Una persona que fue luchadora, emprendedora y de bien

18 oct 2016 / 08:00 H.

En los albores de una nueva temporada otoñal, mis sentimientos nostálgicos fluyen de nuevo. Con la partida hacía el más allá de Alonso Rísquez Aguayo, mi entrañable amigo “Cachorro”, al que estimaba y apreciaba mucho, este otoño se vuelve triste con el cambio de estado vital que, en cualquier edad, lleva al recogimiento de los sentimientos más cálidos e íntimos.

Alonso Rísquez, el “Cachorro”, como le conocíamos todos en Torredonjimeno y allá donde estuvo presente para buscar el sustento y el bienestar de los suyos, nos ha dejado. Empezaba a vislumbrar con su jubilación, dentro de unos meses, un futuro tranquilo para disfrutar con su familia de esos momentos que, por su incansable lucha diaria en el trabajo, no había podido realizar. Pero no podrá ser porque se topó con un “enemigo” traicionero, quizás el único que ha tenido Alonso en su vida, al que no ha podido superar.

Contar los innumerables momentos vividos con Alonso el “Cachorro” sería imposible, pero no puedo omitir, como hombre emprendedor que siempre fue, sus principios de camarero en el “Regina”, hasta cuando decidió abrir su propio negocio, a finales de los años setenta del siglo pasado, el Bar Cachorro, en el Paseo de la Estación.

Allí, Alonso, junto a su esposa Paqui, disponía de una inigualable cocina y unas insuperables tapas, pero él, que sabía de mis debilidades, me hacía disfrutar con los mejores alcaparrones y con sus excepcionales boquerones en vinagre con patatas “retostás” —así es como se llaman a las patatas fritas en Torredonjimeno—, que no dudaba en ofrecerme cada vez que visitaba “su” bar.

Su gran afición, el fútbol, le llevó a ser, en el año 1983, con Francisco Torrevejano de presidente, directivo del Torredonjimeno Club de Fútbol, y seguidor incondicional del conjunto tosiriano, con aquellos gritos de “Tosiria con el tra-ca-trá”, con los que animaban, él y Amador Lozano, a la afición que acudía hasta el “Matías Prats”.

Sentía debilidad por el Real Madrid, perteneciendo a la Peña que pusieron en marcha, en los años 80, Juan Begara y un buen grupo de excelentes “merengues”.

“Cachorro”, mi buen amigo Alonso, participó, como todos los jóvenes de aquella época (entre los años 1972 y 1973), en los campeonatos de fútbol de verano que, como entretenimiento estival, se organizaban en el pueblo. Expresaba una gran pasión por el fútbol sala, para él “futbito”, una actividad en la que se involucró cuando solo era practicada por jugadores veteranos a los que ya les venía largo jugar al fútbol. Su equipo, el Deportivo Andaluz FS, hacía furor.

Recuerdo la organización de un partido que se disputó en la pista de cemento, junto al frontón, con el Atlético Cordobés (el 12 octubre 1983), en el que estuvo presente el que fuera gran y emblemático torero Manuel Benítez, conocido como “El Cordobés”.

En fin, recuerdos, recuerdos y más recuerdos que, como decía, harían interminable este obituario a mi amigo “Cachorro”, una persona cercana, amable, simpática, con un gran sentido del humor. Era inconfundible por su agilidad y rapidez en el servicio y, con su siempre carismático bigote, con el que, me decía, nos hacíamos la competencia.

Alonso el “Cachorro” nos ha dejado. Pero aquí, además de su recuerdo, queda su legado: su esposa Paqui, fiel compañera en el trabajo, en los buenos y malos momentos; además de sus hijos Ángel y David, a los que enseñó el camino adecuado para que se ganaran la vida con dignidad; su nieta Ángela, su gran debilidad; su negocio y, cómo no, esa legión de amigos que ahora lloramos su ausencia.

“Cachorro” fue feliz en su caminar por este mundo porque vivió y trabajó con iniciativas y sin descanso. A su quehacer y profesión siempre le puso su sello personal. A ella y a su familia se entregó en cuerpo y alma para superar los obstáculos del día a día. Y fue feliz, porque todo lo hizo con amor.

No olvides ahora, en tu nueva morada, deleitar a tus nuevos amigos del cielo con tu cariño, tu bondad, una fresquita cerveza, bien tirada, y, cómo no, una buena ración de “boquerones en vinagre, con patatas retostás”. Un fuerte abrazo. Paz y bien.