Adiós a un ilustre jaenero: gana el amor

08 jul 2019 / 08:00 H.

Todavía consternado por la muerte de mi amigo José Luis Buendía López, que me deja un impresionante vacío, siento la necesidad de dedicarle unas líneas para expresar lo que me hubiera gustado decirle en persona y esta vez no ha podido ser. Es verdad que a quienes manteníamos relaciones cercanas con él nos sobrecogía su tristeza en los últimos tiempos, primero con la terrible y traicionera enfermedad de Tere, pero la muerte de la que fue su esposa, su compañera, su todo, una mujer afable y dulce, acabó por trastocar su vida. No esperábamos este desenlace, pero muchos coincidimos en que el amor y la tristeza han ganado la batalla a un José Luis que estaba haciendo esfuerzos, animado por sus hijos y sus amigos, para salir del pozo en el que se encontraba sumergido. Últimamente, porque quería luchar contra su propio desánimo, asistía a todas las convocatorias culturales de la ciudad, minado en su salud, y tenía que ser el corazón el órgano vital que a la postre se ha rendido ante el dolor y la amargura.

Sería muy largo hacer un panegírico sobre una personalidad tan poliédrica y además a José Luis Buendía casi todo el mundo lo conocía en Jaén. Nacido en el año 1947 se encontraba felizmente jubilado de su brillante trayectoria profesional en la Universidad de Jaén, doctor en Literatura Española, donde siempre fue un puntal importante, querido por sus compañeros y especialmente por sus cientos de alumnos, que en las últimas horas, tras su muerte, le han dedicado frases especialmente emotivas. Pero por encima de todo ha sido un referente para la cultura de Jaén y su provincia. Pregonero, conferenciante, articulista, había hecho de la Literatura una profesión, también una pasión. Era un placer escucharle una charla sobre algunos de los grandes autores, como podía ser el caso de Caballero Bonald, Landero, Miguel Hernández, etc., del mismo modo que era considerado una autoridad sobre el arte flamenco y la tauromaquia, que también le deben mucho a nuestro personaje. Se ha ido sin que vea impreso un libro que se le estaba preparando, de hecho se encuentra en imprenta, y dará ocasión a rendirle el homenaje que esta ciudad en distintos ámbitos, le debe al profesor y al jienense José Luis Buendía López, aunque bien se puede decir de él que se le ha considerado profeta en su tierra, ha sido una persona admirada y querida.

Lo conocía de toda la vida, porque estábamos unidos por estrechos lazos. Por jaenerismo, y él ha sido un abanderado, necesariamente hay que relacionarlo con las iniciativas más nobles para favorecer el progreso y la cultura. Nos une también el amor y la admiración por Úbeda, y la amistad con ilustres ubetenses como Antonio Muñoz Molina. Durante muchos años, además, se fortaleció nuestra relación en el Foro Jaén de Opinión y Debate, donde ambos estamos desde el principio y además formando parte de su junta directiva. También he tenido la oportunidad de tenerlo cerca como colaborador en opinión, donde pude saborear su enorme calidad literaria en columnas memorables propias de una persona dotada y culta, que hablaba muy bien en público pero que escribía aún mejor. Su producción literaria es muy rica y variada en temáticas, y en parte ha sido editada por la institución universitaria a la que dio lo mejor de su carrera. Era una persona empática, en cambio huía de la superficialidad y de los convencionalismos, de modo que le gustaba llamar a las cosas por su nombre. Ahora recuerdo cuando presentó, hace de esto muchos años, una conferencia en Jaén de Antonio Gala, y no tuvo reparo en referirse al escritor cordobés, con el gracejo y la socarronería que le caracterizaban, como alguien “que escribe como San Juan de la Cruz y cobra como Julio Iglesias”. Otras veces tanto en el Foro Jaén como en otros escenarios, cuando pedía la palabra, se levantaba expectación. José Luis Buendía no regateaba enhorabuenas cada vez que lo estimó oportuno, pero no comulgaba con ruedas de molino y si tenía que preguntar o repreguntar, lo hacía y nunca importunaba. Siempre ha sido participativo, sobre todo lo tiene testado en el Foro Jaén, pero era señal inequívoca de que se trataba de una persona con criterio, y lo ha ejercido hasta el final, también esto cabe agradecerle, porque ha formado parte de su carácter de referente ético y de integridad.

Además de un factótum cultural también ha sido relevante su papel en la propia sociedad de Jaén, formando parte de numerosos colectivos, por ejemplo era patente su compromiso con el mundo cofrade. Pertenecía a la Cofradía Gastronómica de La Buena Mesa, de igual manera fue distinguido por la Cuchara de Palo, recibió uno de los Premios “Jaén, Paraíso Interior”, porque este slogan que ha promocionado a nuestro territorio por todo el mundo es el título de una publicación suya. Y por cierto, también fue él, lo he dicho hasta la saciedad, quien me sugirió para mi libro que se llamara “En Jaén donde Resisto”, del que he hecho una marca personal. Ni siquiera en estos últimos meses de dificultad ha dejado de ser proactivo y, entre otros compromisos, participamos juntos hace pocos meses en la presentación del libro “Lirios marchitos”, de Cristóbal López Carvajal, donde volvió a estar tan brillante como siempre. En mi propio perfil de Facebook, tras dar la noticia de su muerte, llegaron decenas de comentarios de amigos y conocidos, gente de Jaén en definitiva, que mostraba su dolor por esta pérdida. Este compendio de frases me parece que es el mejor homenaje que se le puede rendir a José Luis en su despedida. Leyéndolos no he podido evitar la emoción porque le definen como solo el pueblo llano sabe hacerlo, las expresiones más sublimes para lo bueno y para lo malo. Solo unos cuantos ejemplos de los testimonios: Nos quedamos con su fuerza y su entusiasmo; El pueblo cofrade también está de luto; Un gran profesor, gran persona, un activo importante siempre comprometido con nuestro querido Jaén; Era un enamorado de lo popular; Un conversador excepcional, un personaje indispensable del mundo de la cultura y de las letras; Era un hombre especial, valioso y muy jaenero; Un intelectual de alto nivel, orgullo de Jaén; La pena y el amor han podido más; Siempre tan comprometido con la cultura y con su tierra; Descansa en paz, lejos ya de la tristeza...y así todos.

La muerte de mi querido José Luis Buendía, y sobre todo las palabras del sacerdote que ha oficiado la misa de su despedida, que ha invitado a repasar en la memoria momentos vividos de cada uno con este ilustrado jienense, me ha hecho recordar el libro del que es autor Mitch Albom, “Martes con mi viejo profesor”, un hermoso testimonio sobre la vida, la amistad y el amor, que podría resumir la existencia de quien merece este homenaje. Tiene frases sugerentes, tales como “Una vez que sepas cómo morir, sabrás cómo vivir”, “Sin amor, somos pájaros con alas rotas”, “Usted vive en los corazones de todos los que ha tocado y alimentado mientras estuvo aquí”, o “Todo el mundo sabe que se tiene que morir, pero nadie se lo cree”. Aunque lo que más me sugiere es este diálogo: -Un combate de lucha libre. Sí, la vida podría describirse así. -¿Qué bando gana entonces?, le pregunto. -¿Que qué bando gana? Me sonríe, con sus ojos llenos de arrugas, con sus dientes torcidos. -Gana el amor.

Esta es la última lección del maestro José Luis Buendía, la de su propia vida forjada sobre valores, amistad, pérdidas, y a pesar de que lloramos su ausencia y nos queda un enorme desconsuelo, nos permite abrigar la esperanza en lo mejor del ser humano.