Arcadi Oliveres Boadella: "La cooperación está abandonada”
El reconocido activista en pro de la defensa de los derechos humanos en el mundo, Arcadi Oliveres Boadella, interviene esta tarde, a las 17:30 horas, en el salón de grados del A-3 de la Universidad de Jaén (UJA), dentro de la jornada “Objetiva-te”.

Se trata de una iniciativa en la que participan la Facultad de Trabajo Social de la UJA, la Coordinadora de ONGD de Jaén y el Área de Cooperación Internacional del Ayuntamiento. El experto ofrecerá la conferencia titulada “Desequilibrios mundiales y cooperación al desarrollo en el momento actual”.
—¿Sobre que profundizará en su intervención de esta tarde?
—Voy a poner sobre la mesa ese tema que aparece en estos momentos algo abandonado, que es el de la cooperación al desarrollo. En los años que llevamos de crisis la cooperación ha pasado a una segunda división. Durante mucho tiempo fue el tema prioritario de los movimientos sociales, hablábamos del 0,7%, de la deuda externa, de las ONG... Pero ahora parece que hemos optado por una opción, —equivocada—, con la que pensamos que debemos ser primero que los demás y que los pocos fondos públicos que tenemos han de ir para nuestras necesidades, que son muchas. Es verdad que falta dinero, pero también que hay que quitarlo de otras cosas empezando por el fraude fiscal.
—¿Cuáles serían los mecanismos para hacer un reparto equilibrado entre nuestro país y los que están en vías de desarrollo?
—Hay que mirar bien cuando hablamos de gastos y de ingresos. Debemos empezar a pensar, no tanto en los impuestos, pero sí en la recaudación de los impuestos. Tenemos que ser capaces de eliminar aquel trauma importantísimo que se llama el fraude fiscal. Recuperar de Hacienda los que los técnicos han calculado que son unos 93.000 millones de euros al año de fraude fiscal. Así, esto ya nos daría mucho de sí, tanto para gastos sociales, como para cooperación. Y, en segundo lugar, lo que hay que hacer es una racionalización del gasto público. Hoy en día tenemos una cantidad más que notable de gastos que no tienen ninguna perspectiva social y de los que se podría prescindir fácilmente. Por ejemplo, las enormes cantidades de dinero que se han dado al rescate bancario, que calculo que esto para España ha debido de suponer unos 180.000 millones de euros, lo cual es una cantidad prácticamente inaceptable. Después, hay otros gastos cuya reducción también sería necesaria. Estoy metido, desde hace tiempo, en organismos que vigilan el gasto militar y tengo la impresión de que los 52 millones de euros diarios que se invierten en preparar guerras es algo que también se podría ahorrar perfectamente.
—¿Cómo se puede concienciar a la ciudadanía en estos momentos sobre esta redistribución?
—Esto es una cuestión de pedagogía. El tema de la cooperación en España a principios de los años 80 fue muy fuerte, se hizo una labor pedagógica muy potente por parte de las ONG o los movimientos sociales, pero creo que ahora se ha olvidado y abandonado. Y tengamos en cuenta que lo que antes era una necesidad en el tercer mundo, en los años transcurridos no ha mejorado, sino que ha empeorado. Por lo tanto, nuestra obligación frente a ellos —aunque tengamos crisis— es una obligación mayor que en aquel momento.
—¿Cree que las redes sociales acercan la realidad de estos países?
—Aún queda muchísimo por conocer. Es verdad que en internet se informa de cuestiones importantes, pero también es cierto que para la gran mayoría de la población, esta realidad tiene una presencia relativamente pequeña en las redes sociales. Son los grandes medios de comunicación los que dan a conocer esta información de manera mayoritaria.
—¿Hay una buena formación en cooperación en España?
—Es en el país de los que más se ha avanzado en los últimos años. La formación de profesionales en temas de cooperación ha sido enorme. Se celebran muchos cursos, hay grados, másteres o posgrados universitarios, pero luego no hay mucha posibilidad de que esto sea aplicado directamente a la vida real. Los fondos públicos se han destinado a otras prioridades y muchos de esos aprendizajes, a veces, por desgracia, acaban cayendo en saco roto o sirven para una sola cosa —importante en sí misma— que es la creación de conciencia entre la población. Pero es menos útil en cuanto a aplicabilidad, que es lo más necesario y urgente.
—¿Cómo se puede acercar a un joven para que tome conciencia?
—Hay varias etapas. Una en la que el chaval se está formando y tiene muchas teclas que tocar, como la de su formación, la de sus relaciones sociales y si pertenece a grupos jóvenes. Y otra fase, cuando termina su carrera universitaria, en la que una gran salida podría ser una vinculación con alguna de las muchas ONG que, afortunadamente, existen en España. Así, acabará adquiriendo un buen aprendizaje y práctica. Y, por tanto, será útil lo que aprenda y lo que pueda hacer a favor de los demás.
—¿Cree que hay una visión negativa hacia las ONG?
—No, yo diría que la mayoría actúan correctamente. En España está la Coordinadora de ONG, cada autonomía tiene su propia federación, y hay unos códigos éticos que cumplen en su gran mayoría.