Las tiendas ya reflejan la caída del precio del aceite

La bajada del valor del producto en las fábricas tarda en notarlo el comprador, lo que daña el nivel de consumo

21 ago 2018 / 12:07 H.

El precio del aceite de oliva se mantuvo en un nivel alto durante meses, algo que pasó factura al consumo dentro de España. En cambio, el 27 de febrero, comenzó a llover en Jaén. Marzo fue uno de los meses con más agua de los últimos tiempos. Abril tampoco estuvo nada mal. Las precipitaciones incrementaron las expectativas de cosecha que, ligadas a un mercado con desconfianzas y marcado por operaciones que, en realidad no mostraban la realidad, influyeron en una bajada de los precios en las cooperativas y en las almazaras para las operaciones que se hacían a granel.

En cambio, no ocurrió lo mismo en las tiendas. Pese a que el valor del producto en las fábricas había caído, los compradores no percibían esta bajada, por lo que se generó una situación rara: los agricultores cobraban menos y los españoles también compraban menos aceite (debido al precio). Y esto ocurrió, simplemente, por la tasa de cobertura que realizaron los grandes envasadores y distribuidores del producto.

Como no llovía, los operadores de mercado se pusieron en lo peor. Pensaron que la próxima campaña podría ser aún peor, por lo que decidieron comprar reservas suficientes para tener aceite sin necesidad de venir a Jaén con la ansiedad de comprar. Así adquirían género solo cuando se dieran las circunstancias de precio. En cambio, llovió y el precio bajo. Se vieron con muchas toneladas en las bodegas, que tenían que vender a un precio alto para no perder dinero. Entonces, esto hizo que, durante meses, la devaluación del aceite de oliva no se viera en las estanterías de los supermercados o, lo que es lo mismo, los españoles pagaron una mala estrategia comercial de los gigantes de la distribución. Ahora, ya sí se nota la caída.

La devaluación. El Instituto Nacional de Estadística (INE) revela que el aceite de oliva ha rebajado su precio un 7,2% durante el último año. De hecho, solo hay que pasar por las estanterías de los supermercados para constatar que el litro cuesta más barato. Incluso, algunos informan a los consumidores de que se ha producido una bajada del precio de ese producto agroalimentario.

Otros productos. La caída de la cotización que experimenta el zumo de la aceituna —cuya venta siempre es tan sensible a los altibajos del mercado— no se refleja igual en otros productos agroalimentarios. Las frutas frescas, las patatas y sus preparados y las bebidas alcohólicas son algunos de los productos que más se han encarecido entre enero y julio, con subidas en los dos primeros casos superiores a los dos dígitos. En concreto, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el precio de las frutas frescas se ha incrementado un 12,5% en los siete primeros meses del año, en tanto que el de las patatas y sus preparados ha aumentado un 10,8%.

En el último año (julio de 2018 sobre julio de 2017), las frutas frescas han disparado su precio un 13%, mientras que las patatas se han encarecido un 12%. Si a este último dato se le suma el precio de los huevos, que han subido un 6% en doce meses, y el de la sal, que ha aumentado un 1,9%, se puede concluir que preparar una tortilla de patata es hoy más caro que hace un año, pese a que el aceite de oliva recortó sus precios un 7,2% en este periodo. Hacer una paella de marisco también sale más caro que hace un año.