Tranquilidad en una joven aldea

La pedanía de Alcalá la Real cuenta con algo más de mil vecinos. Destaca su polígono industrial y su iglesia

21 feb 2017 / 11:22 H.

Es una de las dieciséis “hijas” de la majestuosa Alcalá la Real. Recogida, pequeña y sencilla pero coqueta, pudiente y joven. Santa Ana se independizó de su madre —para quedarse a cuatro kilómetros de esta— cuando se erigió como ermita extramuros a finales del siglo XV. Y es que este monumento es el origen de la pedanía en la que conviven algo más de unos mil habitantes. De calles recoletas y casas bien cuidadas mayoritariamente, en lo último que se asocia la pedanía es en un lugar-fantasma. De hecho, el centro neurálgico acoge un trasiego matutino en el que confluyen los principales edificios como el colegio, la iglesia de Santa Ana —y su correspondiente plaza—, la sede de la Caja Rural, el centro médico y la almazara.

Sin embargo, la aldea de la Sierra Sur hay que vivirla y sentirla con detenimiento, para descubrir la belleza de un almendro en flor a la sombra de la Torre de Santa Ana o para hallar la simpatía y agrado de sus vecinos. En plenas celebraciones de Don Carnal, Estefanía Flores viste a su pequeña Tania Aceituno de mariquita. Junto a ellas, Jéssica Alcalá, que está embarazada, calcula que hay unos cuarenta menores en la aldea. “Es una cifra proporcional a la población que hay”, reconoce. Y es que, lejos de lo que ocurre en otros pequeños núcleos poblacionales del interior de España, en Santa Ana, las familias jóvenes no solo no se quedan a vivir en sus preciosas casas, sino que dan vida a una nueva generación. “Lo que pasa es que para hacer compras más grandes nos vamos a Alcalá la Real”, manifiestan las mujeres.

Un termómetro que mide la afluencia de personas en la aldea es, sin duda, la sede bancaria de La Rural. Sus empleados, José Ángel Sala y Rocío Lozano, aseguran que hay cierto movimiento. “Hay muy buena gente, tranquilidad y, además, se puede aparcar bien y no hay que hacer largas colas”, indican. De hecho, hay clientes, como Inmaculada Serrano, que vienen de Alcalá la Real y que optan por realizar sus gestiones allí por comodidad.

Los más mayores del lugar tienen en la plaza su punto de encuentro. Allí, sentados en un banco, se ponen al día de los últimos acontecimientos o recuerdan historias de antaño. “Esta es un aldea tranquila en la que viven familias jóvenes que trabajan en el Chaparral”, indica uno de los mayores. Se refiere al polígono industrial perteneciente a la aldea y en el que se asientan las naves de empresas punteras no solo del municipio, sino también de la provincia y la región. Entre estas destaca En Equipo, Diseños No Tejido o Bandesur. De hecho, estos hombres fueron testigos de la pequeña revolución industrial que vivió la aldea hace unas dos décadas cuando ellos se habían dedicado principalmente a la agricultura.

Como productora del oro líquido que caracteriza a la provincia, Santa Ana cuenta con una almazara ubicada en el centro perteneciente a la Cooperativa Santa Elena.

A pesar de la escasa actividad comercial y hostelera de la zona, destacan el Bar Ambrosio, regentado por Teresa Galviz Mojica y Emilio López Expósito, así como el supermercado La Agüela, de Paco Sevilla. Negocios que cuentan con una clientela, básicamente, fija y que ofrecen variados platos, así como una selección de ultramarinos.

Si hay un lugar en el destaque la frescura de las generaciones que viven en Santa Ana ese es el colegio Sierra Sur. Allí fue donde el autobús de Diario JAÉN hizo una de sus últimas paradas para explicar a los menores y a sus profesores la historia del periódico de la provincia, así como la labor de los periodistas. Atentos y muy observadores, los alumnos de tercero a sexto de Primaria conocieron cada una de las partes en las que se compone el periódico, así como la fecha en la que se publicó el primer ejemplar o cómo evolucionaron los distintos aparatos tecnológicos utilizados en la redacción a lo largo de los años

Los pequeños y sus docentes (Isabel Marañón, José María Rodríguez, María Jesús Zafra, Mari Carmen Lázaro, Mercedes Rufián y Rocío Fontecha) se prepararon para celebrar una jornada de Carnaval en la que no faltaron los disfraces y las pancartas de colores.