Lágrimas y emoción en el adiós a los niños saharauis

Ciento diecisiete menores han disfrutado del verano en la provincia de Jaén

04 sep 2016 / 11:36 H.

Más de ochenta familias se reunieron a las puertas de la Cruz Roja para acompañar en la despedida a los niños saharauis que acogieron durante los meses de julio y agosto en la provincia de Jaén.

Entre ellos está Rachid, que se esconde, tímido, mientras su padre “adoptivo”, Francisco Sevilla, confiesa que se ha pasado el camino llorando. El niño tiene 9 años y ha sido su primera vez en Jaén. El año pasado estuvo en Italia y estas fechas las ha pasado en el pueblo de Lopera. “Repetiremos la experiencia”, afirma Sevilla, y añade: “A pesar de la pena, volveremos a hacerlo sin dudar”.

La historia de Rachid y su familia jiennense se repite entre los presentes. Este año, la Asociación de Apoyo al Pueblo Saharaui de Jaén ha acogido a ciento diecisiete niños y los ha ubicado en diferentes hogares de la provincia. “Ha sido un año bueno”, declara Franma Ruiz, presidenta de la asociación. “Estamos muy contentos porque hemos subido el número de niños que han sido acogidos”.

La mayoría de ellos se repartieron por los pueblos de Jaén, como Martos, Lopera, Torredonjimeno, Torredelcampo, Úbeda y Linares, entre otros. En la capital, en cambio, apenas se quedaron cuatro niños, y Ruiz tiene esperanzas de que esta cantidad suba para la campaña próxima.

Zaida González, procedente de Martos, tuvo en su casa a Somaia, de catorce años. “Ella está en el último año, es decir, es la edad límite para que puedan traerlos con el programa” explica Gonzáles. La joven saharaui vino a tierras andaluzas con tan solo nueve años y ha pasado cada temporada estival con la familia de Zaida. “Es la época más dura pero al mismo tiempo no la cambiaría por nada”, matiza con tristeza.

La presidenta de la asociación describe que a lo largo del año se hace un seguimiento continuo de la evolución de los niños. “Fomentamos la relación entre ellos y las familias jiennenses”, asegura y anima a los padres adoptivos a escribirles cartas y a participar en actos para ayudar a sus ahijados. “Se descarga mucha responsabilidad sobre las familias”, aporta Ruiz, y detalla: “Cuando les decimos que hay que pagar seiscientos euros para el viaje y su estancia, muchos se frenan, pero los que aceptan repiten sin dudarlo”.

Los niños ajustaban el equipaje para subir al autobús que después los dejaría en Málaga. Ahí cogerán el avión que los llevará a Marruecos. “Les preparamos bolsas de un máximo de treinta kilos que llevan a sus casas”, cuenta Alba Villén, responsable de Comunicación de la asociación, que detalla: “Les ponemos alimento, comida y material escolar. Sus cosas preferidas del verano. Curiosamente, son niños de pocos juguetes”.