Premios para la ciencia olivarera

Si Hollywood tiene los Oscar para premiar las mejores películas, los científicos del olivar también cuentan con sus galardones que reconocen los mejores trabajos del año. La Caja Rural de Jaén ejerce de mecenas para animar a los investigadores a desarrollar conocimiento que redunde en el cultivo, en la elaboración del aceite, en la comercialización, en la mejora de la renta de las personas que viven de esta actividad y en la divulgación de la cultura olivarera en cualquier ámbito.

30 oct 2014 / 10:06 H.

 

La Caja Rural de Jaén entregó ayer —en su sede de Geolit— los premios. Su jurado de expertos, entre los que se encuentran grandes investigadores, fue el encargado de seleccionar los tres trabajos merecedores del reconocimiento. La Fundación de la cooperativa de crédito es la que impulsa estos reconocimientos. Por eso, su director, Luis Jesús García-Lomas, fue el encargado de abrir el acto. Dio las gracias a los miembros del jurado por su labor —entre los que se encuentra el rector de la Universidad de Jaén, Manuel Parras Rosa— y defendió la labor de la Caja para apoyar a los investigadores. “Trabajamos en favor del avance del olivar, que se basa en avanzar en el cultivo y en su eficiencia. Sabemos que mejorando damos apoyo a la sociedad y a la economía. Jaén es el mayor centro productor y ha de abanderar la ciencia olivarera”, dijo Luis Jesús García-Lomas en su intervención.

Mercedes Campos Aranda, investigadora de la Estación del Zaidín (Granada) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), recogió el primer premio. Lo logró también con el apoyo de la tesis doctoral de Mario Porcel, que analizaba el control biológico de los insectos del olivar. El trabajo pretende conservar unas poblaciones de insectos beneficiosas para el cultivo gracias potenciar a las que benefician a los agricultores para que ataquen y controlan a las que dañan las cosechas.

Javier Sanz Cañada, del Instituto de Economía y Geografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid, obtuvo el segundo premio. Analizó el olivar de montaña desde el punto de vista de la calidad y del valor añadido. Además, llega a la conclusión de que, sin las ayudas, la mayoría del cultivo no sería rentable, por lo que una supresión del apoyo acabaría con unos paisajes espectaculares. Por último, Milagros Saavedra, del Instituto de Formación e Investigación Agroalimentaria (Ifapa), obtuvo otro reconocimiento después de investigar los musgos que existen en el cultivo, un proyecto del que también forma parte el jiennense Manuel Barneo. Defiende su conservación porque evitan que la aceituna se clave en el suelo y, por lo tanto, también reduce las impurezas que llegan a las fábricas, como tierra.