El Perdón llena de respeto las calles después de dos años de ausencia

Javier Esturillo / Jaén
El hermano mayor de la Cofradía de Jesús del Perdón, Joaquín Riquelme, miró, ayer, al cielo con el corazón encogido. Suspiró aliviado cuando lo vio despejado de nubes. Dos años después, la populosa hermandad de Cristo Rey volvió a recorrer las calles de Jaén para imprimir su sello de respeto.   
Un sello tan propio y singular que la hace diferente al resto, con un sabor familiar y un aroma a tradición, a pesar de que su fundación data de 1952. Han sido dos años eternos para los cofrades.

    09 abr 2009 / 15:13 H.

    Dos años en los que la lluvia aguó la posibilidad de mostrarle a la ciudad una solemnidad y un esplendor incomparables en marcos como la calle San Carlos. Es el punto donde El Perdón concentra el mayor número de emociones y lágrimas, sobre todo para los amantes de los salidas difíciles. Los pasos apenas caben por la estrecha ojiva de la puerta de Cristo Rey, lo que convierte su abandono del templo en un auténtico espectáculo de sentimientos. Bajo el sonido atronador de las cornetas de la Agrupación Musical del Santísimo Cristo de la Victoria de León, el paso de El Perdón, portado por cuarenta costaleros, salió aclamado de la iglesia de Cristo Rey. Media hora antes había hecho lo propio otra de las imágenes más conmovedoras de la Semana Santa jiennense: el Cristo del Amor. La ciudad era una explosión de júbilo ante la posibilidad de ver en la calle las túnicas blancas, con cíngulos rojos y azules para cada uno de los pasos de los más de doscientos nazarenos que componen la estación de penitencia.
    Con El Perdón y el Cristo del Amor enfilando la Avenida del Ejército Español, salía del templo María Santísima de la Esperanza, conocida por muchos como la “Reina de Jaén”. Portada a hombros por 140 anderos, la imagen de Antonio Eslava Rubio avanzó por la sinuosa calle Santo Reino con paso firme hacia el Cuartel de la Guardia Civil, donde se produce uno de los momentos estelares de la procesión, cuando el paso de palio realiza las “chicotás”, que ponen los pelos de punta a las cientos de personas que se agolpan a un lado y otro de la calle.



    Francisco Javier Vilches Puertollano Fiscal y diputado de cultos

    “Fui promotor del grupo joven cofrade ”

    —¿Cómo comenzaron sus lazos con la cofradía?
    —En la hermandad llevo desde  marzo de 1990. Vine de la mano de mi amigo y cofrade Paco Carrasco. Hacía falta sacar el Paso del Cristo del Amor. Ese mismo año, un grupo de personas fundamos el  primer grupo joven de una hermandad en Jaén. Yo tuve el cargo de secretario.
    —¿Cuál ha sido su recorrido dentro de la agrupación?
    —He pasado por muchos puestos durante mi estancia en la cofradía. He estado cinco años de costalero con el Cristo del Amor. Además de crear el grupo inicial de jóvenes para fomentar la vida cristiana y cultural de sus miembros, al amparo de la luz del Evangelio, y de los estatutos de la hermandad, actualmente soy fiscal y diputado de cultos.       
     —¿Qué función realiza durante todo el año el Grupo Joven?
    —Lo que se pensó en un primer momento era fomentar la participación entre los hermanos jóvenes cofrades. Pero también, sobre todo, mirando al futuro, para asegurar una cantera que posteriormente pudiera entrar en la Junta de Gobierno o algún otro puesto. Este grupo ha ido desarrollando diversas actividades como ciclos de encuentros cofrades que se iniciaron en 1991.
    —¿Qué conlleva ser miembro de una Junta Directiva Cofrade?
    —Yo la hermandad la vivo todos los días. El acto de la procesión no es lo único. La cofradía también se dedica a la formación y caridad los 365 días del año. La verdad es que es un sacrificio, aunque agradecido. Ahora estamos con un proyecto de creación de un centro para mayores, y canalizar así todas las donaciones.

    Juan José Castillo Peinado Hermano mayor y fabricano de Jesús del Perdon

    “Los primeros pasos sevillanos los di yo”

    —¿Qué es ser fabricano?
    —Capataz y pioste son nombres incorporados de Sevilla. En Jaén lo que existe es el fabricano general y luego el fabricano de los pasos. El capataz lleva una cuadrilla de costaleros propia de él y se dedica a sacar tronos. Estos pueden, o no, pertenecer a la hermandad. El fabricano de paso es igual que el capataz pero con la  diferencia de que también monta los pasos y pertenece a la Junta de Gobierno de la agrupación.
    —¿Cuanto tiempo lleva participando en la Cofradía?
    —Llevo 28 años, entré con 15 años.  Mi primera función fue de abanderado. He pasado por muchos cargos. En el año 1987 fui fabricano de Jesús del Perdón. Este cargo lo ocupé durante 13 años. Después estuve 6 años con el cargo de fiscal y diputado general. Desde el año pasado he retomado el puesto de fabricano del Cristo del Perdón.
    —¿El capataz nace o se hace?
    —Un capataz que no tenga sentimiento, no será un buen capataz. Siempre es fundamental aprender de los maestros, tener escuela. Se puede educar en como se marca un paso para enseñarlo, como se trata a un costalero, pero además, es fundamental tener tu propia personalidad cargada de sentimiento costalero. En la calle tú tienes que poner el arte y que el costalero confíe ciegamente en ti. Si no hay concordancia entre un capataz y un costalero, no funciona
    —¿Qué opinión tiene de los estilos y formas de los pasos?
    —Nosotros fuimos los primeros en meter el “paso racheao”, el sevillano. De primeras, no se entendía, no sabían lo que era. La gente solo lo veía en Sevilla.