“Un auténtico caballero”

02 abr 2017 / 08:00 H.

Mi queridísimo amigo: Escribo estas letras con la opresión de un nudo en la garganta que se hunde pecho adentro, porque sobrevivir a un ser querido nos deja un vacío enorme sin que podamos sustituirlo por nada ni por nadie. Cristóbal, has sido la persona que durante los años que hemos trabajado juntos, trabajar a tu lado ha sido para mí un privilegio, nunca una mala cara, siempre dispuesto para ayudar a todos y siempre lo has hecho enseñando con una sencillez, cordialidad y humildad exquisita, con una bonda innata y dispuesta a hacer el bien. Parecía que menospreciabas la vanidad de este mundo y despreciabas tu vida en favor de los demás. La verdad que conocerte para mí fue todo un lujo. Has sido un auténtico caballero (con letras mayúsculas) de estirpe buena de los que solo se inclinan ante Dios y dedicado a construir un mundo cristiano con tu forma de ser. Recordaré en ti además de muchas cosas dos fundamentales. Una, un hombre cristiano, muy preparado profesionalmente, con gran sencillez y humildad y la otra, tu amor a España.

En la primera, en tu entierro creo que no faltó ninguno de los hermanos mayores, tanto de la actual como de anteriores juntas directivas de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, cofradía donde estuviste varios años colaborando. En la segunda, tu amor a España, al Ejército, a las Fuerzas Armadas, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, a la Legión, etcétera, todos los mandos provinciales en tu entierro estuvieron, así como la directiva y socios de la Asociación Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas (Acafa) y todos reconocimos tu gran labor en el tiempo que has estado en la junta directiva, incluso vinieron con sus esposas los mandos de la VIII Bandera de la Legión en Almería, expresamente a decirte el último adiós.

Te fuiste como tú has sido siempre, sin querer molestar, procurando que no se notara, aguantándote fuertes dolores, aunque pronto se cundió la triste noticia. Nos dejas una extraordinaria familia, tu esposa Alfonsi y tus hijos Jesús y Ángel. Hoy en Jaén hay una empresa con seis trabajadores gracias a ti, porque en el momento decisivo prestaste una gran ayuda. Descansa, mi amigo, entre los Bienaventurados, hasta que yo sea viajero sin vuelta a la otra orilla de la gran verdad.