La Policía ya tiene sospechosos por el crimen de Magalhaes

La investigación apunta a que pudo participar más de una persona

27 may 2017 / 11:03 H.

Dicen los manuales policiales que las 72 primeras horas desde que se comete un crimen son vitales para resolverlo. La Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de Jaén está trabajando de día y de noche para dar con el autor del disparo de escopeta que impacto en la cabeza de Alberto Magalhaes y que acabó con su vida a las puertas de su casa, en el barrio de San Felipe. Las fuentes consultadas aseguran que la investigación va por buen camino y que, incluso, ya están centradas en un reducido grupo de sospechosos. La hipótesis con la que trabajan los agentes es la del ajuste de cuentas, aunque todavía no está muy claro el motivo. Y es que Magalhaes, un delincuente habitual de la capital, tenía mil frentes abiertos, que le habían granjeado la enemistad de numerosas personas. Su especialidad eran los robos, ha estado metido en asuntos de drogas y, hace unos meses, incluso, se vio envuelto en un tiroteo por motivos sentimentales. “Lo pudo haber hecho cualquier y por cualquier cosa”, insisten en la Comisaría, donde se guarda un mutismo absoluto sobre el caso, que está bajo secreto de sumario por orden de la juez Carmen Ballesteros.

Las pesquisas de la Policía se han centrado, sobre todo, en reconstruir lo que Magalhaes hizo en sus últimas horas de vida. Se ha inspeccionado su teléfono móvil, para ver con quién habló y por dónde se movió. Los agentes también han interrogado a las personas de su entorno más cercano, a familiares y amigos, para saber si estaba metido en algún lío o había recibido amenazas. Y de toda las declaraciones ha surgido un hilo del que tirar en forma de hipótesis. La amplia lista de sospechosos se ha ido descartando y ha quedado mucho más reducida. Ahora, los policías tratan de situar dónde estaban esas personas a las seis de la mañana del pasado jueves, cuando se cometió el crimen. Y también cotejar los vestigios recogidos en el escenario.

Lo que parece que va tomando cuerpo es que Magalhaes no durmió en su casa esa noche. Cuando la abatieron, iba vestido de calle. Su coche estaba mal aparcado, sobre la acera, y tenía el motor todavía caliente cuando los policías llegaron al lugar, casi quince minutos después de que los vecinos escucharan la detonación del disparo. Además, junto al cadáver, se encontraban las llaves de su vivienda y de su vehículo. “Lo estaban esperando”, aventura un vecino de su calle. La Policía también sospecha que pudieron tenderle una emboscada y que el pistolero pudo esconderse en un solar contiguo a la vivienda de Magalhaes. Además, también cobra fuerza una hipótesis: el autor del disparo no estaba solo y que podía estar acompañado de, al menos, otra persona.

No obstante, las fuentes consultadas ponen de manifiesto la complejidad de la investigación, sobre todo porque no hay testigos de lo sucedido en la madrugada del jueves. Todavía quedan muchas preguntas sin respuesta.