Ángel Martínez: “El docente universitario tiene que buscar la excelencia”

Se considera, sobre todo, un jiennense comprometido con la sociedad que le “ha dado tanto”. Por eso, siempre tuvo claro que tenía que aprovechar todas las oportunidades que le brindó la vida, una trayectoria que ha estado ligada a la docencia universitaria y a la investigación desplegada, entre otras líneas, en el sector oleícola. Ahora, Ángel Martínez Gutiérrez, catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Jaén, se enfrenta a un nuevo reto, el de dirigir el colegio más antiguo de Europa occidental, ubicado en la universidad más antigua del mundo.  

02 ago 2015 / 08:39 H.



—Acaba de ser nombrado rector del Real Colegio de San Clemente de los Españoles en Bolonia. ¿Qué función exacta tiene el centro?
—Ha sido clave en la formación de estudiantes desde la Edad Media. El Real Colegio de España en Bolonia fue fundado por el cardenal D. Gil de Albornoz en el año 1364. Es la institución más antigua española. Este arzobispo legó parte de su patrimonio para que se construyera en esa ciudad un colegio, que tenía como finalidad permitir que estudiantes castellanos, aragoneses y del resto de los reinos existentes en la península  pudieran ir a estudiar Derecho a Bolonia. Ese fue el origen del colegio. 650 años después sigue cumpliendo su función. Todos los años se conceden becas a los mejores estudiantes a nivel nacional, mediante un riguroso concurso de méritos, para que los alumnos puedan estudiar, ya no solo Derecho, sino cualquier otra disciplina que se cultive en esta Universidad, y cuya finalidad es la obtención del grado de doctor. Sin embargo, no se trata solamente de que el alumno se enclaustre para hacer una tesis. Muy al contrario, se intenta ofrecer una formación en otras artes con la asistencia, por ejemplo, al teatro, a la opera, conciertos de música clásica, etc. Y desde el punto de vista académico, ni que decir tiene la posibilidad de adherirse a la Universidad de Bolonia para desarrollar su labor investigadora e incluso docente. Todo ello aderezado en una ciudad cosmopolita, donde existen unas corrientes culturales importantes. Es una vivencia personal única.
—Cuéntenos las iniciativas y proyectos que tiene en mente.
—Aún estoy a la espera de tomar posesión del cargo. Durante los próximos seis años que dura el cargo, intentaré fortalecer la vertiente universitaria del colegio. Pretendo dar un renovado impulso a las relaciones del colegio con la Universidad de Bolonia y, por extensión, con la italiana y europea. Hasta ahora hemos tenido una magnífica relación, pero debemos adaptarlas a los nuevos tiempos y circunstancias actuales del contexto universitario europeo.

—¿Qué supone para usted ser el rector de un centro de referencia, además, en actividades académicas y culturales, epicentro de seminarios y congresos universitarios?
—Un honor, una gran responsabilidad y, por qué negarlo, toda una sorpresa. Cuando me comunicaron que estaba entre los rectorables pensaba de que era una broma. No me lo podía creer. Y mucho más cuando se ratificó esa decisión por la Junta de Patronato. Es un honor y un gran responsabilidad. Piénsese que son 650 años de historia y yo voy a formar parte de la misma. De hecho, he sido propuesto para el cargo por un acuerdo unánime de la Junta de Patronato que está conformada por el Duque del Infantado, sucesor del fundador, Íñigo de Arteaga, el arzobispo de Toledo,  Braulio Rodríguez, el Duque de Soria, que es el tío de Su Majestad el Rey Felipe VI, Carlos Zurita, Itziar Taboada Aquerreta, Directora de Relaciones Culturales y Científicas de la Aecid,  Fernando Suárez, ex vicepresidente del Gobierno y ex Ministro de Trabajo y, finalmente, el antiguo embajador de España, Raimundo Bassols. Me siento muy honrado.

—Hasta ahora ha impartido su docencia en la Universidad de Jaén, donde es catedrático en Derecho Mercantil. Es usted una persona muy comprometida con la investigación y su entorno.
—Efectivamente, dentro de la Universidad, no solamente he desarrollado la docencia. Soy un hombre bastante inquieto y he querido hacer algo más. Y en ese aspecto la investigación ha tenido un papel importante. He intentado cultivar las distintas parcelas de mi disciplina. Me he preocupado por el tejido productivo de esta provincia, a quien le he prestado formación y asesoramiento. Un ejemplo es mi participación desde hace algo más de 10 años en la línea de formación que la UNIA tiene abierta en el sector oleícola de la provincia. Hemos realizado cursos sobre exportación, envasados, etiquetado, comercio electrónico. Una línea que ha sido muy fructífera y ha dado muchas satisfacciones. En este sentido, debo resaltar que, al haber sido beneficiario del sistema público de becas durante muchos años, me corresponde -entiendo- revertir esa ayuda en el entorno geográfico más próximo. Y es que no todo el mundo ha tenido la suerte de estudiar en la Universidad. Por eso es importante que la Universidad haga el esfuerzo de llevar esa formación más allá de las aulas para revertir esos recursos públicos en la sociedad y en el tejido productivo.

—Un gran investigador en la comercialización del aceite de oliva virgen extra. ¿De qué depende el éxito en la venta del “oro líquido”?
—No depende de un solo factor. Muy al contrario, es la confluencia de varios factores. Además, debemos atender a los problemas endógenos del sector. Recordemos, por ejemplo, la falta de profesionalización. Y es que las principales empresas protagonistas de este sector -las cooperativas- están dirigidas por personas que no gozan de formación empresarial, por lo que las decisiones no serán a buen seguro eficientes. En segundo lugar, nos encontramos con una atomización en la parte de la oferta de este mercado. En efecto, existen unas  1.800 oferentes de aceite de oliva a nivel nacional  y cuatro o cinco demandantes que son los que, al final, imponen el precio. En esas circunstancias, es realmente difícil que haya una competencia efectiva.

—¿Cómo se podría lograr, entonces, una comercialización “fructífera”?
—Me sorprende positivamente que las cooperativas de la provincia hayan decidido apostar por la calidad, por la elaboración de aceites tempranos y premium. Me agrada porque se apuesta por una alta calidad. Ese es el primer y gran paso para lograr el éxito. Evidentemente, hay que hacer una apuesta por el marketing, por una elección adecuada del envase, del etiquetado, y de la  propia marca. El envase es considerado como el vendedor silencioso. Ya sabemos que los consumidores se dejan llevar por “lo bonito”. También hay que realizar un buen estudio de mercado para conocer los gustos de los consumidores. Pero, como he dicho, lo principal es un buen aceite. Si falla en eso, estaremos vendiendo humo, pero no tendremos éxito en el mercado.  

—Como docente y buen conocedor de la ciudad y de su modelo universitario. ¿Qué ha significado “Bolonia” para la Universidad?
—El modelo Bolonia no me gusta. Yo me formé en Derecho con un plan ya extinto que era de 1953. Los estudios se articulaban en 25 asignaturas distribuidas en cinco años. Todavía puedo hablar, con cierta tranquilidad, de conceptos que estudié hace mas veinte años. Ahora, me sorprende mucho la celeridad con la que se obtiene el título del Grado de Derecho. Los alumnos realmente estudian para aprobar, algo que yo siempre he criticado. Deben estudiar para aprender, lo que exige esfuerzo y tiempo. El aprobado llega solo.

—Como docente, ¿qué papel y retos tienen la Educación Superior?
—Respecto a las funciones, nosotros tenemos que buscar la excelencia. El profesorado tiene que tener una formación integral de lo que imparte no solo desde un punto de vista teórico sino también práctico. Debe tener “una pierna” puesta fuera de la Universidad. Su formación debe estar en plena conexión con el contexto socioecónómico que le circunda. Al final, son las empresas las que nos ofrecen problemáticas que a nosotros, en la intimidad del despacho, no se nos suscitan. La conexión Universidad-empresa es fundamental. En mi caso, por ejemplo, tengo cientos de contratos con empresas de la provincia y fuera de ella. Podría resaltar, entre otros, el trabajo con el Gobierno dominicano y los clubsters constituidos en torno a los principales productos típicos de este país caribeño para conseguir su comercialización eficiente en la Unión Europea.