Las celebraciones en honor al evangelista que fue protector de animales y cosechas

PREMIO beas de segura

21 oct 2016 / 11:38 H.

Pedro Antonio Villajos González está al frente de la Hermandad de San Marcos de Beas de Segura, sin lugar a dudas, una de las principales instituciones del municipio serrano. Al conocer que el colectivo recogerá uno de los galardones en la gala Premios Reino de Jaén “Sierra de Segura”, que se celebrará en Orcera, Villajos González reflexiona: “Cualquier reconocimiento para la hermandad es muy positivo, porque se distingue nuestra labor como hermandad y a nuestro pueblo. Hay muchas voces en contra de la fiesta del toro, bastantes ataques, por lo que es un orgullo para nosotros que no se nos reconozca y, sobre todo, porque es gracias a un medio de comunicación puntero como es Diario JAÉN”. “Es muy importante que valoremos el toro bravo en la cultura y que quede claro que no queremos que se maten los animales en nuestra fiesta, tal y como marca la tradición, pero la legislación es así”, argumenta el “sanmarquero”.

Con esta fiesta de Beas, reconocida en toda España, se revive una tradición que proviene de los tiempos de la antigua Roma, cuando el 25 de abril se organizaban las “robigalia”, unas fiestas destinadas a proteger los cereales de la roña. La Iglesia católica las cristianizó y las convirtió en la celebración de San Marcos, protector de cosechas y ganado. De ahí vienen las exhibiciones y las celebraciones relacionadas con el ganado. Se hacían ferias y exhibiciones de ganado, sobre todo, si era víctima de enfermedades o plagas, como es el caso de Beas de Segura. La tradición oral relaciona los festejos con la presencia en Beas de Segura de Santa Teresa de Jesús. Uno de los toros que arrastraban la piedra para las obras del convento rompió el yugo y escapó corriendo, por lo que sembró el pánico entre los vecinos que eran incapaces de controlarlo; la santa le puso una mano en el testuz, consiguió amansarlo, lo ató con un delgado hilo y lo devolvió a la yunta y al trabajo. A partir de ahí el extraordinario acontecimiento se celebraba, cada año, corriendo por las calles una o varias reses vacunas engalanadas de forma vistosa y ensogadas por los cuernos. Esta versión guarda un paralelismo enorme con el llamado “Rito del Toro de San Marcos”, consistente en que la cofradía elegía una res brava que era llevada a la parroquia, precedía al santo durante la procesión y era adornada con guirnaldas de flores y cintas de colores por las mujeres, sin dar ninguna muestra de la fiereza que recuperaba al retornar al campo tras la procesión. Con el paso del tiempo, el primitivo voto colectivo acabaría siendo sustituido por las carreras de toros y vacas de labor ensogados y, tras muchos cambios, se celebra la fiesta actual, mezcla de fe e imparable diversión.