Su memoria está ligada a Linares y a la cogida mortal del “califa” Manolete

24 nov 2016 / 08:00 H.

Mis recuerdos de Francisco Cano “Canito” no van más allá de su obra, puesto que no lo he conocido personalmente. Y de su obra, la fotografía en la que Manolete es trasladado a la enfermería de la plaza de Santa Margarita de Linares, así como una exposición de fotografías que se mostró en el Aula de Cultura de la Diputación Provincial de Jaén, cuando dirigía esa área el amigo Manuel Urbano, que en gloria esté. Unas instantáneas de Manuel Cano y de su hijo que dejaban entrever la grandeza del artista, ya que Canito era uno de los fotógrafos más reconocidos en el mundo taurino y también fuera de él, pues fotografió a cuantas estrellas de Hollywood se dejaron brillar por España y no fueron pocas. Aunque tanto monta, porque a los norteamericanos aquellos les fascinaba algo tan “typical spanish” como puede serles una corrida de toros en la Monumental de México DF.

Francisco Cano Lorenza, más conocido como Paco Cano o Canito, nació en Alicante, el 18 de diciembre de 1912, y falleció en Liria (Valencia), el pasado 27 de julio, con un siglo bien cumplido. Su vinculación con Linares fue estrecha a partir de aquel 28 de agosto de 1947. Aquella tarde, el torero Manuel Rodríguez Sánchez, Manolete, posiblemente la más grande figura de la tauromaquia de todos los tiempos y cuya forma de concebir el toreo la siguen ejecutando los más destacados toreros de hoy día, recibió una cornada del miura Islero, que le atravesó el muslo derecho con uno de sus pitones (debía ser el derecho), destrozándole el triángulo de Scarpa. La herida le produjo una hemorragia incesante y el matador falleció la madrugada del día siguiente, al parecer, a consecuencia de una transfusión de plasma descompuesta.

Las únicas e impactantes fotografías que se han publicado de aquella tragedia (que yo sepa, que sé bien poco) fueron tomadas por Canito. Otros fotógrafos que solían acompañar en comitiva a los grandes toreros, por algún motivo no acudieron aquella tarde de canícula y sopor al coso de Linares. Canito sí lo hizo. Aguantó las calores y tuvo su recompensa profesional.

Desde entonces, Francisco Cano fue el fotógrafo de la cogida de Manolete. Gloria compartida. Estuvo en el lugar preciso, en el momento exacto. Sin sus fotos no se hubiera cerrado el círculo del mito al que se le consideró IV Califa del Toreo. Los otros toreros que ostentaron ese califato fueron todos cordobeses y “rafaeles”, por el patrón de Córdoba: Rafael Molina “Lagartijo”, Rafael Guerra “Guerrita” y Rafael González “Machaquito”. También hubo otro Manuel, El Cordobés, nombrado quinto Califa del Toreo por el Ayuntamiento de Córdoba, para dar gusto a las peticiones de asociaciones y colectivos.

Otro 28 de agosto, el de 2013, hace tres años, la ciudad de Linares le rindió un homenaje a Canito, cuando este ya tenía un siglo vivido. El alcalde, Juan Fernández, le entregó una placa en el ruedo de la plaza de toros, justo donde fue cogido Manolete. Esa fue la última vez que este gran fotógrafo visitó Linares y la provincia de Jaén, camino de cumplir los 101 años. Descanse en paz.