Pionero de la bioespeleología en Jaén

01 abr 2017 / 08:00 H.

A raíz de un magnífico trabajo científico, publicado recientemente por mi buen amigo y bioespeleólogo alicantino Juan Antonio Zaragoza, uno de los especialistas más importantes del mundo sobre pseudoescorpiones, donde describía una nueva especie de estos arácnidos de cuevas de Jaén colectada por nuestro colectivo, quisimos entre Juan Antonio y yo dedicárselo a la memoria del pionero de los estudios bioespeleológicos en Jaén, el entomólogo Joaquín Mateu Sanpere. La especie descrita se denomina “Occidenchthonius mateui”. El doctor Mateu nació en Barcelona, el 9 de enero de 1921. A muy corta edad entró en contacto con el pionero de la Bioespeleología moderna en España, Francisco Español, y con el Museo de Zoología de la Ciudad Condal. Desde 1942 a 1945 hizo el servicio militar y solicitó ser destinado al Norte de África, debido a su amor a la historia natural y así estuvo como naturalista adjunto al gobierno del territorio Ifni-Sáhara. Como bien dice mi otro amigo bioespeleólogo catalán Xavier Bellés, relevado de sus tareas militares, se concentró en el estudio de los insectos.

Al finalizar su servicio militar, entró en contacto con el mundo de la espeleología y con los estudios de la biología subterránea. En 1946 fue nombrado colaborador científico del CSIC y, en 1948, fue adscrito al Instituto de Aclimatación de Almería. Ahí comenzó su auge como entomólogo y realizó multitud de expediciones a Guinea Ecuatorial, Sáhara central y noroccidental, Canarias, Cabo Verde, Madeira, Azores...

En mayo de 1953 realizó una campaña en la Sierra de Cazorla junto a Antonio Cobos y el ya citado Francisco Español. Decidieron hacer algunos muestreos en cavidades de la zona y descubrieron tres especies nuevas. Dos de ellas fueron descritas por el propio doctor Mateu y presentadas en el Congrés International de Spéléologie de París. En 1956 obtuvo una plaza como agregado de búsqueda del CNRS de Francia. Se trasladó a París y allí vivió más de 30 años. Realizó expediciones al Sáhara, México, Perú, Venezuela... Tras su jubilación, en 1987, volvió a Almería y publicó multitud de trabajos sobre coleópteros cavernícolas. En 1997 regresó a Barcelona definitivamente hasta su muerte, a los 94 años.

Recuerdo cómo mi padre me indicaba la documentación que tenía sobre sus investigaciones bioespeleológicas en Jaén. A mí me parecían extraordinarias y nunca pensé que seguiría los pasos de Mateu. Estuve en contacto con él por correspondencia. Hablábamos, sobre todo, de biología subterránea. Tengo la espinita de no haberle podido contar que, a finales de 2016, localizamos una cavidad que él investigó en los años 50, la Cueva de la Navilla de Fuente Acero, en plena Sierra de Cazorla. Ya nos advirtió que sería interesantísimo retomar la investigación.

Aunque solo pudimos vernos en persona una vez, le tenía un gran aprecio. Gracias a él, pudimos tener una base de investigación bioespeleológica en Andalucía y, sobre todo, en Jaén. En 2013, con mi visita a Barcelona para participar en el Congreso Internacional de Biología Subterránea, pude conocerlo personalmente y estrechar su mano. Los espeleólogos de Villacarrillo y de España le tendremos en el corazón y en nuestras investigaciones.