Música y belleza en San Ildefonso

La multitud congregada en la Plaza de San Ildefonso aguardó bajo un sol de verano a que las imágenes, y todos los sentimientos que propician, salieran de la iglesia del barrio, contento por disfrutar del Domingo de Ramos.

30 mar 2015 / 10:00 H.


El umbral de las procesiones de Jesús Orando en el Huerto y la María Santísima de los Desamparados eran escenas de alegría y hermosura. A falta de treinta minutos para la hora señalada, a las 17:45 salió la imagen de Cristo, Gema Martínez, mantilla de la Virgen, desvelaba lo que, en realidad, no es ningún secreto: el momento más bonito es la salida de las tallas. “Estuve más de una década en la junta de gobierno de la Vera Cruz. Salgo desde el primer año”, dijo, y celebró que crezca la afluencia de jóvenes en las procesiones de la capital.
Dentro de la iglesia, cuando aún las imágenes estaban “quietas”, la consigna entre los costaleros de María Santísima de los Desamparados era una y muy elocuente: “No te pongas nerviosa”, le dijo un chico a una compañera. Treinta y cinco hombres y otras tantas mujeres portarían, más tarde, a la Virgen. Marta Luque Peña y Estefanía Martínez son primas. La primera acumula un bienio de experiencia; la segunda, seis años. “Cuando la saquemos, mi hermano, Alberto Martínez, será uno de los que cante una salve”, anunció Estefanía, que destacó el nuevo faldón que lució la imagen.
“Es un día muy grande. Llevamos todo el año trabajando”, recordó Ángel Sanz Burgos, hermano mayor de María Santísima de los Desamparados, mientras daba las últimas instrucciones previas al gran momento. Las puertas de la iglesia de San Ildefonso se abrieron. Y de nuevo el aliento cómplice de los nazarenos: “No te pongas nervioso”, le habló un compañero a otro. Entró la luz al templo, instante en que Jesús Orando en el Huerto “empezó a caminar”. “Ahora sí, señores”, se escuchó una voz en la iglesia. Las levantadas del Cristo despertaron las ovaciones de los presentes, mientras la música sonaba fuera.
La imagen, con la voluntad de los sesenta costaleros, enfilaba la puerta. Antes, un momento precioso: las dos imágenes en paralelo. El aire se cargaba de incienso a medida que el Cristo se acerba a la calle, al encuentro con los suyos. Fue entonces cuando los que están en el interior se persignan mirándolo a los ojos, y los de fuera se elevaron de puntillas; la escena estaba a punto de llegar. Y los teléfonos hacían de cámaras.
“Enséñame a rezar por las calles de Jaén, hijo mío”, enunció un capataz. Y ocurrió: Jesús Orando en el Huerto cruzó la puerta aplaudido por su gente. El olivo de la talla rozó el zaguán del templo antes de salir a la calle. Todas las imágenes que acompañan al Cristo fueron recolocadas, según comentaron desde la Congregación de la Vera Cruz. Destacó San Pedro, expectante en el paso.

Escenas. Después, con la música que no cesó, hubo más detalles que revelaron qué es la Semana Mayor para los enamorados de la liturgia y de su significado: un costalero rompió en lágrimas en los brazos de un compañero; una niña pequeña, con un lazo rojo en la cabeza, le preguntó a su madre si el Cristo, que estaba fuera, había salido; las mantillas aguardaban elegantes en el templo, como si el tiempo se hubiese parado, y un capataz animó, con cariño, a una nazarena con el paso ya en movimiento. “Ahora sí que sí. Ya va la Señora para la calle”, se escuchó a un cofrade de María Santísima de los Desamparados.
El himno nacional “recibió” a la Virgen. Allí la esperaban sus devotos, entre ellos dos niños, con idéntica indumentaria, subidos en una ventana de un local. La música de “El Amarrao”, de Ávila, y de la Agrupación Artístico-Musical Miguel Ángel Colmenero, de Jamilena, embellecieron una cita en la que predominó el buen tiempo  y las ganas de disfrutar del primer día de la Semana Mayor. El estreno en la capital derrochó sentimiento.