Solo fue un café con leche

Hay quienes rezaron a dioses paganos la noche antes de la constitución del Ayuntamiento de Jaén, nuestra capital en busca de autor. El movimiento zigzagueante de Ciudadanos, difícil de explicar, dio esperanza a quienes cruzaban los dedos para desbancar al PP de la Alcaldía. Velas perfumadas a Rivera, un poquito de romero a Jaén en Común y un hipotético caldero, con fuego alto, movido por el PSOE de Manuel Fernández. Pero no hubo receta para el tripartito. No estaba escrita.

18 jun 2015 / 10:33 H.

Mientras la militancia socialista hacía cábalas el día después del arreón electoral, desde la mesa de operaciones se enfriaban los ánimos con mensajes lacónicos y sin mover pieza. Luego, casi obligados por el discurrir errante de Ciudadanos de restaurantes, paradores y cafeterías... se vio en la tesitura el PSOE de decir algo al respecto: “Con leche, por favor”.

En la noche de los cuchillos largos, o versión moderna, de los tuits cortos, Salud Anguita profetizaba a lo Rubén Blades: “Nada está cerrado, ni sellado. La vida te puede dar una sorpresa de última hora”. Incluso, el número 2 de C´s, Víctor Santiago, daba una vuelta de tuerca más a la canción y reprochaba la altanería, sin gabán, de Fernández de Moya por su media disculpa, vía nota de prensa, confusa, después del repaso que hizo el reelegido alcalde de los integrantes de la lista naranja en precampaña. Terreno abonado para la trifulca a lo Pedro Navaja, pero la sangre no llegó al río y cada cual siguió por su acera. Los mensajes desafinaban, pero caía la noche y ante la algarada llamada al orden a Jaén y Almería. Y, como en la canción, recordamos: “Maleante pescador, el anzuelo que tiraste, en vez de una sardina un tiburón enganchaste. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ay Dios...”. Los últimos invitados al aquelarre lo tenían claro desde el principio: No. Jaén en Común no estaba por la labor de ser el perejil de un guiso improvisado para gobernar. Manuel Montejo no dudó. Así que el tripartito se diluyó como un azucarillo en aquel café con carpetas programáticas y poco que decir. Otra cosa será el difícil discurrir de una legislatura que tiene todos los ingredientes de un dramón salsero.

En Sevilla, por fin, Susana Díaz se coronó como presidenta de la Junta de Andalucía. Un feliz “ocho mil” político que ascendió con más dificultades de las previstas. La regeneración a palos impuesta por Ciudadanos le da carta blanca para marcar un punto de inflexión con el pasado. El apoyo de los andaluces no es una barra libre y conviene no dejar discurrir los asuntos calientes al modo mariano. La apuesta social de los últimos gobiernos es el pilar del apoyo ciudadano, pero la corrupción la termita escandalosa que amenaza el edificio. La memoria del electorado es selectiva y emerge cuando menos se espera. Ya sea en forma de ola emergente, lento cambio de tendencia o una tunda dolorosa a la par que inesperada. En Andalucía, esa lección aún no está aprendida, pero, en ocasiones, es mejor aprender en carne ajena. El PP lo sabe bien en Galicia, en Valencia donde las mayorías absolutas quedaron para la historia.