Más allá del deber

Voy a salir adelante. Lo tengo claro, por mi familia, por mis compañeros... Tengo que salir”. Antonio Jesús Chica Caballero no puede terminar de pronunciar la frase. Lo impide un nudo en la garganta que, también, le arranca un sollozo. “Perdona, es que todavía tengo muy recientes los efectos de la quimio”, se disculpa este policía nacional, perteneciente a la Unidad Adscrita a la Junta. El agente, nacido en la capital hace 40 años, lucha contra un “gliobastoma multiforme”, el tumor cerebral más grave y agresivo de cuantos se conocen.

14 feb 2015 / 09:40 H.


La enfermedad, que le fue detectada el 31 de diciembre de 2013, no se produjo por casualidad. Más bien todo lo contrario. Tiene su origen en un acto de servicio que Antonio Jesús protagonizó en febrero de 2008. Entonces, el agente disfrutaba de unas vacaciones en Almuñécar. Mientras estaba en el balcón del hotel, con su mujer y unos amigos, vio que un grupo de jóvenes, que iban disfrazados —era carnaval—, destrozaban a patadas una furgoneta. Así que, a pesar de estar fuera de paisano, decidió intervenir. Bajó a la calle, se identificó como policía y pidió a los autores que cesaran. Incluso, llevaba su móvil en la mano para pedir refuerzos. Sin embargo, no le dio tiempo a avisar. Por sorpresa, varios de los encapuchados se abalanzaron sobre él y le dieron una paliza. Uno de los puñetazos le hizo caer al suelo. Antonio Jesús se golpeó contra un bordillo en la cabeza y perdió el conocimiento: “Solo me acuerdo de cuando desperté en el hospital con más de veinte puntos de sutura en la sien”, explica. Tras estar de baja un mes debido a la agresión, Antonio Jesús se reincorporó a su puesto.
El tumor. Desde entonces, trabajó con total normalidad. Lo único es que, de vez en cuando, sufría dolores de cabeza: “Lo achacaba al estrés, a la tensión y al cansancio, porque estuve preparando las oposiciones para ascender a subinspector”, recuerda ahora. Sin embargo, el 31 de diciembre de 2013, se desmayó mientras estaba custodiando a un detenido. Tuvo que ser ingresado en el Hospital de Jaén, donde le detectaron un tumor en el lóbulo cerebral temporal derecho. Es la misma zona donde, cinco años antes, se había golpeado como consecuencia de la paliza. Apenas tres semanas más tarde, tuvo que ser sometido a una complicadísima intervención quirúrgica para extraer “el bicho”. Tenía 13 centímetros de volumen. Los oncólogos pronto descubrieron la conexión entre el tumor y el golpe que Antonio Jesús sufrió en la cabeza: “El traumatismo craneal severo puede ser el factor desencadenante que explique la enfermedad”, dijeron los especialistas en su informe.
El pasado mes de septiembre, la Dirección General de la Policía le reconoció que la enfermedad que sufre debe ser considerada un accidente laboral. Es decir, se establece que hay una relación causa-efecto entre la agresión y el tumor cerebral. “Es una de las primeras veces que se produce esta situación en España”, asegura Javier Ortiz, responsable del Sindicato Unificado de la Policía en Jaén, que ha estado al lado de Antonio Jesús desde el minuto uno y quien destaca la labor realizada por todos los responsables de la Unidad Adscrita en Jaén.
El informe no deja lugar a dudas de que el agente fue más allá de su deber y puso en peligro su propia vida para evitar un delito: “La suya fue una acción altruista, que contribuyó a enaltecer tanto su prestigio profesional y personal como a exaltar la imagen del Cuerpo Nacional de Policía”, dice, literalmente, la resolución de la Dirección General. Ahora, sus compañeros pretenden que se le conceda la Cruz al Mérito Policial con Distintivo Rojo: “Mi mejor medalla es salir hacia adelante y volver a vestir el uniforme”, concluye.