“Sus méritos van más allá de su intensa actividad profesional y cofrade”

21 sep 2016 / 08:00 H.

Cuando perteneces a una institución del ámbito que sea y te comunican que uno de sus promotores, de esas personas que se involucraron desde el primer momento en su puesta en marcha y cuyo legado años después es el que podemos contemplar ha fallecido, queda siempre un sentimiento de pena por la pérdida, pero de profundo agradecimiento por la entrega que pusieron para que hoy haya otra generación continuadora de aquél proyecto inicial.

Es el caso de Gabriel Arroyo Guerrero, que nos dejó el pasado 3 de septiembre, y su pertenencia como iniciador de la Cofradía de los Estudiantes, a la que permaneció vinculado durante los setenta años de existencia que tiene nuestra institución pues, no en vano, él fue uno de los grandes protagonistas en que aquella idea de que existiera una cofradía de Pasión que congregase a los estudiantes de nuestra capital, floreciese y se prolongara en el tiempo hasta nuestros días.

Podríamos destacar su devoción a la Virgen de las Lágrimas, su apoyo a principios de los 90, cuando la hermandad experimentaba un renacer extraordinario, su participación en los actos de las Bodas de Oro de la cofradía como miembro de la comisión gestora en la que los fundadores tuvieron un papel destacadísimo en los actos del recordado año 1996; sería digno de mención que fue el VII Pregonero de la hermandad en 1998 o que como reconocidísimo profesional de la medicina en 1997 en su clínica radiológica, tuvo como paciente especialísimo a la venerada imagen varias veces centenaria del Santísimo Cristo de las Misericordias a la que tomó diversas radiografías como proceso previo a la restauración que se llevaría a cabo de la talla. Pero aun así, nos quedaríamos cortos y no haríamos justicia a un cofrade cuyos méritos van más allá de las acciones puntuales mencionadas. Por eso, quienes hoy vivimos el legado de personas que como Gabriel Arroyo nos dejaron, estamos agradecidos por quienes nos precedieron y honramos su memoria como mejor debemos hacerlo: siendo fieles a su testimonio y trabajando para que continúe vivo para otra generación más.