'1982', el año en que el parlamentarismo andaluz echó a andar

El libro titulado '1982. Andalucía consigue su Parlamento' recoge el contexto histórico de la última fase de la transición democrática en Andalucía a través de 52 artículos de 42 periodistas, diputados y expertos jurídicos que plasman el momento en el que parlamentarismo andaluz echó a andar.

    19 feb 2010 / 18:37 H.

    La presentación del volumen, patrocinado por Cajasol y que cuenta con la colaboración de la Fundación Lara, se ha celebrado hoy en el salón de actos de la caja andaluza en Sevilla, donde se llegaron a celebrar cincuenta sesiones plenarias de la primera legislatura, y ha contado con la presencia de representantes políticos y sociales.

    "1982. Andalucía consigue su Parlamento" reúne a más de medio centenar de personas que vivieron en primera fila la constitución del Parlamento andaluz el 21 de junio de 1982, en una sesión que se celebró en los Reales Alcázares de Sevilla, en el que había 103 diputados y solo seis diputadas.

    La presentación del volumen, que consta de 237 páginas y con un DVD con imágenes de algunas de las sesiones plenarias de un Parlamento que echaba a andar, ha contado con la participación de la presidenta del Parlamento andaluz, Fuensanta Coves; Antonio Ojeda, primer presidente de la Cámara; el entonces diputado andalucista Salvador Pérez Bueno; y el presidente de Cajasol, Antonio Pulido.

    Veintiocho años después de la sesión constituyente del Parlamento andaluz, numerosos actores de aquel hecho se han dado cita hoy en el acto de presentación del libro, en el que se cuenta, desde la óptica periodística, los antecedentes democráticos andaluces; la campaña electoral de 1982, la constitución del primer Parlamento; y las vivencias de algunos de sus protagonistas.

    Hace 28 años jóvenes diputados como Amparo Rubiales, Luis Uruñuela, Soledad Becerril, José Antonio Pino, Gabino Puche -algunos de ellos presentes en el acto de hoy-, pusieron en marcha una "institución sin precedentes" en Andalucía, según explicó Antonio Ojeda durante su intervención en la presentación del libro.

    Este incipiente parlamentarismo supuso, según Ojeda, uno de los grandes retos para los políticos andaluces de aquella época, quienes tuvieron que hacer "mucha pedagogía", sobre todo entre los más jóvenes, pero también con los medios de comunicación "porque iban a ser el altavoz" ante los ciudadanos.

    Echando la vista a atrás y teniendo muy próximos a diputados actuales, el primer presidente de la Cámara andaluza ha reclamado una "reflexión" sobre lo que se debe aprender de aquella época; ser más tolerante y abierto "con los que discrepan" y así dejaría de entristecerle que la clase política "esté tan mal valorada".

    El "itinerante" Parlamento andaluz de la primera legislatura pasó de los Reales Alcázares al salón de actos de la Caja San Fernando -actual Cajasol- hasta llegar a la antigua Iglesia de San Hermenegildo, donde los flamantes diputados andaluces trasmitían, en opinión de Ojeda, una sintonía "que quizá hoy no se transmite".

    El Parlamento andaluz que nació el 21 de junio de 1982 fue la "institucionalización de un sueño" como afirma en su artículo el catedrático de Derecho Constitucional Antonio Porras, y el "fin de la transición" que nació en 1977, según su colega Javier Pérez Royo, pero sobre todo se convirtió "el la gran noticia del día", tal y como lo ha definido actual presidenta, Fuensanta Coves. Más de un cuarto de siglo después y tras 253 leyes aprobadas, la Cámara andaluza "sigue cumpliendo con su tarea" al igual que aquel caluroso día de junio sevillano, un día al que, según la presidenta del Parlamento, por primera vez en Andalucía "llegó la calma y llegó la rutina democrática, que es la mejor de las noticias".

    Artículo de Juan Espejo publicado en "1982"

    La estela de Raphael

    Juan Espejo
    Ironías del destino, cuando Raphael llegaba a la mítica cifra de 50 millones de discos vendidos en todo el mundo, se forjaban los inicios de otras estrellas jiennenses, éstas del firmamento político. Fue 1982 un año colosal para el más universal de los linarenses, Rafael Martos, casado diez años antes en Venecia con la aristócrata Natalia Figueroa. Y sería en 1982 cuando despertaron a la política gentes que luego han dicho de todo en Gobierno y oposición andaluza. Desde luego que Antonio Ojeda, Leocadio Marín, Fernando Arenas del Buey, Gabino Puche, Manuel Anguita, Felipe Alcaraz o Concha Caballero no eran nuevos ni desconocidos para las gentes del PSOE, de UCD, Alianza Popular o el Partido Comunista; llevaban años de militancia forjando causa común pueblo a pueblo, de tajo en tajo o en los activos ambientes estudiantiles del Colegio Universitario de Jaén, creado en 1971 y que en abril de 1982 se integraba en la Universidad de Granada. Con todo, es con las elecciones autonómicas de mayo de 1982 cuando se dan a conocer definitivamente, despiertan a ojos del gran público, y empiezan su larga y dilatada carrera. Sobra cualquier comentario sobre lo que después ha supuesto para la Junta de Andalucía Gaspar Zarrías, entonces, con 27 años, el parlamentario andaluz más joven elegido en esa primera cita autonómica. O Antonio Ojeda, luego primer presidente del Parlamento. O Lecoadio Marín, primer delegado del primer Gobierno de Felipe González, el de los diez millones de votos (elecciones de octubre de 1982). O Gabino Puche, candidato sucesivo a la Presidencia de la Junta hasta la aparición en escena de Javier Arenas. O Felipe Alcaraz, que del Colegio Universitario de Jaén dio el salto a la secretaría general del PCE. Y Concha Caballero, de quien las actas de las sesiones del Parlamento dan muestra fehaciente de su capacidad y sagacidad política. Sin olvidar a Fernando Arenas del Buey, miembro del gobierno preautonómico y digno portavoz andaluz durante esa legislatura de la amortajada Unión de Centro Democrático. Conste, además, como apéndice a esta pléyade de nuevas estrellas jiennenses que fue también en 1982 cuando el entonces diputado Cándido Méndez ganó por primera vez la secretaría general de UGT-Jaén, para luego, sucesivamente, hacerse cargo de la regional y la confederal, que aún ocupa.
    Jaén despertaba a las autonomías con las dudas iniciales que no fueron tales sobre el referéndum, aunque es cierto que superó por los pelos el 50 por ciento de respaldo y lo hacía en un ambiente de pesimismo generalizado. La sequía del año anterior, que persistía en el 82, había dejado una cosecha de 350.000 toneladas de aceituna, cuando la media estaba en 875.000. Y lo que era peor, algo se rumiaba ya con Uteco, la Unión Territorial de Cooperativas del aceite que puso en marcha Domingo Solís, que a la postre, tras la llegada de los socialistas al Poder, fue intervenida por el Estado, con un agujero de casi 30.000 millones de las antiguas pesetas. Solís, su hijo y el director general de la entidad, Ricardo Cruz Tuñón, acabarían en la cárcel. Si a todo esto le añadimos la tragedia sobrevenida por el aceite de colza desnaturalizado que sembró de muerte España, es para imaginar que la primera productora del mundo de aceite se había empequeñecido de pronto.
    Pero todo eso sucedería, salvo la pertinaz sequía, después de las autonómicas, cuya campaña fue en Jaén grandilocuente, tanto en palabras como en gentío mitinero. Todos los partidos se jugaban mucho en Jaén; se presumía el reparto de los restos del naufragio de UCD y ya se barruntaba una próxima victoria socialista. Para postre, el andalucismo pedía su protagonismo en una tierra no dada al nacionalismo y la Alianza Popular de Fraga fijó en la Jaén olivarera y caciquil su esperanza blanca, tanto, que llegó a decir lo siguiente en sus multitudinarios mítines de Linares y Jaén: “Andalucía no es de izquierdas”. Y no se quedó ahí: “Vamos a ganar, vamos a por todas y el 23 de mayo lo veréis”. Más claro parecía tener lo que se avecinaba Landelino Lavilla, presidente del Congreso y activo diputado por Jaén, que diría evasivamente a los periodistas sobre la desbandada centrista: “Ni hay efecto boomerang ni no boomerang. Hay una opción de Gobierno con voluntad de ganar”. Arenas del Buey, el cabeza de lista de UCD por Jaén, apelaba a la piel: “El corazón grande de Jaén está todo con UCD”. “Queremos gobernar en solitario”, así de rotundo se expresaba Leocadio Marín en Navas de San Juan, con réplica inmediata del comunista Manuel Anguita desde Alcaudete: “Si el PSOE gobierna en solitario, tendrá que pedir permiso a los señoritos para abrir cada mañana la sede de la Junta”. Pero los socialitas no se arredraban y esa campaña iban de plaza en plaza lanzando campanas al vuelo: “El socialismo es un proyecto de felicidad para el hombre”, manifestaría Antonio Ojeda, cabeza de cartel del socialismo. Fue en Linares cuatro días antes de la cita con las urnas y con la presencia de Tierno Galván. Dicen las crónicas periodísticas que allí dio un magistral discurso y dijo, entre otras cosas, que era el momento “de darle paso a un partido joven, como es el PSOE, con gente preparada, y un programa de gobierno claro y realista”. Se hizo, además, una pregunta retórica: “¿Por qué hay que votar? Porque es una obligación política, una obligación jurídica y una obligación moral”.
    Visitaría también esta mar de olivos que es Jaén el delegado general del Gobierno en el País Vasco, Marcelino Oreja, y entre mitin y mitin se congratuló ante nosotros de que la sede de su residencia oficial se llamase precisamente “Los Olivos”. “Me ha impresionado gratamente el alto nivel de cordialidad de los hombres y de las mujeres de esta tierra”, manifestaba Oreja, quien, además de venir esperanza en la victoria, “tengo confianza en las elecciones en cuanto a UCD”, dijo, aseguraba sentirse apesadumbrado por no habernos visitado antes: “Me avergüenzo, como español, de no haber venido antes por ciudades como Jaén, Baeza, Úbeda o Cazorla”. De la campaña centrista hablaría días más tarde en Jaén Alfonso Guerra: “Adolfo Suárez está de hermano durmiente, en la brecha, esperando el 24 de mayo” y “Landelino Lavilla ha cometido un error, se ha comprometido mucho con la campaña de Calvo Sotelo, con el peligro de que en Jaén no obtenga una cifra respetable de votos”. Dio también la clave de Leocadio Marín: “Hemos establecido nuestra estrategia para gobernar solos en Andalucía”. A lo que Concha Caballero respondería en Arjonilla: “Es la derecha y los grupos de presión los que aconsejan al PSOE que no gobierne con los comunistas, nosotros les decimos que las declaraciones antiunitarias de algunos dirigentes del PSOE son un grave error que pueden pagar con la fuga de los votos más transformadores, socialistas y unitarios”. Los nacionalistas del PSA, que tenían entonces representación en el Parlamento catalán, hacían campaña a su manera: “Los emigrantes andaluces en Cataluña están convencidos de que cada voto que se de al PSA el 23 de mayo es una posibilidad más para su retorno”, puntualizaba Andrés Limón, parlamentario andalucista por Tarragona en presencia del candidato Eduardo Gallardo. Fuerza Nueva, con Blas Piñar a la cabeza, sabía del electorado con que contaba en la provincia jiennense y también acudió a pedir el voto. José Rodríguez, el cabeza de lista de Alianza Popular, poco después defenestrado por el incombustible Ramón Palacios, focalizaba en la abstención el protagonismo de los comicios: “Si la gente acude a las urnas el 23 de mayo, no saldrá un gobierno social-comunista” mientras que su número dos, Gabino Puche, abundaba en aligerar la presión fiscal si llegaban al poder en Andalucía.
    “Con nuestro esfuerzo y la torpeza de los partidos de la derecha, podemos alcanzar la mayoría absoluta en estas elecciones al parlamento andaluz”, lo dijo Felipe González en un abarrotado auditorio de La Alameda, cuyo poder de convocatoria quedaba fuera de toda duda en esta tierra: “Vengo a la provincia más socialista de las cincuenta existentes en España”, dijo nada más empezar el mitin.
    A Jaén el día de reflexión se le atragantó con una muerte masiva de peces en el pantano del Guadalén. Eran los tiempos de vertidos indiscriminados de alpechín, purines y alcantarillados a los cauces públicos y la concienciación ciudadana no era sensible a los problemas medioambientales. Sirva como ejemplo que durante meses, en 1981, se liberaron de los pantanos cabecera de cuenca hasta tres millones de metros cúbicos cada día, para “que el Guadalquivir no fuese una cloaca”. Con la cita en las urnas del día después pronto se olvidarían los peces muertos y cada partido arrimó el ascua según conveniencia. Por sus declaraciones podemos conocer qué pasó aquel 23 de mayo de 1982 en Jaén. Que la provincia se convertía en granero socialista hasta hoy quedaba fuera de toda duda (superó el 52 por ciento de los votos). Una hojeada al periódico “Jaén” de la época nos adentra en lo sucedido a través de sus titulares: “Barrió el PSOE”, “Bajonazo para UCD”, “Retroceso comunista”, “Decepción entre los andalucistas”. Zarrías diría entonces que el PSOE no había dejado escapar ni un solo voto por su izquierda mientras Gabino Puche aclaraba que UCD le devolvía a AP los votos que le había cogido prestados en 1979. En el lado perdedor, Fernando Arenas del Buey achacaba el fracaso a los errores del proceso autonómico y al espectáculo interno dado por UCD y Manuel Anguita lo aclaraba rápido culpando al voto útil para los socialistas en vez de a los comunistas.
    Una única mujer, una referencia histórica en las filas del PSOE, Ángeles Cobo López, concejal en Alcaudete, representaría a Jaén en el primer Parlamento andaluz. Julián Jiménez Serrano, un histórico del socialismo jiennense de la clandestinidad junto a Alfonso Fernández Torres, Cándido Méndez y Juan Zarrías, no viviría las mieles del doble histórico triunfo del socialismo andaluz y español en 1982. Murió siendo alcalde de Linares en enero de 1982.