Hasta siempre

Antonio Alcalá Venceslada de Andújar
Un jiennense egregio, escritor y político
Este mes de julio, siempre por julio, en el caluroso mes estival, se recuerda la pérdida de Antonio Alcalá Venceslada. Don Antonio. Nos dejó en el mes de julio de 1955. Había nacido en Andújar en 1883 y tenía 72 años de edad. Fue escritor, poeta, archivero, profesor y ensayista.

    19 jul 2009 / 10:24 H.

    Antonio Alcalá pasó a la fama por ser autor del “Vocabulario Andaluz”, publicado en la imprenta La Puritana, de Manuel Blanco, en 1934, y reeditado por Gredos (yo tengo una reimpresión de 1980) y por  Unidad Editorial en 1999. Tal vez los estudiosos que más sepan de su obra y de su persona sean José Carlos de Torres, Ignacio Ahumada y Francisco Manuel Carriscondo. Su hija Rosario Alcalá nos dice que pasaba tardes enteras, de semanas, meses y años preparando el “Vocabulario Andaluz”, reseñando palabras, buscando sus significados, sus localizaciones. En la obra de don Antonio están grandes escritores como Lorca, los Machado, Valera, Espinel, los Quintero o Alarcón.  Ignacio Ahumada dice que nadie ha superado su “Vocabulario Andaluz”, obra que sirvió para incorporar voces andaluzas al Diccionario de la Real Academia. Bachiller en Málaga y Jaén, estudió Filosofía y Letras y Derecho en las universidades de Granada y Sevilla. En 1915 ingresó en el Cuerpo Nacional de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, y su primer destino fue Santiago de Compostela. Más tarde trabajó en Cádiz, Huelva y Jaén, donde fue profesor del instituto Virgen del Carmen, decano de los institutos de la provincia. En Jaén participó en la política local como concejal y fue consejero del Instituto de Estudios Giennenes. Su labor la compaginó con la de escritor. En Jaén, una calle y un colegio evocan su nombre, y en Andújar una calle y un hito con su soneto a la ciudad que le vio nacer de la que es Hijo Predilecto. Por Juan Vicente Córcoles.

    Diego Gómez Expósito, de Lopera: Su familia fue el centro de su existencia y por ella se desvivió
    El pasado día 26 de abril fallecía en Córdoba Diego Gómez Expósito, y no pasa ningún día sin que sea recordado por su familia, vecinos y amigos, pues ante todo era una gran persona. Diego fue el más pequeño de una familia de seis hijos, sus padres fueron Francisco Gómez y Carmen Expósito. En 1948 se casó en primeras nupcias en Lucena (Córdoba) con Antonia Villalba Torres, fruto de esta unión nacieron cuatro hijos (Francisco, Antonio, Carmen y Diego). La Guerra Civil española la pasó los cuatro años en el frente de Teruel con los nacionales y, en 1940, llegó con su familia a Lopera donde trabajó durante un tiempo en las tareas agrícolas con Nicolás Cruz Toro, en el cortijo de Santo Tomás y en la Molina del Carmen. Más tarde se marchó a Fuerte del Rey para trabajar en la finca Marciañez. Después volvió a Lopera, y junto con su hermano Francisco y su cuñado Carlos arrendó la finca de Nicolás Cruz. Tras el fallecimiento de su primera mujer, en 1961, contrajo segundas nupcias, en Lopera, con Araceli Villalba Cabello y fruto de esta unión nacieron cuatro hijos (María Teresa, María Araceli, Juan Carlos y Susana). A partir de este momento se quedó con la cantina del mercado de abastos y, posteriormente, con el bar de los soportales de la Plaza del Ayuntamiento. Continuó como camarero en un bar que tenía Gabriel Valenzuela en el Paseo de Colón. Hasta que se jubiló compartió el trabajo del bar con el del campo. Una de sus grandes aficiones era pasar parte del día con su reala de galgos en los campos de Lopera. También le gustaba pasar buenos ratos leyendo la prensa en el Hogar del Pensionista. Las tardes las consumía con tertulias en la cochera de su amigo Juan Huertas “El Perruno”, donde departía con sus amigos José Alcalá “Pepín”, Manuel Valenzuela “El Marrilla”, Antonio Sevilla “Boxea”, Leonardo Romero, Luis Díaz, Bartolomé Vallejo y otros más. Fue un hombre muy querido por todos sus vecinos, los cuales siempre lo recordarán, pues, en todo momento, fue muy servicial y cariñoso con todo el mundo. Diego llegó a conducir su propio coche hasta unos días antes de su muerte, con 89 años. Siempre le gustaba estar en su Lopera y pasar buenos ratos con sus doce nietos (Diego, Antonia, Guiomar, Elena, José Antonio, Carmen, Antonia, Cristina, Carmen, Araceli, Juan Carlos y Guillermo) y dos biznietos (Guiomar y Jorge) que los quería con locura, así como con sus amigos y familiares. Su imagen, retrepado en su mecedora con los pies puestos contra el árbol que había junto a la puerta de su casa, permanecerá para siempre en el recuerdo de todos los que lo conocimos. Todos lo recuerdan como un hombre con un inmenso corazón. Su memoria permanecerá viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes, familiares y amigos.
    Por José Luis Pantoja. Lopera

    Manuel Jódar aparicio de La Guardia
    A “El Vaquero”

    Manuel vino a nacer en los peores años que atravesó nuestro país. Recordaba que siendo un niño pintaron un rostro en “el pilar de los cinco caños” y una leyenda decía: “La Guerra ha terminado. Franco os dará pan y trabajo ¡Viva Franco!”. Le preguntó a su madre que quien era ese hombre y su respuesta fue callar y seguir caminando. El primer día repartieron un camión de pan en La Guardia, lo que nunca más se volvió a repetir, llegando a costar más el pan que el jornal de un día. Su trabajo le costó tener sus vacas y vender la leche, con las que ha criado a su familia a base de esfuerzo, constancia y tesón, y el esparto con el que hacía pleita para vender y el campo. Fue un hombre que sabía leer y escribir, reorganizó, junto a otros vecinos, el Partido Socialista Obrero Español de La Guardia, un atardecer, en una mesa de bar en la Plaza de San Pedro, porque no tenían sitio donde reunirse pues la Casa del Pueblo estaba confiscada por la autoridad. Él contaba que la gente pasaba y oían los comentarios en voz baja que señalaban a los allí reunidos. Fue elegido secretario general del PSOE local. Junto a Mariano, el primer alcalde socialista de La Guardia, el 23 F corrieron a esconder o destruir la documentación del Partido Socialista que pudiera perjudicar a cualquier militante, conscientes de las consecuencias que podía acarrear y estuvieron toda la noche en el Ayuntamiento oyendo los disparos al aire de dos falangistas que salieron pistola en mano a las calles. Me hablaba mucho de la honestidad, honradez y valentía de Pedro, alcalde socialista de Pegalajar, al que ponía de ejemplo.
    Fue alcalde, secretario general, presidente de honor del PSOE de La Guardia. Su vida fue el trabajo, la honradez, la honestidad, la convicción socialista y la militancia activa, incluso hasta las últimas elecciones Europeas con fuertes dolores en sus huesos. Era hombre de mucho escuchar y parco en palabras, que una vez dictaminaba acaecían como verdaderas sentencias. Hasta la derecha le reconocía su carácter conciliador. Las ideologías las entendía, las injusticias, viniesen de donde viniesen, nunca las pudo comprender. Me quedo con su sonrisa de la semana pasada, a pesar de los fuertes dolores, sus serias bromas y sus esfuerzos por hacerse comprender. Por Juan Ramón Romero y la familia socialista de La Guardia.

    FRancisco javier carabias robles de Alcalá la Real
    En tu memoria

    Nos dejas en verano de 2009, cuando no has cumplido los 63 años. Demasiado joven, demasiado idealista, con una mansedumbre infinita, con una sonrisa imborrable. “Nadie es profeta en su tierra”, y tú no lo necesitabas porque estuviste al servicio de quien te lo requería, con tu humildad anónima, sin condicionamientos sociales. Se ha ido un alcalaíno, pero quedas en el corazón de tu mujer, Fale, de tus maravillosos hijos, María del Mar, Julio y María Luisa, de tu familia y de tus amigos. Esposo ejemplar, padre amoroso, hermano paciente y amigo leal.
    Sabías aceptar la vida como te venía, sonreíste a la muerte, y esto es duro. Eras amante de los animales, especialmente, de las aves, de los paisajes y flora de este fértil valle custodiado por los escudos naturales de los Tajos, barrera caliza y por la fortaleza de La Mota, testigo y generador medieval de la Muy Noble y Leal Ciudad de Alcalá la Real, llave del Reino de Granada.
     Amante del deporte, fundador del club de fútbol Huracán en los años 60, del que fuiste entrenador y buen jugador como lo atestiguan los trofeos ganados. Testigo de la sociedad de la segunda mitad del siglo XX, viviste los profundos cambios entre los difíciles años 50 y el progreso de la sociedad actual. ¡Cuánto amor por tu tierra!, por sus fiestas y costumbres, por sus actos culturales de los que te enorgullecías y en los que participabas, por la restauración de La Mota, la Semana Santa, la gastronomía y los modismos lingüísticos. Paco cursó Primaria en la SAFA, se graduó en Bachillerato e hizo Preuniversitario en el Seminario y en el Palacio Abacial, estudió Ingeniería Industrial en Madrid y Ciencias Exactas en Granada. Pero lo suyo fue la banca, desde pequeño fue su ilusión y ahí te jubilaste. Cristiano practicante ya gozas de la presencia del Padre, de la Virgen de las Mercedes y de tus padres Francisca Robles y Julio Carabias. Siempre estarás con nosotros. Tu hermano, Julio Carlos Carabias Robles.


    A Juana Martos, un ejemplo de superación y lucha en el colectivo de los discapacitados
    El pasado viernes, 17 de julio, la Asociación de Discapacitados Juana Martos de Cazorla celebró el VII Memorial Juana Martos, un homenaje que familiares, compañeros y amigos decidieron rendir anualmente a esta gran mujer, cuyo primer reto, al nacer, fue tener que postrarse en una silla de ruedas. Se educó en el seno de una familia humilde, mimada y protegida en todo momento, aunque en contra de su voluntad. Su afán de superación y su espíritu de lucha fueron unas constantes que marcaron su vida. Juana Martos siempre fue una mujer luchadora, pertinaz, valiente, que nunca traicionó sus propias convicciones ni permitió una injusticia. En todo momento fue generosa con todo lo relacionado con la discapacidad física y orgánica, y aportó un punto crítico que, en la mayoría de las ocasiones, se convirtió en un motor de avances y mejoras en beneficio del colectivo. Juana fue de esas personas que siempre estuvieron ahí, cualquiera podía contar con ella. Pensar hoy en la discapacidad física y no reparar en ella resulta imposible y seguirá siéndolo el no relacionar su presencia con las personas discapacitadas de la provincia de Jaén. Comenzó en el movimiento asociativo desde la base, como socia de la asociación Aspramif de Jaén. Fue fundadora de la Asociación Amifcca de Cazorla, hoy denominada Asociación Juana Martos, en honor a ella, que fue su presidenta en todo momento hasta su fallecimiento. También era miembro de la junta directiva de la Federación Provincial de Asociaciones de Minusválidos Físicos de Jaén, y de la directiva de la Asociación Andaluza de Mujeres con Discapacidad “Luna”, con una participación activa en el movimiento asociativo de la discapacidad física en Andalucía, movimiento al que jamás pidió nada para sí misma y al que se entregó en cuerpo y alma. Muchos y muy ambiciosos eran sus proyectos, que no acaban con su marcha sino que iremos viendo hechos realidad con el paso del tiempo, porque su trabajo ha dejado la semilla y el germen del futuro. Ahora nos toca a los demás continuar con su labor, seguir abonando las tierras, arándolas, cuidándolas con mucho mimo porque las primeras cosechas fueron muy buenas, la tierra es magnífica y su primer labrador impecable, ese será sin duda nuestro mejor homenaje para nuestra compañera y amiga Juana. Precisamente el año 2003, Año Europeo de las Personas con Discapacidad, fue testigo de la ausencia de una de sus mejores exponentes en todos los sentidos. Seguro que eran muchas las ideas que bullían en la cabeza de Juana Martos en torno a la celebración de ese año histórico para el colectivo de la discapacidad. Su concepto del mundo partía siempre de una perspectiva comprensiva de la realidad de las cosas, del diálogo como principal herramienta para propiciar la transformación social.
    Para algunos de nosotros detrás de esa mujer del movimiento asociativo había una gran persona, una gran amiga que siempre demostró serlo, aún en los momentos más difíciles, cuando sería más fácil decir lo que el otro quiere escuchar y no lo que se piensa de verdad, esa era la mejor cualidad de Juana, la de ser amiga de sus amigos. Por encima de todo, Juana siempre fue una mujer sencilla, accesible, humilde y muy inteligente, una conversadora incansable con la que compartir muchos buenos momentos. Aquellos que tuvimos la fortuna de conocerla más a fondo, nunca la olvidaremos porque, sin ella ser consciente, se instaló en el corazón de los que nos cruzamos en su camino, como sin duda su recuerdo ha quedado impreso para siempre en sus paisanos de Cazorla.

    Por Juan Manuel Olivares, presidente de la Asociación Juana Martos.
    Cazorla



    Juan lozano torralbo de Marmolejo
    A mi mejor amigo, mi hermano Juan

    Aún no me he hecho a la idea de que nos dejaste hace tres meses. Pienso que estas todavía de viaje, que has ido a curarte al cuidado de tu hija y de tu mujer. A pesar de nuestra diferencia de edad, doce años y poco más, hemos trabajado siempre juntos. La agricultura era nuestra ilusión, nuestra familia, nuestro gran anhelo y su bienestar nuestro gran placer. Tenías setenta y cuatro años, hermano. ¡Te quedaba aún mucho por hacer! Esta ingrata metástasis, sin escrúpulos y sin consideración, invadiendo tu sangre, te llevó dejándonos a todos los que te queremos con tanto desconsuelo. ¡Cuanto te echo de menos hermano! Juan era una persona muy querida por todo el municipio, era alegre, familiar, y le encantaba compartir algunas historias o anécdotas del campo con algún vecino. Su pasión, la agricultura, su capacidad de observación y la experiencia de los años, lo convirtió en un verdadero especialista en este sector.
    La familia era un valor muy significativo para él a lo largo de su vida. Su fervor por su esposa e hijos hicieron que siempre estuviera dispuesto a atender sus necesidades para que no le faltara de nada. Sus hermanos aún lo recuerdan como si siguiese vivo, porque Juan, no se ha ido, sigue presente en la vida de sus familiares, ya que era una persona, de las que nunca se olvidan, porque su calidad como persona era indiscutible. Su pasión por su deporte favorito, el fútbol, su equipo el Valencia, su amor a los animales y escuchar su música, eran algunas de sus aficiones más destacadas. Le encantaba escuchar, participar y sobre todo opinar de la vida, y dar consejos sabios a los amigos y familiares. También el campo y su Sevilla. Tomo mi recuerdo y mi cariño hermano. Descansa en paz.
    Por Francisco Lozano Torralbo