Diversión y formación, de la mano

Entretener, divertir y formar son los principales objetivos de la escuela de verano puesta en marcha por segundo año consecutivo por el centro Integrar Formación, que comparte con el resto de iniciativas de este tipo que se desarrollan durante la temporada estival. Pero a estos fines se suma otro, que sin duda es el más importante de todos: intentar normalizar el verano de las personas que cuentan con algún tipo de discapacidad. “Al igual que ocurrió el año pasado, la actividad cuenta con muy buena acogida. Y, sin duda alguna, la mayor recompensa que nos queda es la satisfacción que nos transmiten las familias, ya que algunas nos han comentado que los jóvenes nunca han sido tan felices como durante estas vacaciones”, explica Lucía Ruiz Torres, directora del centro Integrar Formación.

Con respecto a las diferencias con el resto de las escuelas de verano “al uso” que se suceden en diferentes puntos de la provincia, la principal es que el centro trabaja con gente de todas las edades y discapacidades: “El más pequeño tiene tan solo 6 años, mientras que el mayor supera los 60”. También variada es la oferta de ocio, con talleres en los que hasta el momento se ha trabajado la naturaleza —con el conocimiento de árboles y frutos o talleres sobre las estaciones del año, entre otras cuestiones—, o los oficios y herramientas que se utilizan en diferentes profesiones. A ello se suma, hasta finales de este mes de agosto, actividades deportivas, juegos y la piscina, además de la formación y el refuerzo educativo, cada uno según su necesidad, puesto que incluso algunos de los participantes en la escuela de verano cuentan con la colaboración del centro durante el resto del año para la preparación de oposiciones. Además, y con el objetivo de facilitar que los padres puedan conciliar su vida laboral durante los meses estivales, ofrece la posibilidad de que los participantes se queden a comer.

La iniciativa se desarrolla por quincenas, desde el pasado mes de julio, y una de sus peculiaridades es que no se repiten las temáticas de los talleres, por lo que si una persona disfruta más de una quincena de la iniciativa hace actividades diferentes. “No nos gusta trabajar con grupos grandes, porque lo que pretendemos es dar un servicio de calidad, y como tenemos todo tipo de discapacidad, desde down a xfrágil, retraso madurativo o autismo, intentamos que haya entre 25 y 30 jóvenes cada quincena”, puntualiza.