Un Bond contra el Doctor No

En el ecosistema de la política se establecen tácticas propias de la naturaleza. Sobrevivir en ella, además, se antoja azaroso y los peligros que se deben sortear, variados. Mimetizarse y pasar inadvertido ahora que se dirime una investidura es casi imposible. De ahí que, directamente, algunos opten por hibernar hasta que pasen las elecciones del 24-M y poder salir de la cueva y otear el camino más conveniente para buscar alimento.

11 may 2015 / 09:42 H.

Paradojas del equilibrio natural, las maniobras de distracción de unos sirven de forraje dialéctico para quien manda en el reino andaluz. Así lo esboza desde hace días la presidenta en “stand by”, quien recuerda al respetable que no la dejan gobernar. Susana Díaz, apoyada en el comportamiento de unos y otros en el parlamento-escenario, mete en el mismo saco a renovadores tacticistas y a derrotados en busca de discurso.

En el Día de la Rosa, una muestra más del poder orgánico y político con el que domina el territorio jiennense, y por extensión el andaluz, se acordó, de nuevo, del Doctor No disfrazado de Mariano Rajoy, este no conspira como aquel de la película de James Bond para evitar el lanzamiento espacial de una nave americana. Es más mundana su misión, a tenor de la interpretación cinéfila de la presidenta en funciones que le otorga el papel del no para su investidura. Quedará por ver en estos días quién hace de apuesto superagente del M16 andaluz y si, finalmente, logra salvar a tiempo de otras sonrojantes elecciones a nuestra Ursula Andress en circunstanciales apuros. Podemos y Ciudadanos marcaron territorio y ahora se extrañan de las prisas. Por más que por momentos pareciera que el portavoz de Ciudadanos, Juan Marín, acudiera al rescate al dejarse querer, zalamero él, con sus lisonjas discursivas en sede parlamentaria. Pero, desde Barcelona con amor, Albert Rivera le dijo un poquito de por favor, y mantengamos la tensión narrativa de la saga. Si no es negro sobre blanco, no se creen pacto alguno ni melena rubia al viento. El tiempo, creen, juega a su favor.

El PP, por su parte, es capaz de mantener el guion de la lista más votada y en un escorzo decir lo contrario para caer al suelo y seguir con aquello de la fuerza de los votos. Aunque, incluso en esta calma chicha, hay quienes desde su posición ululan a Moreno Bonilla la necesidad de mudar la piel y pasar página. Claro quedó que el adelanto electoral fue pura estrategia, pero los votos y el respaldo, a pesar del desgaste, fueron una mayoría suficiente. Ahora, esta estrategia es cuestión de días, y como bien dice la presidenta, la película se convirtió en “surrealista”. La legislatura se antoja entretenida, algunos de los cambios de papeles prometen más diversión. Antonio Maíllo, sin ir más lejos, parece dispuesto a poner su carga dialéctica en beneficio de ser el azote de su antigua compañera de reparto. Aunque también se le puede recordar otra de Bond, “Nunca digas, nunca jamás”. Ya saben aquello de que el espectáculo debe continuar. “the show must go on”.