Cooperantes que son ángeles de la guarda

Son muchos los profesionales que abandonan sus comodidades y su vida para colaborar de manera desinteresada en países en vías de desarrollo. Su labor humanitaria supone todo un soplo de esperanza en sus destinatarios

09 oct 2016 / 11:04 H.

Buenos días, Jaén. Esta es mi segunda semana en Bangassou y al fin ya he empezado a ser una cooperante más, pero sin tener la fatiga, cansancio, desgaste, etcétera, que acumulan las personas que trabajan en esta Fundación, como son los profesionales de la medicina en orfelinatos, con enfermos de lepra y en general. La hora de levantarse son las 5,30 de la madrugada por dos motivos: el primero y más importante es que a las 6 de la tarde ya es de noche y la mayoría, o un porcentaje elevado, no tienen luz, y el segundo caso es que hay mucho trabajo, ya que no solo se dedican a una actividad. Aquí se hace de todo, como pasar consulta, desayunos a los enfermos, atenderles lo mejor posible dentro de su precariedad, ya que son personas que solo tienen un bastón para apoyo y es como si este utensilio fuese del que dependiera sus vidas.

En España, por norma, son tres comidas mínimo para una familia, que a veces se convierten en 4, 5 o 6, sin contar los aperitivos. Sin embargo, aquí las personas solo hacen la primera comida al día, como es arroz, azúcar mezclada con agua, un café y una gacheta y también lo que las hermanas misioneras les aportan y ayudan. Pero esta semana lo que más deseo destacar son las donaciones, recaudaciones y medicamentos que se envían a Bangassou que es lugar donde me encuentro.

Empezamos por las donaciones de gafas, y que nuestra doctora Carmen Peña tiene tan bien organizadas. Ella, junto a la doctora Ascensión Pérez (cordobesa, aunque jiennense de corazón), recogen todo y ordenan las gafas de vista y de sol, ya que aquí hay un sol intenso que afecta a los ojos, produciendo cataratas, conjuntivitis y otras patologías oculares.

Todos los años hay una campaña quirúrgica de oftalmología en la que se opera especialmente cataratas (este año han sido 95). La doctora Peña en las consultas previas y luego la doctora Pérez los opera trabajando ambas 15 o 16 horas diarias en plena campaña. Hasta las 12 de la noche les han dado en el quirófano, siempre con la ayuda excepcional de la hermana Julieta. Para nosotros en Jaén es un simple consulta, pero para estas humildes familias es la propia vida. Las gafas recaudadas están ordenadas por tipo de visión o dioptrías (como así se puede ver en una de las fotos que ilustran este artículo).

Cuando el trabajador termina su jornada de 8 horas, nos marchamos a casa y descansamos. En África, cuando se concluye el trabajo de diario, los trabajadores se van al almacén con el fin de preparar los medicamentos del siguiente día, ordenando meticulosamente el historial de cada enfermo, todo con papel y lápiz. Incluso, visitan al enfermo, que en algunas ocasiones está a cinco kilómetros cuando ya no se encuentran en el hospital. Son personas que están entregadas a su profesión y dan el cien por cien de todo su esfuerzo para que el enfermo salga adelante. Las cooperantes son personas entregadas física y mentalmente a su profesión como cualquier persona que le encante su trabajo, pero en África es muy distinto todo. Sin luz, sin agua, sin camas ni ropa para poder cambiar para antes o después de una intervención. Gracias a todas y cada una de las donaciones que se hacen, estas profesionales hacen del día a día un trabajo ejemplar y los enfermos quedan muy contentos, a pesar de su miseria. Hoy en día hay un muy numeroso grupo de médicos y cooperantes dedicados en cuerpo y alma al mundo misionero, pues no siempre tienen que ser religiosas; los hay también cooperantes laicos como yo, que soy una cooperante laica española o voluntaria y tengo familia e hijos en Jaén. África te enamora y te cautiva y cuando te sientes útil y ves tanta pobreza, creces en corazón, ilusión y mucho amor hacia los demás, y ellos te lo agradecen de corazón.

Finalizo esta semana y doy un gran mensaje: sed caritativos, donar las cosas, dinero u objetos, etcétera, por muy insignificantes que sean o parezcan, porque aquí es mucho lo que se necesita y es poco lo que se recibe. Si lo hacéis de corazón, todo llega a manos de estos grandes profesionales que dejan familia y se dedican a este mundo. Un saludo desde Bangassou- Centroáfrica de Pepa Arroyo Guardia.