Los Estudiantes regresan a las calles con una comitiva ejemplar


La cofradía de La Merced se sacudió la frustración de dos años sin, prácticamente, salir a la calle y reapareció en la capital con una procesión ejemplar, plena de nazarenos y con el sello de seriedad que caracteriza a su comitiva. La elegancia de su sencillez —franciscana sencillez— hermoseó el Lunes Santo.
La hermandad convocó en la plaza a los figurantes de siempre: el vecindario, que abarrotó el aire libre hasta llenar su aforo; los cantaores, que estremecieron la tarde con quejidos antiguos, y la tuna, esa singularísima agrupación que, cada Lunes Santo, hace con bandurrias, laúdes, panderetas y prodigiosas voces anónimas lo que una banda sinfónica con una buena partitura en sus atriles. Pero no por repetida, la escena defraudó. Antes bien, la ciudad sació con el cortejo estudiantil una sed de dos años insoportable. Y la hermandad estuvo a la altura de las expectativas. Elegancia de barrio volcado, sobriedad de carisma asumido. Todo lo que pasó en Jaén desde la salida hasta el encierro de la cofradía llevaba su sello. Pero, ¿cómo resistirse a recordarlo?
El Señor abandonó su templo de procesión —el de diario lo tiene en el convento de Santa Clara— estremeciendo a raudales, sin contemplaciones a la hora de derrochar la sobrecogedora belleza que empieza en su patíbulo y se le acaba en los faldones. En medio, una anatomía flagelada que es la más alta metáfora del sufrimiento. Los suyos —la capital entera— lo recibieron mimándolo. La Virgen inauguró su calle como si todavía estuviera encortinado el rótulo, como si la espera para el acto oficial. Insuperable. Irse hacia los cantones fue un maravilloso preludio para un regreso posterior por el Arco de San Lorenzo que no hizo otra cosa que acentuar la suerte de esta hermandad, que recorre un itinerario breve pero, eso sí, larguísimo en cuanto a su belleza, a su tipismo. Inigualable.
Escoltada por un número de nazarenos mareante para lo que acostumbra a llevar una procesión jiennense de los últimos tiempos —a excepción de El Abuelo, claro—, la comitiva de Los Estudiantes volvió a La Merced con la seguridad de los deberes hechos. La capital le subió nota y escribió, en el boletín de su memoria sentimental, la más elevada. Un merecido sobresaliente, como cada año.

14 abr 2014 / 22:00 H.