La Justicia ya ajusta cuentas con Magallaes

Alberto Magallaes Amaro fue, durante más de cuatro años y medio, el delincuente más buscado de Jaén. El enemigo público número uno cayó el 23 de agosto de 2012 en una espectacular operación policial. Hoy, quince meses después de su arresto, sale por primera vez de la cárcel para sentarse en el banquillo. Se le acusa de un delito contra la salud pública.

    18 dic 2013 / 08:44 H.

    Magallaes se va a tragar muchos años en la trena. A sus 26 años, es carne de cañón. Cuando era menor de edad —tan solo tenía 14 años— apuñaló hasta la muerte a Jaime Ordóñez, un joven iliturgitano que paseaba con su novia y otros años. “El Portu”, como también es conocido por su ascendencia lusa, fue condenado a dos años de prisión por el conocido como “crimen de la movida” cometido en noviembre de 2000. Lejos de reinsertarse, se convirtió en un delincuente profesional, que acumuló arresto tras arresto. La última vez que la Policía logró ponerle las esposas fue en marzo de 2008, tras su implicación en un atraco. Sin embargo, el juez lo dejó en libertad con cargos y Magallaes desapareció. Literalmente, se lo tragó la tierra.
    La Policía lo buscó con ahínco, pero sin resultados. Fue condenado en rebeldía por un Penal y varios juzgados de instrucción dictaron órdenes de captura. Nada de nada durante cuatro años y medios. Finalmente, una investigación desarrollada por la UDEV de Jaén permitió a los Grupos de Operaciones Especiales detener a Magallaes en su casa del Tiro Nacional. Fue a primera hora de la mañana del 23 de agosto del año 2012 cuando los agentes entraron en una vivienda convertida en un “búnker” artesanal. Tenía un sistema de videovigilancia que controlaba la parte trasera de la casa y contaba con ventanas y otro sistemas de fuga —agujeros, maderas, chapas y uralitas— que le permitían llegar con rapidez a los tejados aledaños para escapar. Dos peligrosos perros custodiaban su vivienda para ahuyentar a los visitantes con uniforme.
    Operación magistral. Sin embargo, Magallaes fue detenido en una operación de libro en la que participaron más de 30 agentes, algunos de ellos desplazados expresamente desde Málaga. Desde entonces, “El Portu” está en prisión. Cumple condena por un atraco cometido antes de su “desaparición”. Y, presuntamente, está involucrado en más de una decena de causas que todavía están pendientes de juicio. En su hoja de antecedentes policiales figuran arrestos por robos con fuerza, con violencia e intimidación; coacciones, daños, hurtos, receptación, extorsión, atentado, resistencia y desobediencia a la autoridad. Desde que alcanzó la mayoría de edad, “Magallaes” acumuló 24 arrestos en tan solo tres años. Además, protagonizó algunos episodios de película, como el que llevó a cabo en agosto de 2007 en el asalto a un chalé en Los Villares. Junto con un cómplice, Alberto M.A. consiguió llevarse un armero (con tres escopetas y un rifle dentro), joyas, documentación y dinero en efectivo. Un vecino vio a los ladrones y avisó a la Guardia Civil. La persecución por la carretera que une Los Villares con la capital fue espectacular. Finalmente, el escurridizo delincuente consiguió eludir el cerco policial y escapar campo a través por la zona de Jabalcuz. Tras diez días de búsqueda, la Benemérita lo detuvo en su propia casa. No obstante, fue puesto en libertad con cargos.
    Fue detenido en tres ocasiones más y la historia siempre se repitió. Tras pasar por el calabozo y el juzgado, a la calle. Así, hasta que se le perdió el rastro y dejó de acudir a los juicios para los que estaba citado. Sin pistas de Magallaes durante más de cuatro años. Hasta que en agosto de 2012 volvió a sentir el frío de las esposas en sus muñecas.
    Está preso desde entonces y ya comienzan los juicios contra él. Hoy se sienta en el banquillo por un delito de salud pública, un  asunto menor para lo que tiene encima. Cuando fue arrestado, “El Portu” tenía en su vivienda una pequeña plantación de marihuana. El fiscal lo acusa de traficar con ella y le pide dos años de cárcel. Magallaes asegura que era para su consumo y el de su pareja, que también está acusada.
    Rafael Abolafia / Jaén