El castigo del “buen ladrón”

Todo comenzó el 15 de diciembre con una llamada anónima al 091. Un hombre, que no quiso identificarse, avisó a la Policía de que había dejado un paquete para ellos debajo de un coche aparcado en la Avenida de Andalucía. Cuando una patrulla se personó en el lugar, encontró una bolsa que contenía tres cintas de vídeos con imágenes de abusos sexuales a niños. Un sobre marrón contenía una nota escrita a ordenador: “He tenido la desgracia de que han caído las cintas en mis manos y me veo en la obligación de presentarlas dejando que ustedes hagan su trabajo y puedan meter a ese hijo de puta en la cárcel de por vida”. En el escrito, también aportaba la dirección en la que vivía el pederasta, ubicada en la calle Hospital de San Miguel, en La Magdalena. Ahí comenzó la historia del “buen ladrón”, el hombre que con un robo pudo desenmascarar a un presunto pederasta que todavía espera juicio.

22 nov 2014 / 09:56 H.


Con esos datos, para la Policía fue coser y cantar detener a Antonio B. G. Por las grabaciones, la Policía identificó cuatro casos de abusos sexuales a menores de entre 10 y 16 años, si bien tres de los casos están prescritos. Presuntamente, este hombre se ganaba la confianza de los menores, aprovechándose de su condición de entrenador de fútbol sala para mantener relaciones sexuales con ellos. Llegó a pasar casi un mes en prisión preventiva por estos hechos y ahora se enfrenta a una petición de condena de seis años de cárcel.
Desde el principio, los investigadores sospecharon de que alguien había entrado en la casa del presunto pederasta y le había robado el material que, durante años, había almacenado cuidadosamente.
El 1 de enero, el “buen ladrón” hizo una segunda entrega de cintas con el mismo “modus operandi”. Dejó más material en la calle Millán de Priego y avisó a la Comisaría. Sin embargo, cometió un error. Sus huellas dactilares se quedaron en la bolsa en la que envolvió las grabaciones.
Como tenía antecedentes policiales, los investigadores de la UDEV lograron identificarlo. Tras tres intentos fallidos de detención, el “buen ladrón” se entregó en la Comisaría el 22 de enero. Se trataba de Pedro José de Dios Almagro, un joven de 20 años, que admitió haber entrado en la casa de su vecino de al lado, “aunque no para robar ni para tener un beneficio”: “Lo hice porque en el barrio había muchos rumores de que ese hombre les hacía cosas a los niños. Quise ver si era verdad. Entré a buscar si había algo y lo encontré”, dijo, en declaraciones a JAÉN, poco después de confesar su delito. Consiguió las “pruebas” que pretendía para que la Policía detuviera a su vecino.
Sin embargo, para la Justicia no hay buenos ladrones. Para la dama de los ojos vendados, todo aquel que comete se apropia de algo que no es suyo merece un reproche penal, aunque con su robo se destapara un delito todavía más grave. Y es lo que le ha pasado a Pedro José de Dios Almagro. Fuentes judiciales cercanas al caso confirman que ha sido condenado a seis meses de prisión por un delito de robo con fuerza. El joven ha admitido los hechos y ya ha firmado el acuerdo de conformidad con la Fiscalía. Las mismas fuentes explican que podrá pedir la sustitución de la pena de cárcel por trabajos en beneficio de la comunidad. Se le han aplicado las atenuantes de confesión y reparación del daño. Y es que se considera probado que Pedro José de Dios entró en casa de Antonio B. G. a primeros de diciembre de 2013 y se apoderó de una videocámara, varias cintas, una mochila y un bolso de mano. En su denuncia, el presunto pederasta aseguró que había echado en falta otros objetos como un televisor de plasma y un ordenador, que nunca han sido encontrados y cuyo robo no se le puede atribuir a Pedro José de Dios Almagro. Nunca habló de las grabaciones pedófilas.
Para muchos, el “buen ladrón” es un héroe, que firmó una hazaña. Para la Justicia, lo que hizo fue un delito por el que debe pagar.