A Joaquina López Fuentes

Desde Baeza. Hace unos días recibí una luctuosa noticia: había fallecido doña Joaquina López Fuentes. Mujer con una personalidad arrolladora. Señora, Amiga y madre de excepcional valía que conocí en Las Escuelas, pedanía de Baeza, apéndice de esta señoreada ciudad, cerca ya de Sierra Mágina, siendo bibliotecario pedáneo en estas latitudes baezanas. Tierra siempre soñada por nuestra poetisa, deleite del lector pues su poesía refleja: la idiosincrasia y la fuerza del terruño, ejes cartesianos en su vida. Esta señora tuvo “un ansia, un hambre y un deseo” por el saber inusitado y la cultura inusitado, que no pudo satisfacer por las duras circunstancias de su vida, reflejo de años no agraciados. Recuerdo que me preguntaba por tal o cual palabra o por el parecer de alguna de sus poesías que tanto gustaban y agradaban, orgullo éstas de todos sus paisanos los escoleños. Fue miembro de una asociación de mujeres denominada: “Los Tulipanes”, de la que por cierto tenía una gran relación con doña María Pereira, antaño representante del alcalde y presidenta de susodicha asociación. Su familia fue su pilar, de hecho explícitamente les dedica una poesía titulada: A mis cuatro hijos. Su inspiración era acompañada con lápiz y unos folios en ristre para que no se le olvidara lo que le había sugerido las musas. Gozaba pues esta paisana de un talento natural hacia la poesía, una de las siete artes liberales en el mundo antiguo. Insisto y enfatizo en la argumentación de que su vocación era avalada con aptitudes y actitudes. Su poesía rezumaba el néctar del pueblo, con destellos de poesía social, lírica intimista y de una sensibilidad sin parangón. Se mostraba igualmente muy sensible hacia las injusticias ya fueran del maltrato a la mujer o de otra índole; las comentaba abiertamente con una sinceridad reflejada en el bruñido espejo de su alma que se asomaba al brocal de sus vivarachos ojos. Su presentación fue la sencillez. Fue pues, persona llana. Joaquina, fue un ser humano extraordinario, de gran coraje, con una fuerza interior colosal, mujer del pueblo que ha dejado una huella indeleble y un vacío entre todos sus vecinos. Persona singular, mujer inquieta, que asimismo le gustaba la informática y los ejercicios de sinónimos, con la hechura de “un barro distinto al común de los mortales”. Obtuvo dos premios y participó en sendos certámenes de poesía. Fue ejemplo de superación. Sus libros fueron el sueño realizado de su vida. Me despido con uno de sus versos de su libro El sentir de mujer, del poema No quiero ser pobre: “Habrá riqueza para todos,/ porque a todos/ nos pertenece sin igual,/ lo que yo quiero para mi,/ lo quiero para todos de verdad”. Querida amiga, luchadora infatigable hasta el final. Descansa en paz.

 

    28 abr 2014 / 22:00 H.