La Vera-Cruz sobrecoge el corazón de una capital entregada a la pasión

Javier Esturillo /Jaén
Una estampa y miles de escenas. El Cristo de la Vera-Cruz sobrecoge nada más verlo aparecer inclinado por la puerta lateral de la iglesia de San Ildefonso. El corazón palpita a tantas revoluciones que parece que se va a salir del pecho. Una sensación que se repite, desde hace más de cinco siglos, cada Jueves Santo en Jaén.

    10 abr 2009 / 16:02 H.

    La cofradía decana de la Semana Santa jiennense desprende un aroma a tradición y a leyenda que cautiva a todo aquel que acude a la Plaza de San Ildefonso a presenciar la salida de los tres pasos que componen la estación de penitencia. El casco antiguo aguanta la respiración cuando se escucha la primera levantá de la tarde. Es un momento mágico que nadie ha sido capaz de describir con palabras. Quizá, porque explicar un sentimiento es, sencillamente, imposible. Lo saben los ciento veinte nazarenos que integran el cortejo, los costaleros que portan las imágenes de Jesús Preso, el Cristo de la Vera-cruz y la Virgen de los Dolores, las mantillas que procesionan tras el paso de palio, las agrupaciones musicales y la Guardia Civil, hermano mayor honorario de la cofradía. Pero quienes verdaderamente son conscientes de lo que representa la Vera-Cruz  para la ciudad son los propios jiennenses, que, desde primeras horas de la tarde, abarrotan el entorno de San Ildefonso.
    La espera del exterior era llevadera gracias a la suave brisa que corría en una espléndida tarde de primaveral. Sin embargo, en el interior esa expectación era de tal calibre que la junta de gobierno trataba, como podía, de poner orden en los instantes de desconcierto en los que se convierten los minutos previos a la salida. Pero, por una razón que sólo entienden los cofrades, en un abrir y cerrar de ojos la disposición del cortejo estaba listo para emprender su recorrido por las calles de la capital en la víspera de la madrugá. Una explosión de aplausos y salves recibió a las sagradas imágenes bajo la portada neoclásica de la iglesia que custodia en su interior a la patrona de Jaén. La Vera-Cruz dejó en el paladar de las miles de personas que se echaron a la calle un regusto a tradición que conforme pasan los segundos seduce aún más, sobre todo cuando se degusta en lugares como La Carrera.




    Juani Linares Molina Mantilla

    “Del desfile, lo importante es cumplir con la penitencia”

    Serafín González /Jaén
    —¿Porqué elige procesionar de mantilla?
    —Empecé saliendo de costalera el último año que salió San Juan. Entonces era portado por mujeres. Los siguientes años estuve de nazarena y ahora de Mantilla porque me gusta, sobre todo, a la Virgen. Lo importante de un desfile no es el puesto que tengas dentro de la comitiva durante el desfile, sino cumplir cada año con la penitencia y con la hermandad.
    —¿Que destacaría de su etapa de costalera?
    —Es uno de los puestos más bonitos y emotivos. Cada situación tiene su particularidad. Por ejemplo, de costalero sufres el peso del paso. De nazareno y de mantilla haces la misma penitencia pero en el primer caso vas con la cara tapada y es más personal e íntimo.  A mi me gusta de nazareno porque al ir con el rostro cubierto me da menos vergüenza. Pero ahora, desde que salí el primer año de mantilla,  me gusta desfilar  de esta forma por estar cerca de la Virgen en el recorrido.
    —¿Cuánto tiempo lleva involucrada con la cofradía?
    —Llevo sobre 10 años. He visto crecer a esta hermandad y  cada vez es más grande. De la procesión destacaría las imágenes de la Virgen y Cristo, es lo que más me gusta.
    —¿Cómo vive todo el año este momento?
    —Asisto a los numerosos actos que organiza la hermandad.  Durante la etapa  en que mi marido fue hermano mayor de la Virgen de los Dolores y estuvo en la Junta de Gobierno,  participe de forma muy activa.

    Antonio Montiel Hervás Coordinador y capataz

    “La juventud  se acerca menos a las cofradías”

    —¿Qué función tiene como coordinador de costaleros?
    —Es una gran función dentro de la cofradía. Me encargo de la organización de todos los pasos y de todos los costaleros. La labor del coordinador es, como dice la palabra, regular, durante todo el año, las cosas de los costaleros. Ponerlos a cada uno en el lugar que le corresponda, hacer los cuadrantes de los pasos y ensayos, tenerlos organizados, estar a cargo de ellos. Se trabaja durante todo el año.
    —¿Qué organiza durante el año para los portadores?
    —Dentro de la cofradía realizamos distintos actos propios para los costaleros. Los solemos reunir de vez en cuando,  intentamos que participen en los actos que convocamos.  Me encargo de trabajar con los costaleros de los cinco pasos, eso supone más de 500 portadores. Tenemos un día especial dedicado a los costaleros en la caseta del recinto ferial.
    —Además de coordinador es también capataz durante dos días de Semana Santa.
    —Nosotros procesionamos el Domingo de Ramos y el Jueves Santo. Soy capataz de la Virgen de los Dolores y el domingo salí con la Virgen de los Desamparados.
    —¿Qué cosas positivas y negativas destacaría?
    — Sobre todo cosas positivas muchas. El estar con todos los costaleros.  Todo lo que se hace es para ellos. Si su ayuda sería imposible sacar a delante los cinco tronos. Por desgracia la juventud se a cerca menos a las cofradías. Sin embargo, nosotros tenemos la suerte que nos apoyan.