El último vuelo de Blas

Nicolás Martos estaba agazapado. Eran apenas las diez de la mañana y el día tardaba en arrancar, cargado de niebla y escarcha. El cazador esperaba su oportunidad cuando el vuelo cercano de una avioneta llamó su atención. Alzó la vista pero apenas alcanzó a vislumbrar el aparato entre las nubes blancas que envolvían el paraje de la Ventosilla, cerca de Las Infantas.

23 feb 2015 / 11:10 H.

Poco después escuchó el motor de la aeronave de nuevo y, enseguida, “un terrible estruendo”. Eran cerca de las diez y media y el ultraligero que conducía Blas Milla se acababa de estrellar a unos metros del puesto de espera del cazador. “No he podido hacer nada porque lo he visto todo arder, humo y fuego”, lamentaba Martos, oriundo de Jamilena. “Me he ido en busca del guarda de la finca y la Guardia Civil”, señaló el hombre, visiblemente afectado, cuya declaración será fundamental para esclarecer las razones del siniestro.  
El Instituto Armado —encargado de la investigación de los desgraciados hechos— ofrecía, al cierre de esta edición, información muy escueta sobre el suceso, del que tuvieron constancia desde las once menos veinte. Que la víctima había nacido en el mes de mayo de 1973 (41 años), que era vecino de Villanueva de la Reina (nacido en Valdepeñas) y que el ultraligero se estrelló en la demarcación de la Guardia Civil de Mengíbar, pero dentro del término municipal de la capital.
En cualquier caso, fuentes cercanas al caso resaltan que la densa niebla pudo ser un factor clave en el accidente, que rápidamente suscitó la curiosidad de los vecinos de Las Infantas, pedanía de Jaén próxima a la zona y donde está ubicado, además, el aeródromo desde donde partió la avioneta siniestrada. Hubo residentes que fue a pie, otros, en coche e, incluso, a caballo, si bien se mantuvieron a una distancia respetuosa de los restos del aparato, acordonados, ennegrecidos y hechos un amasijo irreconocible sobre la hierba verde de una colina.
Hasta el lugar se acercaron, además de varias patrullas de la Guardia Civil y de la Policía Local, los Bomberos de Jaén, aunque cuando llegaron se encontraron con que ya no era necesaria su intervención porque los agentes de la Benemérita se sofocaron el incendio de la avioneta siniestrada con extintores. El 112 tuvo constancia de la participación en el operativo de los sanitarios del 061 y de un helicóptero. Nada pudieron hacer por la vida del piloto y único ocupante de la aeronave.
Quedan por saber los resultados de la autopsia y de la propia investigación, encabezada por el Instituto Armado. Al parecer, la identificación del cadáver fue muy complicada, debido al efecto del fuego, y hubo que practicarle una prueba de ADN a la progenitora para contrastarla con la del cuerpo. El velatorio comenzó ayer por la tarde en el Tanatorio San José de la capital, y el entierro está previsto en Valdepeñas.