Los jiennenses claman piedad para el Rey de La Alcantarilla


Jaén clamó piedad para el Señor de la Alcantarilla. Acompañó a la Estrella en su dolor y quiso secarle las lágrimas. Cientos de jiennenses se agolparon junto a la casa de hermandad y a la iglesia de la Purísima Concepción y rezaron, mucho, a sus veneradas imágenes.
Los cofrades “bendijeron”, incluso, el intenso calor de la tarde.

13 abr 2014 / 22:00 H.

Los ciento cincuenta costaleros no temieron a los angostos callejones, los nazarenos miraron al frente y se prepararon para el duro camino y las mujeres de mantilla siguieron a su Reina, que lució espléndida, como siempre. Primero salió Jesús de la Piedad, con túnica clara, por primera vez, y con la novedad de que las tallas de Claudia Prócula y Poncio Pilatos también estrenaron traje, como expresó el hermano mayor de la cofradía, José Antonio Carmona. Cristo fue recibido por su banda, la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Piedad, que abrió con el himno de Andalucía y le dedicó marchas como “Cristo de los gitanos” o “La Estrella”. Y Ella, la Señora, salió minutos después, cuando su Hijo se acercaba hacia el Pilar de la Imprenta. Para la Reina del barrio de la Alcantarilla fue el himno de España, los “vivas” y las extraordinarias marchas de la Banda de Música de El Carpio (Córdoba), que interpretó temas como “Siguiendo tu luz, Estrella” y “Virgen de las Aguas”.
Los portadores, que por primera vez desfilaron a costal en esta procesión, se abrazaron, se escapó más de una lágrima y, algunos, miraron a sus niños que, tan pequeños, ya vestían de nazarenos. Las imágenes, radiantes con los adornos florales de José Castro, pararon para sentir el calor de las madres dominicas que, emocionadas, le lanzaron pétalos de flores, una y otra vez, hasta que se marcharon.
El buen tiempo invitó, como pocas veces ocurre en Semana Santa, a salir y disfrutar de la calle, y Jesús de la Piedad y la Virgen de la Estrella, que también contaron con el acompañamiento de la Hermandad de la Virgen del Rocío, estuvieron más que acompañados durante todo el trayecto. El paso del Señor, dirigido por el capataz Agustín Úbeda, y el de palio, bajo el mando de Juan Jesús Galán, brillaron con luz propia a su llegada a Bernabé Soriano y, también, con la iluminación de los hermanos de luz, relucieron por la Plaza de Santa María. Niños y mayores sintieron el calor, incluso, entrada la noche del Domingo de Ramos.