Hacer del verano un gran juego

La escuela de verano de la Universidad Popular llena de entretenimiento las mañanas de los más pequeños

30 ago 2016 / 15:30 H.

Quién dijo que el verano era aburrido? Muchos niños desean la llegada de las vacaciones para desconectar, durante unos meses, de la dinámica escolar: Profesores, deberes, exámenes, clases particulares, etcétera. Pero, con las obligaciones laborales cada vez más arraigadas en las parejas con hijos, también en verano, los pequeños pueden llegar a sentirse muy solos en época estival.

Para evitar que el verano se convierta en una época tediosa y solitaria, nacen iniciativas como la ludoteca de la Universidad Popular Municipal (UPM), un paraíso infantil en el que no falta ni una opción para divertirse. Los padres que ya saben de la calidad de la que presume la escuela de verano de la UPM colaboran a la difusión de su labor mediante el boca a boca, una publicidad gratuita que ha bastado para que, este año, la universidad de la Avenida de Andalucía colgara rápidamente el cartel de “Completo”. Las cifras hablan por sí solas. Y es que por las instalaciones de este centro municipal han pasado 404 menores, un número que, según la directora de la UPM, Rocío Marín, habría sido mayor si hubiesen ofertado más plazas.

Desde la última semana de junio, numerosos niños jiennenses han formado parte de las rotaciones de los siete grupos en que la UPM los dividió. El momento álgido llegó en la segunda semana de julio, cuando el centro registró hasta 265 menores en sus filas. “Lamentablemente, no podemos hacer frente a la demanda de plazas que hay, tenemos unos medios limitados con los que hacemos todo lo posible”, afirma Marín, que espera poder ampliar su oferta de cara a la próxima temporada. El presupuesto, íntegramente sacado de los fondos del Ayuntamiento de Jaén, se completa con las cuotas que pagan los progenitores, una cifra simbólica que, comenta la director de la UPM, apenas cubre un tercio del coste del servicio, que pone a disposición de los niños a 20 monitores.

Horario. Todos los que pasan por allí, se van a casa cada mañana con una sonrisa en los labios y, en ocasiones, hasta con manualidades y comida hecha por ellos mismos. Trece módulos distintos en los que se entrelazan el inglés, el cine, la piscina, la lectura, el baile, el teatro, las manualidades y, por supuestos, los ratos dedicados al juego.

Aunque el horario de “clases” comienza a las nueve de la mañana, la UPM permanece abierta desde las 8:15 horas para que los padres puedan dejar a sus hijos allí antes de comenzar su jornada laboral. Cada día lo componen tres actividades didácticas distintas, de las que la cocina parece ser la favorita. “Además lo hacen todo, desde la misma masa del hojaldre hasta las salsas para condimentar”, señala Raúl Montilla, coordinador de la ludoteca. Además, a los alumnos de la escuela de verano se les enseña a improvisar en los talleres de teatro, se les incita a la lectura e, incluso, a tocar pequeños instrumentos.

Enseñar a reciclar
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Tan importante como hacerles disfrutar es educarles mediante el juego. Es una de las señas de identidad de la ludoteca veraniega de la UPM, que incluye en su calendario de “clases” un módulo dedicado a manualidades. En él, los pequeños repartidos en diferentes grupos dejan volar su imaginación para obtener un producto totalmente útil a partir de lo que otros denominarían “basura”. Un marco de fotos a partir de cajas estropeadas de compact discs o un pez de colores a base de discos ya rallados son algunas de las propuestas de los monitores de la universidad, siempre a fin de que los niños aprendan y, al mismo tiempo, se lo pasen en grande y desarrollen su creatividad.