Santo Tomé, un delicioso núcleo en el tramo alto del Guadalquivir

El municipio representa una de las puertas de entrada a la Sierra de Cazorla

14 mar 2019 / 16:24 H.

Santo Tomé es sinónimo de tranquilidad en un entorno rural donde confluyen el olivar, casi omnipresente en la provincia, y las zonas de huerta. Precisamente este último entorno es posible gracias a la presencia del Guadalquivir, en cuyo curso alto se encuentra. El municipio, aparte del casco urbano incluye el diseminado de Agrupación de Santo Tomé, que se remonta a los procesos de colonización emprendidos durante la posguerra.

Dentro de Santo Tomé, el inmueble más sobresaliente es la iglesia parroquial de Santo Tomás Apóstol. El esbelto campanario del siglo XIV tenía funciones de atalaya en al Baja Edad Media, cuando la frontera con el territorio nazarí no estaba lejos y se daban algunas incursiones. Primero independiente, se endosó al templo posteriormente.

A solo unos metros de la iglesia se localiza la Casa Grande, una vivienda señorial renacentista. El complejo palaciego vuelve a tener utilidad desde hace una década, pues sus dependencias sirven para albergar la residencia de mayores.

El calendario festivo es muy completo. El 2 de febrero se encienden una lumbre con motivo de San Blas. En torno al fuego se entonan canciones y se consumen viandas y bebidas. El 15 de mayo, con motivo de la festividad del patrón de los agricultores, San Isidro Labrador, los tomeseños salen en romería hasta el Guadalquivir, en cuyas cercanías pasan un día de convivencia. El primer fin de semana de agosto son las Fiestas del Emigrante. Entre los días 23 y 27 de septiembre llega la feria en honor de la patrona, Nuestra Señora de los Remedios.

Con motivo de la Feria de los Pueblos se reparten folletos con los principales atractivos tomeseños. En particular se hará hincapié en la gastronomía, con platos sobresalientes como los talarines y los andrajos. Se trata de impulsar el turismo, cada vez más presente gracias a cortijos rehabilitados para alojamiento.