El aceite “hierve” en el mercado y se paga a 4 euros

La escasa cosecha internacional y el buen ritmo de las ventas disparan la cotización

02 may 2017 / 11:08 H.

El aceite de oliva vive un momento dulce. El producto “hierve” en el mercado después de que la cosecha internacional fuera más baja de lo esperado y el ritmo de ventas siga fuerte gracias a la demanda que registran los nuevos mercados, que se plasma en un potente ritmo de las exportaciones. El Indicador de Precios en Origen de la Fundación del Olivar (Poolred) registra una cotización casi de récord. El zumo de la aceituna se paga a 4 euros por kilo en las operaciones a granel, es decir, en las partidas que salen de las almazaras rumbo a las plantas envasadoras. No es más que una consecuencia de la ley de la oferta y la demanda. Los operadores saben que existe poco producto y la venta se mantiene firme, por lo que prefieren pagar un poco más y no arriesgarse a desabastecer a sus clientes, ya que temen que haya otra empresa que sí disponga de producto y cubra en nicho de mercado que han logrado con esfuerzo.

La cotización está por encima de los parámetros de rentabilidad, por lo que deja beneficio entre los agricultores. La aceituna de esta campaña se ha pagado bien. Además, ahora las cooperativas y las almazaras entran en una dicotomía difícil de resolver, que pasa por vender el producto ahora o aguantar un poco más para ver si el mercado se calienta un poco más y sube la cotización del producto.

Para ver el aceite de oliva en estos niveles hay que remontarse bastante atrás. De hecho, en la campaña 2006 se lograron valores de hasta 4,27 euros por kilo después de que las heladas de 2005 dejarán el cultivo sin capacidad productiva. En cambio, este año resulta diferente. Jaén tiene una cosecha media, por lo que puede aprovechar para colocar sus más de 500.000 toneladas en el mercado a unos indicadores muy interesantes. De hecho, existen aceiteras que para mantener un nivel de ingresos medio han decidido sacar al mercado una partida durante todos los meses sin importarles la cotización para reducir al mínimo el riesgo que conlleva decidir cuándo vender y cuando no.

Sin embargo, este horizonte de buenos precios no es habitual. Los olivareros han pasado años bastante complicados. No hace tanto, allá por 2012, concretamente en febrero, la Unión Europea activaba, otra vez, las ayudas para el almacenamiento privado de aceite de oliva. Agricultores, cooperativas y almazaras cobraban una subvención a cambio de retirar una parte de la cosecha para que no saliera al mercado. Así se confiaba en que el producto que quedaba, animado por la ley de la oferta y la demanda, subiera de valor. Había menos “oro líquido”, por lo que su cotización estaba obligada a crecer. Entonces, el aceite valía poco más de 1,5 euros. Los olivareros se “echaban las manos a la cabeza” y solo deseaban que producir aceite fuera rentable o, lo que es lo mismo, que la venta del producto que cuidan durante doce meses les permitiera vivir, pagar sus recibos y sustentar a su familia. Por eso, ahora que el producto lleva dos años y medio por encima de los tres euros, salvo alguna bajada esporádica de una de sus calidades debido a situaciones concretas y excepcionales del mercado que se hayan producido en un mes, son tiempos para la felicidad.

Desde noviembre de 2014, el “oro líquido” jiennense se vende a más de 3 divisas europeas, lo que supone casi un sueño para los agricultores del que no se quieren despertar. El producto está en los parámetros de la rentabilidad y permite ganar dinero a la gente que lo genera. No obstante, eso sí, con mucho más esfuerzo, ya que mantener esta cotización requiere un mayor trabajo de comercialización porque las operaciones internacionales son, sobre todo, las que sustentan el valor. Y a nadie escapa que resulta mucho más sencillo esperar a que venga una cisterna a la cooperativa que llevarla a Rusia, China, Japón o Taiwán. En cambio, los agricultores, poco a poco, se han dado cuenta de que tienen que hacerlo.