Como una ciudad “en guerra”

Dice Rafael Cámara, presidente de la asociación sociocultural Iuventa, que, cuando realiza alguna ruta turística por el casco histórico, en la parada obligada que es la Plaza de Santiago, indica a los visitantes que le escuchan: “Abajo, está el Refugio Antiaéreo de la Guerra Civil. Encima, el centro de interpretación del bombardeo” que la capital sufrió el 1 de abril de 1937 en el ataque aéreo de la Legión Cóndor de la Alemania nazi. “Hay risas  —apunta—, pero de profunda pena”.

05 mar 2015 / 11:18 H.


Han pasado casi 78 años de aquel dramático e injustificado bombardeo. Pero los efectos de una crisis económica que aún no termina; las restrictivas directrices que impone Bruselas y acata una España contra las cuerdas; la ruina que ha congelado la iniciativa pública; el enfrentamiento político que libran el Ayuntamiento y la Junta, y una gestión municipal que cuestionan a partes iguales ciudadanos y oposición han reducido la capital a un territorio que “recuerda a Kosovo en sus mejores tiempos”, compara la presidenta de la Federación Objetivos Comunes, María Cantos. “Es como si hubiéramos sufrido varios bombardeos y lo peor es que aún no estamos en la fase de posguerra, sino que los seguimos sufriendo. El patrimonio se nos está desmoronando”, apostilla el presidente de Iuventa, que, como siempre, lamenta la inacción de las administraciones competentes.
La iglesia de San Miguel, el entorno de la Catedral, las termas de Jabalcuz, las pinturas rupestres de Otíñar o la casa mudéjar de la Virgen son ejemplos de la “desidia” del Ayuntamiento y de la Junta a la hora de aplicar la Ley de Patrimonio y la imagen de contienda bélica que denuncian colectivos sociales, culturales y vecinales de la capital. Pero esa sensación de conflicto en tiempos de paz y en un país supuestamente desarrollado va más allá del desfallecimiento innegable del patrimonio arquitectónico y natural de la ciudad.
Los casi 300 solares abandonados e inmuebles ruinosos que tiene censados la Gerencia de Urbanismo o las infraestructuras inconclusas o sin uso alimentan esa impresión que se refuerza ante un mantenimiento urbano que deja tanto que desear como algunas conductas ciudadanas. Desde la asociación “Iniciativas. Andamios para las ideas”, Marina Heredia critica la “ceguera política” de los gobernantes: “Desde el sentido común, es lamentable la situación en la que se encuentra la ciudad. No se dan cuenta de que una apuesta por el patrimonio redundaría en el turismo y en el futuro económico de Jaén”. En lugar de eso, lamenta: “Están dejando morir el casco histórico en la decadencia”. Y con decisiones políticas —advierte— que incumplen manifiestamente el plan de la zona, el Pepri.
Heredia apunta en concreto a la sustitución del adoquinado de ciertas calles, como Molino de la Condesa o el eje Almendros Aguilar-Juanito el Practicante, por “hormigón sellado”. “El Ayuntamiento se salta la normativa día sí y día también”, se queja Heredia. Y añade: “Es alarmante y no solo desde el punto de vista estético”. Reflexiona que, en una época de crisis como la actual, los escasos recursos de la Administración deberían haberse destinado al mantenimiento de la ciudad consolidada; a conservar las decenas de edificios sobre los que pesa la ruina y a los que —apunta— este benévolo invierno ha dado un respiro. Pero no ha sido así. Según Heredia: “Esta ciudad no aguantaría otros cuatro años como estos”. Y remata el presidente de Iuventa: “En Jaén se hace necesaria una reconstrucción como la que vivieron muchas ciudades europeas después de la II Guerra Mundial”.