Baños de la Encina, pequeña joya turística que interesa mucho

Patrimonio monumental, paisajístico y cultural atraen a casi 30.000 visitantes

14 mar 2019 / 16:24 H.

Baños de la Encina cuenta con un rico patrimonio artístico, cultural, paisajístico y gastronómico que presentara con un lazo puesto, valga la expresión, en la Feria de los Pueblos. Desde el castillo califal hasta la parroquial de origen gótico, desde la exuberancia barroca del camarín de su santuario hasta la austeridad blasonada del Concejo, desde el señorío de sus palacios hasta sus molinos del siglo XVIII, el pueblo conserva su identidad monumental que evoca su importancia histórica, el poderío económico de su nobleza y su interés por simbolizarlo arquitectónicamente. El centro histórico de Baños de la Encina fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1969 y tiene incoado expediente desde 2010 para su declaración como Bien de Interés Cultural. Entre los lugares de interés que merecen una visita detallada están el Castillo de Burgalimar, una fortaleza califal, construida en un espolón rocoso que domina el río Guarromán. El castillo está dotado de catorce torres de tendencia cuadrada, que en su origen pudieron ser quince, si la última fue sustituida en el siglo XV.

Gracias a una inscripción, conservada hoy en el Museo Arqueológico Nacional, y de la que hay copia y traducción en las jambas de la puerta del castillo, sabemos que ordenó construirlo el califa al-Hakam y que se concluyó en el año 968. El Castillo de Burgalimar fue declarado en 1931 Bien de Interés Cultural. Otro lugar monumental destacado es la Iglesia de San Mateo. Un paraje que merece una visita es la playa del Tamujoso, el Puntal, Navamorquín y el paraje de Selladores, en el Parque Natural.

Conserva Baños, como un monumento culinario a las viandas que tienen el aceite de oliva virgen como principal ingrediente, el tradicional “cucharro”, que no es otra cosa que un “canto de pan” al que se le extrae la miga de pan, llamada “sopa”, con la punta de una navaja, llenando el “hoyo” que a modo de cuenco nos queda, con bastante aceite de oliva virgen, un poco de sal, un ajo restregado si se quiere, y el “churre” de un tomate maduro estrujado.