“En el Cielo no cabe un ángel más bondadoso que tú, querida amiga”

27 nov 2016 / 08:00 H.

La sencillez y grandeza de Loli nunca se me olvidarán. Fue una mujer muy querida, no solo por su esposo, Pepe, o por sus hijos, Cristina, Carmen Mari y Vicente, sino por cuantos la tratamos en sus años de vecina en Alcalá la Real, antes de regresar a Cádiz. En todo este tiempo se hizo querer por su carácter alegre y por su afabilidad. Aunque ya no esté con nosotros, sus amigos y familia siempre guardaremos un tierno recuerdo de ella en su memoria y en su alma. Durante más de cuarenta años trabajó por un proyecto de vida en común junto a su marido, que con mucho esfuerzo y sacrificio fueron forjando, siempre muy ilusionados y llenos de alegría. Como resultado tuvisteis una familia maravillosa, un precioso legado que siempre os dio fuerza en los momentos más complicados.

Su familia y allegados la echan mucho de menos. La vida no es la misma sin su presencia. Fue una gran mujer y una madre increíble, una buena amiga y una compañera de viaje excepcional. Loli no se ha ido, sino que se ha convertido en un ángel para seguir protegiendo a las personas que más quería, es una estrella que ilumina el camino y vela por los que se quedaron en tierra. Su recuerdo no desaparecerá, porque mientras los corazones de los que la quisieron sigan latiendo, permanecerá en la memoria de los demás.

El cáncer, esa maldita enfermedad que envenena y destroza a la humanidad, fue la razón de su temprana marcha. Loli fue una luchadora que, sin temor, le plantó cara. Soportó el tratamiento, peleó cada día y se recuperó con el apoyo y el amor de los que tenía a su alrededor. Al final, lo venció y durante un tiempo las cosas mejoraron. Pero regresó y, a pesar de la dura ba- talla, se la llevó.

Loli era un tesoro, una persona llena de amor, que deseaba siempre reunir y compartir con los más cercanos. No importaba lo malo que fuera el momento o lo difícil de la situación, siempre tenía una sonrisa para regalar, una alegría que guardaba dentro de ella y transmitía a los que tenían la oportunidad de conocerla. Su camino en la vida no fue fácil, la enfermedad siempre es complicada y dolorosa. Aun así, conservó su ilusión de la vida y la compartió con sus allegados. Siguió peleando, ya no solo por ella misma, sino por todos aquellos que luchaban junto a ella. Su familia era su bastión, su castillo y su fortaleza. Lo dio todo por ellos.

Muchos son los amigos, conocidos, cercanos o lejanos que han dejado palabras de aliento y ánimo a su esposo, Pepe Oneto, y a sus hijos, en las redes sociales. El recuerdo de Loli perdurará por mucho tiempo gracias a la memoria de ellos y de todos aquellos que pudieron cruzar con Loli alguna frase, aunque fuera una mirada. Hay cocineros que trabajaron con su hija, Cristina, y guardan un cálido recuerdo de Loli. También hay personas que comparten su dolor, que conocen la pérdida y esa terrible enfermedad que es el cáncer. Su pérdida fue grande, pero más grande era ella, y su presencia no tendrá fin hasta que el último fragmento de luz desaparezca.

En el Cielo no cabe un ángel más bondadoso que el que fue Loli. Por eso, amiga, descansa en paz.