Seis mujeres estudian en Burundi gracias a la ONG "Se puede hacer"

Encienden un vela en mitad de la oscuridad en una casa-habitación y se disponen a estudiar, arropadas por el silencio de la república de Burundi. Seis chicas de entre 20 y 24 años son las afortunadas que, tras una dura selección, cuentan con una oportunidad de salir adelante tras vivir los estragos más crudos de una guerra civil. Una valiosa llave de oro que les brindó la ONG Se puede hacer, presidida por la jiennense Pilar Belart y que les conducirá hasta la puerta que las libere en su país.

22 jul 2014 / 22:00 H.

Porque para la organización solidaria la formación es la mejor herencia que se puede otorgar para conseguir el avance, el desarrollo y la libertad, Belart organizó unas becas exclusivas dirigidas a chicas con unas características. Mujeres que padecieron una infancia y adolescencia bañada en sangre, humillaciones y degradación son en las que “Se puede hacer” fijó su objetivo. “Gracias a unos microcréditos conseguimos dar unas becas para que pudieran estudiar”, explica Pilar Belart, quien apunta que una de cada mil personas puede entrar en la Universidad en Burundi y de esa porción, un 30% son mujeres.
Pero, ¿de dónde consigue los fondos la organización solidaria? “El dinero que se recoge es de los diferentes proyectos que realizamos, de la Diputación Provincial, que nos costea los viajes hasta el país africano, o con los rastrillos que organizamos a lo largo del año. Pero no solo contamos con aporte económico, ya que tanto las universidades de Jaén como la Internacional de Baeza nos ceden a sus profesores como Julio Terrados, que participa en uno de nuestros proyectos”, cuenta Belart.


Inmersas en sus estudios de Informática, así como de Letras y Ciencias Humanas, Traducción e Interpretación, las seis jóvenes son conscientes de que les ha tocado una lotería. “En una semana presentamos la convocatoria por radio. Comenzamos el lunes, el viernes pregunté por las solicitudes y me dijeron que habían entre ocho y diez. Pero mi sorpresa fue el sábado cuando me confirmaron que había unas 134. ¡Todo el país se movilizó en solo cinco días!”, recuerda orgullosa la responsable de “Se puede hacer”. A partir de ahí, tuvieron que cambiar criterios de selección para ofrecer las becas a cinco mujeres. “Solo teníamos dinero para ese número”.


Sin embargo, una vez en España, Pilar Belart recibió la llamada de un chico que le pedía un último esfuerzo: “Me dijo que una de las chicas, cuya solicitud la mandó en un sobre viejo y que quedó la primera suplente es pigmea”, cuenta con un hilo de ternura Belart. “Ellas no acceden nunca a los estudios, ¿cómo dejarla fuera?”. Fue cuando “Se puede hacer” volvió a hacer honor a su nombre para movilizar a sus socios que contribuyeron para pagar la sexta beca. “Es precioso”, remata, satisfecha la presidenta de la ONG.


Aunque a penas tuvo unos escasos días tras la selección, Pilar Belart y su equipo, consiguieron visitar a una de las afortunadas. “Les hacemos el seguimiento, pues ellas tienen que compensar de otra forma este privilegio, por medio de la organización del voluntariado”, indica la jiennense, quien matiza que tendrán que trabajar con niños o con pigmeos unas 80 horas al año. “La idea es que formen una cadena y solucionen los conflictos para conseguir el respeto a la mujer. Y, por supuesto, tienen que aprobar”, aclara.
Y es que la educación y la enseñanza son las claves que, para “Se puede hacer”, permitirán sacar de un profundo pozo a estas jóvenes.