La víctima de maltrato que se convirtió en acosadora

Ana B. M., que recibió una paliza en 2009, admite que atosigó a un exnovio

23 ene 2019 / 08:37 H.

Noventa días de trabajo en beneficio de la comunidad. Ese es el castigo a Ana B. M., la mujer de 30 años que ayer fue condenada por acosar durante más de cuatro meses al que fue su novio. La encausada tampoco podrá acercarse a la víctima a menos de doscientos metros durante los próximos dos años. Esa fue la sentencia dictada “in voce” en el Penal número 2 de Jaén después del acuerdo de conformidad alcanzado entre la defensa, la acusación particular y la Fiscalía. Se da la circunstancia de que Ana B. M. fue la víctima en uno de los más estremecedores casos de maltrato que se recuerdan en la provincia. El 24 de octubre de 2009, recibió una brutal paliza de su entonces pareja en un descampado de Rus, el pueblo de ambos. Ella perdió tres dientes. La espeluznante imagen de la boca desdentada de la chica estremeció a toda España. Él fue condenado a seis años y tres meses de cárcel por delitos de lesiones, detención ilegal y amenazas. El juicio, celebrado en enero de 2011, evidenció una enorme fractura social en el pueblo, entre los partidarios y detractores de uno y otro.

Casi una década después de aquellos hechos, Ana B. M. ha sido condenada por acosar a otro hombre, con el que mantuvo una relación sentimental. La pareja se rompió y la mujer no aceptó la ruptura, por lo que protagonizó una serie de conductas que sumieron al que fue su novio “en un estado de gran desasosiego y presión psicológica”. Esa situación se prolongó durante cuatro meses, en concreto entre mayo y agosto del año 2017. Durante ese periodo de tiempo, Ana B. M. realizó continuas llamadas a su exnovio, tanto desde su teléfono como el de otros familiares y con número oculto. También le envió numerosos mensajes “a través de todas las redes sociales y servicios de mensajería”: “Le refería que se encontraba mal anímicamente”, relata la sentencia, que ya es firme. También le enviaba fotografías, “en las que se le aprecia un estado de salud físico y emocional preocupante”. Algunas de esas fotografías eran de mujeres embarazadas. Ana B. M. le hacía creer a su expareja que era ella la que se encontraba en estado.

El denunciante trató de poner fin “a sus incesantes intentos” bloqueándola en su teléfono móvil y en las redes sociales. “Sin embargo, la procesada mantuvo su actitud desde otros números”, añade la resolución. Es más, le decía que se recuperaría si él la abrazaba o la “desbloqueaba”. Como no accedió, le envió expresiones “de contenido amenazante” y llegó a presentarse en casa de los padres de su expareja y en su trabajo: “Quedó sumido en un estado de gran desasosiego y presión psicológica”, concluye la sentencia.

Inicialmente, la Fiscalía solicitaba una condena de un año y medio de cárcel por un delito de acoso. Finalmente, y dada la conformidad mostrada por Ana B. M., se rebajó la condena al mínimo: 90 días de trabajo en beneficio de la comunidad. Fuentes de la acusación particular, ejercida por la víctima, aclaran que el único objetivo de este procedimiento era que la mujer cesara en su comportamiento. Es una de las primeras condenas dictadas en la provincia por un delito de acoso, tras la reforma del Código Penal.