El casco histórico “muere” por un abandono crónico

La presidenta de “San Juan” reivindica una rehabilitación integral

13 oct 2017 / 10:30 H.

En la carretera de Granada, una valla publicitaria de una conocida constructora de la capital señala que las piedras se convierten en patrimonio, si se conservan. En un momento en el que la preservación del patrimonio es sinónimo de riqueza, ligado al turismo, la frase funciona como recordatorio y como advertencia y dirige el pensamiento hacia la zona más castiza de la capital: un casco histórico sumido en el olvido de las administraciones —sobre todo, Ayuntamiento y Junta— y castigado por el incivismo de sus residentes, que ahora son capaces de aparcar en la misma puerta de la iglesia de San Juan.

Solares abandonados, proyectos que duermen el sueño de los justos, vertederos improvisados, mobiliario urbano destrozado que no se repone, suciedad a mansalva y ratas que son capaces de encararse a los gatos. “No todo es culpa del Ayuntamiento, pero el abandono del casco histórico no es de ahora. Es de hace muchos años y da igual quien gobierne. No se apuesta por el casco histórico y necesita una rehabilitación integral”, sintetiza la presidenta de la Asociación de Vecinos de San Juan, Mari Ángeles Barranco, en una queja compartida por otros colectivos vecinales de la zona y asociaciones culturales.

En una ciudad que, urbanísticamente, no empezó a expandirse hasta el siglo XX, el casco histórico concentra buena parte de la arquitectura monumental. Sus calles, serpenteantes y recoletas, como las de la judería, son la memoria de un entrecruce de culturas y de estilos de vida pasados, y, en el presente, parte del recorrido de los turistas que visitan la capital. Pero ese camino está marcado por una dejadez que, cuando terminan las visitas turísticas y el Palacio de Villardompardo (el único centro que dinamiza la zona) cierra las puertas, reduce el distrito a un gueto. Un distrito en el que los servicios públicos dejan que desear y hasta el Ayuntamiento es incapaz de retirar los coches abandonados que hay en el aparcamiento improvisado que es la hoquedad que dejó el Palacio de los Uribe cuando la Junta lo derruyó.

Las promesas municipales por darle alguna utilidad se han sucedido, sin que ninguna haya prosperado. Pero verlo, tal y como está ahora, es “vergonzoso”, denuncia Barranco. “Se te cae el alma a los pies —agrega—. Como hay tanta demanda de aparcamiento, en un momento dado, dices: ‘Vale, provisionalmente, que se utilice así, pero es que es una pena como está, lleno de basura y con coches semidesguazados”.

La construcción de un instituto en el inmenso solar de San Andrés (APA III), la almazara-escaparate de la calle Elvín, la Casa del Artista, en la que la jirafa pintada en la fachada ha desaparecido bajo la frondosidad de una higuera, o el Centro de Interpretación de la Judería son algunos de los proyectos “abandonados” que acumula el casco histórico. Y eso, a pesar del “enorme potencial” que los representantes políticos de todos los colores le reconocen, cuando lo visitan.