Jiennenses del Año 2023: Levasa, de la vaquería al paladar

Levasa es sinónimo de calidad, de cercanía y de respeto a una tradición que heredaron los hermanos Martínez de sus padres, un matrimonio que puso los cimientos de una compañía puntera en la producción de leche y de quesos convertidos en manjares

06 may 2024 / 11:34 H.
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Eran aquellos años duros, los de la posguerra y la hambruna, cuando Juan Martínez Martínez y Dolores Martínez Alcántara empezaron a construir, sin ser conscientes, una verdadera seña de identidad para los jiennenses. Padres de nueve hijos, él se tiraba al monte de noche para que las cabras pudieran pastar y, en cuanto llegaba la hora del ordeño, enviaba la leche con un mozo para que su esposa la vendiera en la lechería que tenía su familia en la calle Martínez Molina. El tiempo transcurrió con trabajo, esfuerzo y sacrificio hasta que llegó el momento en el que los clientes empezaron a demandar el producto procedente de las vacas y, lejos de acomodarse a lo que había, la mujer decidió dar un trascendental paso: comprar la primera vaca. Tal era su obsesión que, un buen día, recibió la primera lavadora de su vida como regalo de su marido y, en lugar de quedársela para aminorar el golpe de las tareas domésticas, decidió devolverla y, con el dinero, invertir en el origen de lo que hoy en día es Levasa.

Se juntó con cuatro vacas en la misma casa de la calle Rivera, en la Fuente de don Diego, en la que habitaba el matrimonio y sus hijos. La situación empezó a ser insostenible y el negocio se amplió con el traslado a otra vivienda más grande de General Castaños, en el Ejido de Belén. Al ritmo que crecían los niños lo hacía la vaquería, por lo que la pareja decidió adquirir un terreno junto al cementerio viejo para dejar a los vecinos del barrio exentos de animales. Gargantilla, Guapa, Sevillana, Tomasa, La loca, La Fea... Todas tenían nombres y todas fueron a parar a unas naves construidas junto a los olivares. Su leche se repartía casa por casa, con las viejas cántaras de latón que quedarán grabadas en la mente de quienes tuvieron la suerte de hervirla y beberla al instante.

El 1 de julio de 2025 hará cincuenta años de la jubilación de Juan Martínez Martínez, quien dejó en manos de los cinco varones los cimientos de lo que, en la actualidad, es Levasa. 1975 marcó un antes y un después para una empresa cien por cien jiennense ligada a la calidad. Los hermanos adquirieron la vaquería en la que hoy se asientan, en el kilómetro 32 de la carretera Bailén-Motril, donde no paran de innovar y de dar buenas noticias para Jaén.

“Mi padre pudo llegar a ver las nuevas instalaciones, pero no el proceso de envasado”, dice Antonio Martínez, quien se erige como portavoz de los cuatro hermanos que, hoy en día, dirigen la compañía, Francisco, Ignacio, Juan y él. El próximo año dejarán Levasa en manos de sus hijos, la tercera generación de una familia querida y respetada por el suelo que pisan, en la que prima la seriedad en el trabajo, la cercanía y la profesionalidad. No hay más que acercarse a la fábrica para comprobar el cuidado de las vacas, el mimo en la extracción de la leche y la artesanía empleada en la elaboración de quesos convertidos en auténticos manjares.

De aquellos cántaros a hoy hay un abismo. Son veintiocho las referencias de productos que comercializan mediante los canales más tradicionales, porque lo de internet va en contra de los principios de una compañía que se debe a sus fieles clientes. Se trata de una marca arraigada en los valores jiennenses y una importante firma dentro de la economía local, que da empleo a más una treintena de trabajadores comprometidos con los secretos de la producción de leche y quesos de vaca, oveja y cabra.

Su producto más representativo es la leche en bolsa. Sus referencias más cotizadas y la gran variedad de quesos los hicieron llegar tanto a los lineales de las grandes superficies como a pequeñas tiendas de alimentación y gourmet. La suerte de disponer de la granja donde se ordeña para la extracción de leche a un paso de donde se elabora el mejor queso reduce tiempos hasta conseguir un valor diferencial. El resultado es un producto de calidad extrema. Hasta el pienso que comen los animales es elaborado por los hermanos Martínez. El brillo de los ojos de una familia unida habla por sí solo. No hay palabras que expliquen la grandeza de Levasa.

Jiennenses del Año 2023: Levasa, de la vaquería al paladar

Vacas de última generación

De los 14 becerros que tenía Juan Martínez en la finca de olivos cercana al cementerio San Eufrasio a las 1.200 cabezas que tienen sus hijos y sus nietos en la carretera de Bailén-Motril. Así se resume el transcurso de medio siglo de historia de una empresa que empezó de una forma humilde y que continúa con los valores intactos del primera día, aunque con cifras numéricas infinitamente superiores a las de sus orígenes. En Levasa ordeñan cada día más de quinientas vacas, todas de última generación, porque el lema de “renovarse o morir” está al día en esta empresa.

Antonio Martínez explica que la innovación es la base del éxito de una vaquería en la que todo está informatizado, porque hasta los ordenadores comunican cuándo hay una vaca en celo y dispuesta para ser inseminada. Cuidado al detalle hasta el último rincón de la granja, allí nacen los terneros, se crían y producen la mejor leche, la que se puede adquirir en establecimientos de la provincia en, incluso, de Córdoba y Granada. Toda la producción es “made in Levasa”, hasta el pienso. Fue en 1995 cuando se empezaron a elaborar los primeros quesos, primero con los semicurados, hasta ampliar la gama hasta las veintiocho referencias de las que pueden presumir en la actualidad, un producto que compaginan con maestría con esos ocho mil litros de leche diarios, entera, semidesnatada y sin lactosa, todo “a pulso”, como dice Antonio Martínez, sin subvenciones ni respaldo institucional.

Pertenecientes a “Degusta Jaén”, el “boca a boca” se ha convertido en la mejor política de comercialización desde que empezaron con la cántaras de latón. El 85% se vende en Jaén, por lo que estos empresarios señeros no tienen más que palabras de agradecimiento para los jiennenses. “Gracias a ellos estamos vivos”, apostilla Ignacio Martínez. A lo que añade Juan: “Este premio que nos dan se lo dedicamos a todos ellos”. Emocionados, miran al futuro con la esperanza puesta en sus hijos, hombres y mujeres, porque la ganadería ya no es cuestión de género.

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Paqui García Espinosa, mezzosoprano del Orfeón Santo Reino: “Repartían con cántaros”

Se llama Paqui García Espinosa, es mezzosoprano del Orfeón Santo Reino y una enamorada de los productos de Levasa. “Conozco a la familia desde hace más de treinta años, porque los hermanos Antonio y Pilar cantaban con nosotros y nos traían la leche en cántaras a mi casa, con jarrillos”, rememora.

Hicieron una amistad que perdura con el paso del tiempo. “Hemos seguido teniendo contacto, porque yo hice el primer coro romero de la Virgen de la Cabeza y también se vinieron conmigo, pero nos ocupaba mucho espacio y tuvimos que dejarlo”, admite.

Ahora compra el producto en bolsa, en una tienda del polígono del Valle que también es fiel a la marca. “Se lo inculcado a mis hijos y a mis nietos, ya viene preparada y sigue igual de rica, muy buen sabor, no hay otra igual”, dice. Y añade: “Del queso no digo nada, es una maravilla, en especial el semicurado. En Navidad siempre regalo Levasa”.

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Andrés Narváez Arévalo, empresario: “Son grandes profesionales”

Es empresario prácticamente desde que tiene uso de razón y en su establecimiento, el Restaurante Las Batallas, no entra otra leche que no sea la de Levasa. Andrés Narváez Arévalo, un conocido hostelero de la ciudad, recuerda cuando consumía el producto recién ordeñado, en aquellas cántaras en las que todavía estaba caliente, como el pan recién salido del horno. También, los primeros quesos, que repartían casa por casa. “Son muy profesionales, tienen muy buen producto, calidad, excelente gama, leche de todas las clases... Les sigo comprando el producto para mi restaurante. De momento los llamas y responden rápido”, subraya. Es más, también hace de vendedor, porque sus clientes les pide los manjares que producen.

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María del Carmen Lombardo López, dependienta: “Gente muy humana”

Era consumidora de leche cuando era una niña y, en la actualidad, la vende en el establecimiento que tiene Antonio Rodríguez en el barrio de la Alcantarilla. María del Carmen Lombardo López, dependienta de profesión, recuerda cuando los hermanos Martínez llevaban los cántaros hasta la casa de sus padres, situada en la calle Elvín. “Entonces surgió una amistad entrañable. Mi madre tenía cinco hijos y nosotros bajábamos a la vaquería y nos invitaban a bañarnos en la piscina que tenían en el campo”, rememora. Habla maravillas de los cinco hermanos y las cuatro hermanas: “Siempre han sido muy trabajadores y muy cercanos con la gente y, además, siguen así”. Recuerda aquel capítulo en el que Antonio Martínez le salvó la vida, por cierto, un hombre con un don especial, porque no es la primera ni la segunda vez que protagoniza un acto heroico. “Yo siempre fui muy extrovertida y me lancé a la piscina sin saber nadar, sólo por hacer lo que hacían mis hermanos. Recuerdo que empecé a tragar agua y, antes de perder la conciencia, él me sacó”, relata. Añade: “Es una persona muy cercana, muy amable, muy humano con la gente. Lo que pido me lo trae rápido”.

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Manuel Castellano Hernández, intensivista: “Son muy solidarios”

Es médico intensivista de profesión y conoce a la familia de Levasa gracias a la cofradía de la Divina Pastora, con la que comparten devoción y un sinfín de vivencias. “Esta hermandad tiene 430 años y, en los estatutos que conservamos, de los primeros apellidos que aparecían estaban los Hernández y Martínez”, subraya. No tiene más que palabras de cariño cuando habla de los padres y de los nueve hermanos: “Son maravillosos, para mí muy buena gente, buenas personas, muy trabajadores, han sabido conservar la tradición del oficio de sus padres, lecheros y ganaderos, y además mejorarlo e innovando con la empresa, todo tipo de leches, quesos... Otra cosa que destaco es la unión familiar, todos van a una y muy buenas personas. Están siempre para lo que los necesitas, muy caritativos, hacen cosas buenas por Jaén sin que nadie lo sepa y están detrás de muchas obras solidarias”.

Agrega el médico: “Basta con probar sus productos para ver su calidad, el queso añejo es maravilloso y la leche de bolsa es la mejor que hay en Andalucía”. Su relación es de las auténticas, de las que perduran para siempre, porque el cariño que se tienen estas dos familias unidas por la Divina Pastora es recíproco.

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Carmen Rodríguez Montoro, amiga: “Son entrañables”

Tiene ochenta años y da gusto hablar con ella. Se llama Carmen Rodríguez Montoro, una jiennense amiga de los Martínez “de toda la vida”, tal y como ella subraya. “Es una familia entrañable, muy cariñosos, conozco a todos los hermanos, en especial a Antonio, porque entraba a la casa de mi madre, en la calle Josefa Sevillano, a llevar la leche cuando era un chiquillo. Entonces era a medida, con la cántara, y nosotros le pedíamos que rebosara... Tengo mucha confianza con ellos y una gran amistad”, manifiesta. No se habituó nunca a otro tipo de marcas: “Normalmente compro esta leche, pero ya en el supermercado”, indica. Explica que su hija estudió Magisterio y cuando estaba con las prácticas llevaba a los escolares para que vieran la fábrica de Levasa, porque esa es otra línea que explota la familia de manera desinteresada, es decir, recibir a quien quiera para que disfruten de una jornada diferente en el campo. “Menchu”, como es conocida Carmen Rodríguez, recuerda cuando estaban las vacas sueltas en el Ejido de Belén y “no había tantos aparatos para ordeñar”. Dice: “Eso era otro mundo, no los adelantos que hay ahora”. Valora la leche y, muy especialmente, el queso: “Eso no hay ni que hablarlo”.

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Manuel Valderas Montes, empresario: “Raíces jaeneras”

Procede de Valdepeñas de Jaén, pero con diez años su familia se trasladó a la capital y se afincó en el Ejido de Belén, muy cerca de la vaquería de la familia Martínez. “Los conozco a todos desde pequeños y son encantadores”, afirma. Manuel Valderas Montes tuvo la suerte de crecer con la leche recién ordeñada y, ahora, como empresario, no entra en sus establecimientos de Panaceite otro producto que no sea el de Levasa. “Les llevaban la leche a mi abuelo y la verdad es que son todos encantadores. Cuando me metí en la hostelería, hace treinta años, decidí que fueran proveedores, porque para mí son un ejemplo de honestidad, trabajadores y con raíces jaeneras de siempre”, asegura. Y añade un dato importante: “S han adaptado a los tiempos y dan un servicio espectacular”. Empezó con ellos desde el primer día que abrió su bar para servir a los clientes la mejor leche y el queso “en exclusividad”. Hay una pequeña excepción: el fresco de Valdepeñas de Jaén, de Carbonerillos. Ironías aparte, subraya: “La familia de Levasa es gente que no ha perdido la esencia y que me han ayudado mucho en mi negocio”. Hoy en día le llevan la leche a su madre, cada día, que tiene 90 años.

Jaén