“Ante todo, amigo”

19 feb 2019 / 08:00 H.

He perdido un gran amigo, una excelente persona, un hombre que rebosaba bondad y entrega a los demás, en definitiva, a mi maestro. Se lo ha llevado el Creador, los valientes guerreros tienen que descansar al lado del que él tanto amaba. Me llamaba a mí maestro, cuando realmente el maestro era él. He conocido muchas personas, muchas, pero a nadie con un corazón tan desinteresado como el suyo. No tenías que pedirle ni sugerirle nada, te lo ofrecía de corazón, era su forma de ser, su manera habitual de actuar. Estudiamos juntos la Licenciatura de Derecho en la UEM, Juan Antonio tenía por entonces setenta años y yo cincuenta años, nos propusimos, con ocho compañeros más, hacernos abogados, todos éramos graduados sociales. Estuvimos tres años subiendo a Madrid, a la Universidad; teníamos clases jueves, viernes y sábados de nueve de la mañana a ocho de la tarde, con la mera pausa de la comida. El primer año mi maestro Juan Antonio, junto con otro gran amigo, Paco Moreno (los dos más mayores que yo), se desanimaron, querían dejarlo. Era muy duro, compatibilizar estudio y trabajo, viajes continuos a la capital sin poder descuidar el discurrir de nuestros negocios. Intervine, ya que mis compañeros me consideraban el líder del grupo, de forma para mí inmerecida, puse un lema que todos aprobamos: “Juntos empezamos, juntos acabamos”, y así fue. Mucho trabajo y mucho estudio pero nos licenciamos en Derecho con excelentes notas. Éramos nombrados en la Universidad, el famoso grupo de Jaén, por nuestro quehacer y ayuda a los demás alumnos, mucho más jóvenes que nosotros. Qué buenos ratos pasamos, maestro. Nos juntamos todos los años, al menos dos veces, en nuestro centro neurálgico de Los Píos en Bailén, a comer y contarnos nuestras peripecias. Prometo que seguiremos haciendo esas quedadas en tu honor, Juan Antonio. Juan Antonio Perea, me consta que estás en el Cielo, una persona como tú se merece estar a la derecha del Padre.