La incandescente llama de la fe

En su tercera edición, la gala de los Galardones a una Vida Cofrade fue un derroche de reconocimientos a todas esas personas —anónimas, casi siempre— que, ya sea con un poema, con la composición de una marcha, con el regalo de su voz al paso de la imagen de Cristo o con su simple acompañamiento, de mantilla o debajo del trono, hacen aún más grandes esas costumbres católicas que forman parte del ADN de esta tierra.
Si los componentes de la banda de Nuestra Señora de la Asunción hicieron pequeño el escenario del Nuevo Teatro con su presencia —tomaron las tablas unos cien músicos—, el desgarro épico y triunfalista de las tres marchas que tocaron hicieron lo propio con las instalaciones, arrancando aplausos, vítores y ovaciones fuera de guion que se sucedieron a lo largo de toda la noche.

“Porque os queremos”, “porque Jaén se lo merece y su Semana Santa también”, “ahora toca aplaudir a un montón de buena gente de Jaén y sus barrios”. Las palabras del director del periódico de referencia de la provincia, Juan Espejo, introdujeron a los premiados de una gala que comenzó con la entrega de galardones del III Certamen Nacional de Poesía, Relato Corto y, por primera vez, de Fotografía. Los primeros premios de cada categoría demostraron al público por qué han merecido los galardones del concurso. Bajo el cañón de luz, sus voces se adueñaron del silencio y las posibilidades del lenguaje dirigidas a Cristo, a su Pasión y también a su Gloria, emocionaron a los presentes en una velada en la que los reconocimientos a título póstumo y a una vida cofrade se sumaron nuevos premios “para llegar a nuevas personas”. Más cofrades que, de forma callada y con “una fe vivida día a día —destacó el presidente de la Agrupación de Cofradías, José Paulano—: “Han contribuido a que la llama cofrade siga viva en el tiempo” y “que han contagiado con su fe a otras personas”.

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