A un hombre que ejemplificó lo mejor de los concejales del mundo rural

23 oct 2017 / 08:00 H.

Hace unos años, hicimos homenaje al amigo Esteban concejal de los años ochenta procedente de la Hortichuela, repetimos posteriormente con el charillero Julián Cortés y no olvidamos ni olvidaremos al santanero Pepe la Cal, que fue durante un decenio alcalde de Santa Ana. Coparticiparon en los primeros años de la democracia, desde 1979, y rompieron las barreras para poner en marcha los primeros ayuntamientos democráticos. Ahora que todo el mundo opina que por aquellos tiempos incorporarse a la res publica era coser y cantar, realmente en aquellos momentos históricos costaba hasta compaginar una lista, y más en los partidos de izquierda. Muchos lo hicieron como independientes, otros representando intereses agrarios o sindicales y la mayoría ilusionados por dar un cambio a los ayuntamientos orgánicos y franquistas. Todos estos amigos de la vida pública mantenían en común su pertenencia al mundo aldeano, su conocimiento del mundo rural y su desvelo por estas calles de campo del municipio alcalaíno. Eran herederos de aquellos socios de los centros y sociedades obreras de los años treinta del siglo pasado. En ellas habían aprendido las primeras letras, sus padres habían recibido los primeros auxilios de la mutualidad agraria y se habían formado en la defensa de sus entornos gracias a la lucha de los años de la República. Incluso hubo algunos que experimentaron en sus propias carnes los arañazos de aquella guerra con la diáspora hacia otras tierras, el hambre de los años cuarenta y la persecución y prisión de sus seres queridos. No era extraño que sobrevivieran y experimentaran nuevas formas de economía y subsistencia como las colectividades en las aldeas de la Alcalá republicana de los años 1936-1939. Hace unos días, murió Pedro Pareja Anguita. Un hombre de porte serio y formal, que puede englobarse en este elenco reputado de concejales que representaron el mundo rural en los primeros años de la democracia. Era defensor del conjunto de las aldeas en torno a la que le había adoptado por vecino Fuente Álamo. Pues Pedro procedía de la fronteriza Venta de los Agramaderos.

Todos ellos habían reiniciado el contacto con la vida política a través del sindicato agrario de la FTT (Federación de Trabajadores de la Tierra de la UGT) en un momento en el que los jornaleros y pequeños propietarios, nuestros pujareros, formaban un grupo social muy numeroso en las aldeas y se dedicaban a sus tareas agrícolas complementadas con el famoso Paro Comunitario. Pedro, siguió los mismos pasos como lo hicieron Esteban y otros que no ocuparon puestos orgánicos pero que se ofrecieron a representar a su aldea en el ayuntamiento alcalaíno. Lo hizo de la mano del delegado sindical de la Unión Local de la UGT, el querido Urbano que también se incorporó a esta noble tarea. Fueron hombres de palabra, leales, que sabían lo que significaba dar un paso en las lides políticas. Y lo dieron cumpliendo con su deber. Gracias ellos, la voz de las aldeas estuvo presente más que en ninguna otra ocasión en el cabildo alcalaíno. Y Pedro y estos ediles aldeanos lo hicieron con prestancia, responsabilidad y mejora de sus rincones rurales en muchos campos de servicios que hoy día disfrutan los vecinos de los partidos del campo. Gracias a gente como Pedro y los alcaldes pedáneos, el bienestar de muchas aldeas ofrece a sus vecinos un bienestar ganado con el sacrificio de su trabajo diario y las negociaciones para atraer centros sociales, consultorios, instalación deportivas y escuelas en cada una de las aldeas. Siempre, creó un cimiento y vivero de propuestas para que se fueran cumpliendo en los futuros años junto con otros vecinos que todavía perviven y han hecho realidad como la propiedad del cortijo de Clavijo. Pedro no era miembro de partido. Se le notaba, pero respiraba socialismo con su pertenencia al sindicato ugetista, porque procuraba lo mejor para su aldea y sus convecinas. No se quedó la aldea en el simple centro obrero, hoy día social, sino que Fuente Álamo con sus blancas casas convirtió a la colonos en propietarios; por eso de la tierra para quien la trabaja y, al menos, su patrimonio agrario y su nuevas comunicaciones avanzaron a un progreso nuevo. Descansa en paz, Pedro, pues, diste el corazón y tu saber en beneficio de los fuentealameños, y fuiste un orgullo para todos tus compañeros.