Amigo Vicente, un jiennense ejemplar

31 ago 2016 / 17:00 H.

Se han escrito ya decenas de páginas en nuestra prensa provincial sobre Vicente Oya. Ello no es extraño ni casual, porque ¿quiénes de los que se dedican a la cultura, al movimiento ciudadano, a la política, incluso, no han recibido algún apoyo, favor o un aliento de Vicente Oya? Los jiennenses somos agradecidos y ahora también, tras este óbito inesperado del amigo, del compañero cronista y periodista infatigable.

Quiero centrarme en su faceta de cronista oficial de la ciudad de Jaén, de Cambil y de nuestra provincia. Se nos fue Vicente en la madrugada del 11 de agosto. El mismo día del calendario en que dejó de existir, en Sevilla, Blas Infante. Pura coincidencia, pero dato curioso. Esa partida hacia la eternidad del cronista provincial acaeció en Beas de Segura, un pueblo serrano, lugar de origen de su esposa Isabel Jiménez, donde cada verano pasaba la familia sus días de descanso. Vicente nació en un no menos bello lugar de Sierra Mágina, Cambil, en plena Guerra Civil, y moriría en otro pueblo serrano de las montañas del Segura: Beas. Esto nos indica algo en relación con el cargo que había aceptado de nuestra Diputación Provincial desde hace unos meses como cronista oficial de la provincia, que no era hombre de un solo lugar. Tenía, pues, un amplio bagaje de conocimientos de nuestras villas, aldeas, cortijadas... o, como ahora se dice, Entidades Locales Autónomas. No solo por la preparación tras el estudio y la investigación, sino por múltiples viajes con los gobernadores, de varios de los cuales era “mano derecha” en los temas culturales. Cubría la información periodística de las visitas a las más apartadas aldeas que la primera autoridad provincial llevaba a cabo.

Nos contaba anécdotas muy graciosas sobre esos viajes. Como aquella en que un aldeano de una de nuestras sierras gritó: ¡Viva el gobernador y sus secuaces! Vicente Oya fue el quinto cronista provincial, tras Antonio Almendros Aguilar, de Jódar; Alfredo Cazabán Laguna, de Úbeda; Luis González López, el único que nació fuera, y José Chamorro Lozano, de Jimena. Proclama un dicho popular que no hay “quinto” malo. Vicente Oya Rodríguez había elaborado y publicado ya bastante antes de 2016. Ha dejado miles columnas periodísticas, algunos libros, incluso alguno monográfico de Cambil; trabajos de investigación de temas muy variados; presentaciones de conferenciantes, pregones de actos múltiples; prólogos que muchos le pedíamos... Pero lo más interesante, desde mi punto de vista, fueron los 52 personajes jaeneros, cuyas biografías aparecían en el Diario JAÉN de los ochenta. Eran verdaderas joyas. Deberían ser publicados. Yo se lo decía a Vicente, pero él como buen periodista no estaba para volúmenes que tanto entretienen, sino que estaba cada día amarrado a la columna. La suya fue una labor impagable en la asociación Aprompsi, o en la presidencia de la Asociación Provincial de Cronistas, que, además de tenerlo como Presidente de Honor, le publicó una biografía. No pienso dejar en el olvido que dejó escrito que sus papeles y archivo personal se quedarían en los ayuntamientos de Cambil y Jaén y en el de la Diputación.