Desaparición del viñedo de “Pedro Ximénez” en Lopera

Lopera siempre ha sido conocida por tres cosas: los melones, los galgos y el vino. Desaparecidas las plantaciones de la cucurbitáceas, ahora el viñedo se enfrenta al trance de engrosar la lista de pérdidas de toda una seña de identidad del municipio. La venta del pago de las Cuarenta —llamado así por el número de  fanegas de tierra de la explotación— por parte de las Herruzo, último eslabón de las bodegas de vino loperanas y una las más antiguas de la provincia de Jaén, a cuatro  particulares de Lopera —tres de ellos optaron por arrancar las cepas y uno mantiene el cultivo— lleva consigo el final de la variedad Pedro Ximénez. La tierra se dedicará al olivar.

25 ene 2015 / 09:42 H.


La poca diversificación agrícola que tenía el pueblo de Lopera aumentará absorbida por la producción de aceite. Tras el arranque, las Bodegas Herruzo solo conservan unas quince hectáreas de viñedo en el pago las Niñas Muertas. En ellas se mantienen las variedades tintas merlot, syrah, tempranillo y cabernet sauvignon, con las que elaboran los tintos. Quedan otras quince fanegas de uno de los nuevos propietarios de Las Cuarenta, que se aferra a seguir con el viñedo, pero también de uvas tintas.
Concretamente las últimas cepas de la variedad Pedro Ximénez que dieron justa fama a los caldos blancos loperanos en toda la geografía nacional fueron arrancadas con tractores, y con ello se pone fin a más de setenta años de actividad en los que se elaboraron vinos blancos y dulces de gran calidad. Por otra parte, el paisaje de viñedo queda reducido a su máximo exponente en una zona, la de Lopera, que en los años 70 del pasado siglo se llegó a conocer como “el pequeño Jerez”, con nueve empresas en funcionamiento y más de doscientas hectáreas dedicadas al cultivo del viñedo, destacando las Bodegas Sotomayor, ubicadas en el Castillo de Lopera, y las Bodegas Valenzuela, que llegaron a vender sus caldos hasta en tierras jerezanas y aportaron gran cantidad de jornales al municipio en unos periodos que no interferían con las labores habituales del olivar.
Ahora se abre un periodo de incertidumbre sobre el futuro de las últimas bodegas de Lopera, Herruzo, que durante muchos años han dado renombre a la villa con sus caldos, muy conocidos en el exterior. La preocupación se extiende a los trabajadores de la empresa, que desconocen cuál será su futuro más próximo. Mientras se despejan estas incógnitas, los loperanos asistieron, atónitos y compungidos, al espectáculo de ver cómo morían las cepas de Pedro Ximénez y de las variedades tintas. En la parcela estaba el último mirador desde el que antaño el guarda oteaba la viña para que nadie le robara el fruto.
historia. Como curiosidad, los pagos de las Cuarenta y las Niñas Muertas se encuentran dentro del término municipal de Arjona, aunque al localizarse la bodega en Lopera siempre se han considerado patrimonio de este último pueblo, del que se hallan más cerca. La variedad Pedro Ximénez fue introducida en la zona en el año 1924 por el entonces senador de la provincia de Jaén Bartolomé Valenzuela Rueda, fundador de unas conocidas bodegas. El vino que más se vende actualmente en Lopera es el blanco, que, a partir de ahora llegará desde otros territorios. En los años 70 del siglo XX el municipio, junto con otras áreas de la comarca, consiguió la primera mención geográfica vinícola, que posteriormente se perdió.