen falta cambios urgentes para no cerrar sus ganaderías. De hecho, algunos definen la situación como “desilusionante”.

En Jaén, lo que no es olivar, es dehesa. De ahí que sea la provincia referente en España y Francia en la cría de reses de lidia. Los ganaderos consideran que aquí existen muchas analíticas positivas de tuberculosis, pese a que algunos narran que sienten una auténtica persecución. Hay quienes tienen vendidos toros para Francia y casi no duermen porque temen que un animal contraiga la enfermedad y a su finca se le cuelgue el cartel —simbólico— de “infectada”, por lo que no podrían mover el ganado. Además, señalan que incluso no pueden trasladar sementales de una finca a otra de su propiedad o realizar la tradicional transhumancia porque existe algún caso detectado o porque la burocracia retiene la movilidad de los animales si no se ha realizado un saneamiento. Y claro, si no venden las reses, la ganadería se desploma como un castillo de naipes. “No entendemos que tengas una ganadería con 600 animales y porque uno esté enfermo no puedas mover ninguno. Tiene que existir una proporcionalidad”, comentan.

Los ganaderos parten de la premisa que erradicar la tuberculosis entre los bovinos es prioridad absoluta, pero ponen encima de la mesa un plan de medidas. Piden proporcionalidad en las inmovilizaciones y que no se retengan decenas de animales por uno o dos casos. De hecho, ponen como ejemplo que los animales salvajes, con los que conviven sus toros en la dehesa —jabalí, ciervo o gamo— son portadores también de la enfermedad y se la contagian también. Además, avisan de que buena parte de los casos dudosos en machos o vacas bravas, al final, son falsas alarmas. En cambio, no se certifica hasta que no se sacrifica la res y, curiosamente, si está sana va al consumo humano. Por eso, quieren poder aislar a los animales con dudas para estudiarlos y solo sacrificarlos si existe certeza de la enfermedad. Asimismo, se oponen a realizar las pruebas de tuberculina dos veces al año. Creen que, tal y como era habitual, con una vez es suficiente. Un saneamiento puede costar hasta 3.000 euros, pero dicen que más valen los machos que se lastiman —muchos se parten los cuernos en estas labores— cuando se les mete en la manga para realizarles las pruebas. De ahí que insisten en que una vaca de establo no puede tener los mismos controles que una brava o un novillo, que es un animal salvaje y vive en mitad del campo. Por el momento, hay 25 ganaderías de la provincia en este frente, pero ya se trabaja para sumar más en la reivindicación y poner en marcha acciones para salvar su actividad en un año muy difícil debido a la falta de lluvia.

Ganaderías
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Sancho Dávila, Araúz de Robles, Jiménez Pasquau, Los Ronceles, Gabriel Mercado, Moragón, El Cotillo, Carrasco, Herederos de Raimundo Pérez, Herederos de Gregorio Garzón, Alicia Chico, Juan Luis y Dionisio Ruiz, José Ramón Predos, Benito García, Dolores Segura, Manuel Martín, Juan Ruiz Palomares, Sebastián Carrasco, Ramón Ortiz, Pérez Romero, Los Rodeos, Guadalmena, El Añadío, Moreno Serna y Pomar están en este frente común.