“Siempre fuiste el primero en colaborar y apoyar al que lo necesitase”

21 oct 2016 / 08:00 H.

El pasado 27 de septiembre, en la página de Facebook “El Vigilante Caído”, aparecía una noticia que decía así: “Siento comunicaros el fallecimiento de otro compañero. Ayer falleció en Jaén nuestro compañero, Manuel Sotomayor, un infarto fulminante se lo ha llevado a sus 52 años en acto de servicio. Desde ‘El Vigilante Caído’ y todos sus miembros queremos expresar nuestro más sentido pésame a la familia, amigos y compañeros. Desde esta página queremos rendir honores y un pequeño homenaje a nuestro compañero caído. Descasa en paz, siempre serás recordado”.

Por otro lado, Manuel De Pablo Ráez, miembro del comité de la empresa donde trabajaba Manuel Sotomayor, le dedica este obituario: “Tu partida ha sido rápida y fugaz, como la frágil brisa en una mañana de verano y, a la vez, cruel y desalmada, como un huracán sin piedad que todo lo arrasa, sin sentir pena por nada ni por nadie.

Hoy querido amigo nos despedimos de tu cuerpo, pero no de tu amistad. Hoy en este papel quiero exponer, no los momentos que tu pronta marcha nos va a privar, sino los buenos recuerdos que con tu cariño has impreso en nuestras vidas.

Nunca una mala mirada ni un mal gesto, siempre el primero en colaborar y apoyar a aquel que lo necesitase y siempre con ese humor maravilloso que te sobraba por los cuatro costados. “Se desborda” Pare, hoy se desborda el Guadalquivir con las lágrimas de tus seres queridos, desde Jaén a Bujalance, lloran tu pronta marcha. A bien llevas las maletas cargadas con todo el amor que sembraste en tu gente, en tu mujer y tus hijos, en tu familia, en tus amigos....

Nosotros aquí nos quedamos con tu recuerdo, con tu persona y alegría, nos quedamos también con tus defectos y tus virtudes, con tus indecisiones y tu hipocondría. Esa mala amiga de la que tantas veces nos hemos reído y que tantos calentamientos de cabeza nos ha dado.

Nos quedamos con la dura profesión que elegiste, esta que nos deja heridas en la mente y arrugas en el alma. Pero, a la vez, nos llena de gozo y complacencia el saber que gracias a nuestro trabajo la gente vive más segura y tranquila. Podríamos relatar miles de anécdotas que hemos tenido a bien compartir, tantas que faltarían hojas para escribirlas, malas y buenas como la vida misma. He aquí una de ellas que aún me alegra recordar: Una mañana, antes de salir de ruta con el furgón y en broma, un compañero te preguntó: ¿Manuel, te encuentras bien? Tienes mala cara. Recuerdo que te ibas mirando por todos los espejos que encontrabas a tu paso. Una de las veces al mirarte en uno de ellos, te pregunté: ¿Por qué te miras tanto Manuel? Me respondiste: “El de la farmacia que me ha engañado con la crema antiojeras y creo que me ha dado alergia”. Hoy amigo, vamos a llenar el cajón de nuestros recuerdos, con tu gran corazón y tu luz. Hoy, te rendimos este homenaje con orgullo, al que fue en vida un gran ser humano, un ejemplo de amistad y compañerismo.

Estoy seguro que ahora nos proteges y cuidas desde el mismo cielo. Nos vigilas desde el puesto más alto, puesto en el que sólo algunos elegidos pueden ocupar.

Hoy, Pare, compartes garita con el Jefe Supremo, hoy, estás con el amigo que nunca falla. Ese amigo que jamás alejaste te de ti, en el que creías e idolatrabas y sobre todo, que tanto amabas.

Hoy, Manuel Sotomayor, estás con Él... hoy Pare, estás con Dios. Descansa en paz, compañero.