La cofradía del Mimosín

La hipersensibilidad de los políticos en campaña es digna de un cuadro alérgico severo. Como si tuvieran una reacción a la realidad, a las noticias, se ponen muy mimosos, solo aceptan besos, abrazos, buenas caras y las portadas, por ejemplo, se les atragantan. Son muy del Canto del Loco, todas las mañanas quieren besos con las tostadas. Que no se pagan las pólizas de los seguros de los vehículos municipales, escozor; que aparece Juan Lanzas luciendo tipo postjarana, tos seca y picor de ojos. Que otra juez dice que lo de las minas de Aznalcóllar no es concurso público sino tómbola, malestar general.

18 may 2015 / 11:12 H.

Estos periodistas sin ética, apátridas, viven en la anarquía y no entienden que la campaña electoral es un paréntesis, una arcadia feliz y momentánea que no se puede romper por la noticia. No. Esto es otra cosa. Por la mañana reparto electoral con la mejor sonrisa y por la tarde, llamada para tapar vías de agua; para evitar el testimonio definitivo que ponga nombre y apellidos al entrecomillado que descubre la chapuza. Padrinos de saldo que son capaces de recordar aquello de “te puedo hundir...” mientras mandan un whatsapp con un curso de ética periodística. Nivel. Pero que levante la mano quien no lleva un miniyo interior a lo Chávez o, más guerrillero, Kim Jong- Un.

Algunos echan de menos el olor a napalm al levantarse, el aroma de una buena purga interna o en la empresa del vecino. Pero sin perder la sonrisa, claro, que el voto oculto debe captar la empatía. La diferencia entre el “caloret” y el bochorno ciudadano es abismal, por más que la temperatura suba para ambos.

Si de calor político hablamos, Pedro Sánchez testó la disposición de la tropa socialista en Jaén que, aún en proceso de restañar heridas, dio imagen de unidad con un discurso de Manuel Fernández que tuvo recordatorio expreso para los que no están, a los que se les mostró la puerta de salida. Un gracias por los servicios prestados que incluía la presencia de la exalcaldesa Carmen Peñalver entre el público militante. Parece que fue ayer y lo es. En un camino sembrado de artillería amiga, el candidato socialista desactiva a su ritmo, apoyado en una guardia pretoriana a medida con la que poder hacer campaña sin salir por peteneras. Zapatero ironiza en los mítines con su herencia en la mochila, pero hay otras locales que lastran igual. A ella se aferran en el PP para denunciar el estado calamitoso de una ciudad en coma presupuestario. El respetable tendrá que dirimir en cuánto y en cómo ha cambiado la ciudad en estos últimos cuatro años. El vigor en pastillas azules de las últimas semanas dista de la atonía de los meses precedentes de la “austeridad”. Preservar el empleo público es uno de los mantras de campaña de Fernández de Moya, lo que centra mucho el debate. “Trabajar. Hacer. Crecer.” es el lema que, inevitablemente, me recuerda a la película “Comer. Rezar. Amar” de la sonrisa de América, una secuencia de imágenes dulzonas hasta la sobredosis para mayor loa del líder, perdón, de Julia Roberts. Más besos.